Saturday, July 27, 2013

Ollanta Humala: Dos años de ineficiente piloto automático en la economía

En los dos años de gobierno de Ollanta Humala solo hay ejemplos de impostura y desencanto. Ofreció cambiar la manera de hacer política y fortalecer la democracia, pero continuó la ruta extractivista de los políticos tradicionales. Relajó plazos y contenidos de los estudios de impacto ambiental, apresuró la dación de certificados de inexistencia de restos arqueológicos y abandonó la exigencia constitucional de la consulta previa, todo esto supuestamente para facilitar las inversiones.   
 
En materia económica tampoco hubo solución de continuidad. Humala dejó la economía en piloto automático, no obstante los claros cambios en el contexto externo, desde la crisis de 2008-2009. No hizo nada importante para contrarrestar sus efectos.
 
Las debilidades del «milagro peruano»
 
Ollanta Humala optó por la continuidad de un modelo que generaba crecimiento económico, pero con el impulso de los altos precios de los metales y de un relativo auge de demanda externa. Crecimos con superávit en la balanza comercial y en la cuenta corriente de la balanza de pagos, pero la crisis internacional de 2008-2009 y sus secuelas (el estancamiento de las economías de EE. UU. y de Europa, y la desaceleración del crecimiento de China), han cambiado este escenario, revelando las debilidades del «milagro económico peruano».
 
A Humala no le importó crecer con altos precios de los metales y, al mismo tiempo, con una creciente apreciación de la moneda. Entre julio de 2011 y junio de 2013 el tipo de cambio real multilateral disminuyó 9.0% y el tipo de cambio real bilateral 2.5%. En lo que va de la gestión del actual presidente del Banco Central, las caídas del tipo de cambio real multilateral y bilateral fueron de 11.8% y 21.7%, respectivamente.  Esta notable apreciación es responsable del debilitamiento de la capacidad productiva de nuestra economía en pleno proceso de crecimiento primario exportador.
 
Hoy la economía peruana es menos industrial, más productora de servicios de baja productividad  y  más dependiente de importaciones.  Los principales perdedores de este estilo de crecimiento, son los productores de bienes agropecuarios y de manufacturas y, consecuentemente, los exportadores no-tradicionales que se hicieron menos competitivos en los mercados internacionales con la caída sistemática del tipo de cambio real.
 
El actual contexto externo adverso ha puesto fin al alto crecimiento del PBI. En mayo de este año, el PBI registró un crecimiento de 4.96%. Este crecimiento (aunque menor que antes), sigue liderado por los sectores no-transables de Construcción, Comercio  y Otros Servicios. Los sectores que crecieron a tasas menores que las del PBI desde el año 2011, fueron el Agropecuario y la Manufactura (véase Gráfico).  Esto quiere decir que la economía peruana ha perdido capacidad de abastecer la demanda interna con productos manufacturados y agropecuarios.
 
 
 
Además, hay que señalar que el actual crecimiento se da con déficits en las cuentas externas del país.  Así, mientras las exportaciones totales cayeron 12% en los meses de enero-mayo de este año respecto a similar período de 2012, las importaciones total aumentaron 7.2%.  Las exportaciones de textiles cayeron 16.5% y las importaciones de bienes de consumo crecieron 11. 6%. Hoy importamos más de lo que producen los sectores Agropecuario y Manufactura.
 
Es claro entonces que en el actual contexto externo adverso, los impulsos al crecimiento mediante aumentos en la demanda interna –vía las políticas, monetaria y fiscal--, chocarán más temprano que tarde con el cuello de botella externo.  
 
La mentira del «crecimiento con inclusión social»
 
Ollanta Humala se jacta de liderar un crecimiento con inclusión social, pero los recursos que su ministro de economía destinó con este fin, son ridículos. No hubo mejoras significativas, ni en monto ni en cobertura, respecto a lo hecho en el año 2012. El presupuesto de la Función Protección Social (que incluye programas con inclusión social) previsto para este año (4,363 millones de soles) representa sólo el 0.8% del PBI; y, el presupuesto de los Programas con Inclusión Social (3,859 millones de soles) equivale al 0.7% del PBI. Estas cifras son irrisorias comparadas con las que destinan los gobiernos de Brasil y la Argentina a programas similares.
 
De otro lado, el presupuesto de gasto social (saneamiento, vivienda y desarrollo urbano, salud, educación y protección social) fue de 5.77% del PBI en 2011, de 5.67% en 2012 y para este año 2013 es de 6.5%.  Un poco más de medio punto porcentual del PBI para este año no es una mejora significativa. Tampoco hay mejoras presupuestales significativas en educación y salud; sus porcentajes se mantienen casi constantes: 2.9% y 1.7% del PBI, respectivamente.
 
A modo de Conclusión
 
Lo poco avanzado en materia de políticas sociales está, por lo tanto, en peligro, por los efectos negativos de la reducción del ritmo de crecimiento en la recaudación. El ministro Castilla es responsable no solo de la mediatización de la reforma del Servicio Civil y de la reforma Educativa, sino también de la reforma Tributaria. En el primer trimestre de este año respecto al primer trimestre del año pasado, la tributación minera se redujo en 48%. No hay manera de compensar esta caída en una economía que reduce su tasa de crecimiento. Por lo demás, la opinión pública debe saber que el gravamen minero de Castilla sólo permitió recaudar 942 millones de soles el año pasado y no los 3 mil millones que ofreció.
 
 
 
Publicado en el diario La Primera el sábado 27.

Saturday, July 20, 2013

Ollanta Humala: Dos años más de erosión de la democracia

Mi artículo publicado en este mismo diario el sábado pasado, suscitó entre sus lectores dos tipos de reacciones. Los más informados decían que era algo más o menos que un halago decir que Ollanta Humala era un seguidor de Weber aunque no lo hubiera leído. Otros, además de preguntarse por quién era Weber, querían saber qué significaba decir que «Ollanta Humala era su seguidor, sin saberlo».
 
El ansia de poder como fundamento de la política
 
Max Weber fue un destacado intelectual alemán (1864-1920). Entre sus obras más conocidas destacan «La ética protestante y el espíritu del capitalismo», «La Ciencia como vocación y La Política como vocación» y «Economía y sociedad». Para este autor el fundamento de la política, o la base constante de la política,  es la lucha por el poder (entre las clases o entre los individuos). «El poder se define como la capacidad de imponer a un tercero la propia voluntad, bien recurriendo a la fuerza bien a través de otros medios. El poder es, en esencia, dominación y mando». Políticos tradicionales de derecha y de izquierda comparten esta idea; el discurso weberiano los une.
 
Para los seguidores de Weber, entonces, alguien sin ansia de poder no puede estar en la política. «En el plano teórico  ---dice R. Aron---, toda política, interior y exterior, es para Weber ante todo lucha entre las naciones, las clases o los individuos». Así, esta concepción de la política fue llevada a la identificación de la capacidad de los pueblos para «desempeñar un papel mundial». Weber decía que «Tan solo los pueblos superiores poseen vocación para impulsar el desarrollo del mundo».
 
Basta esta reminiscencia para entender lo que quise decir con «seguidor de Weber, sin saberlo». No hay político tradicional que no tenga ansia de poder. Y, en la actual era del neoliberalismo y de la crisis de las democracias constitucionales, hay políticos tradicionales adaptados que, una vez que llegan al poder, se convierten en difusores del espíritu mercantil en la administración del Estado, en caudillos neoliberales que mutan de ideología para beneficiarse del poder que les genera la conducta extractivista de los grandes grupos económicos.
 
La crisis del Estado Constitucional Democrático
 
Lo que acaba de ocurrir con la designación por el Congreso de funcionarios del Tribunal Constitucional, de la Defensoría del Pueblo y del Banco Central, es la expresión de una crisis del Estado Constitucional Democrático. Hay tres razones que fundamentan esta afirmación, todas vinculadas a una concepción de la política como poder que se práctica desde el Ejecutivo. En primer lugar, la división de poderes estipulada por la Constitución, no cumple su cometido. Los poderes no actúan como contrapesos. El poder ejecutivo busca siempre asegurar su influencia en los distintos poderes del Estado, desapareciendo así el objetivo de que los poderes (ejecutivo, legislativo y judicial) se limiten mutuamente. Si el ejecutivo controla los poderes judicial y legislativo, no hay posibilidad de limitación mutua ni de fiscalización. En segundo lugar, nombrar a los integrantes del Tribunal Constitucional en bloque y con base  en acuerdos de reparto, es una expresión más de la creciente degradación de los valores e instituciones democráticas. El reparto alude al número de representantes por «tienda política» y el número es un indicador del poder que tienen estas «tiendas». Con la llamada repartija, el Tribunal Constitucional responderá al poder ejecutivo y al conciliábulo, sin capacidad real «de interpretación y control de la constitucionalidad», abdicando de su autonomía e independencia. En tercer lugar, el ejercicio del poder, es el usufructo de una democracia representativa que ha perdido referentes y significación. Unos «políticos» que «operan siguiendo una lógica ajena a la idea democrática» confiscan el aparato institucional del Estado para su propio beneficio. Por eso lo que ha hecho recientemente el Congreso, es una muestra más del fracaso de la «representación política».
 
A modo de Conclusión
 
La concepción de la política como poder se inscribe en la lógica weberiana de la dominación y es, por lo tanto, contraria a la concepción de la política como lazo de conexión social. Por eso los «políticos» que adhieren y practican la política como poder, convierten a sus partidos en «tiendas», en lugares donde se practica el clientelismo; los han esclerotizado, desapareciendo su carácter de instrumento de sociabilidad. Es claro, entonces, que para estos «políticos», la libertad no puede concebirse como ausencia de dominación. Parafraseando a E. García, podemos decir que estos políticos, al igual que los grupos de poder privados, hacen inoperantes tanto a los  «tradicionales sistemas de protección jurisdiccional como al ordenamiento jurídico».
 
El neoliberalismo y la práctica de la política como poder se han encontrado como complementos. Las libertades individuales se han convertido en medios instrumentales del tráfico mercantil. «En el Estado Constitucional –según E. García— la lógica del poder ha desplazado, e incluso ha llegado a sustituir por completo, a la lógica de la política: la dialéctica del poder –-la política concebida en sentido weberiano de lucha por el liderazgo, la dominación y la consecución y fidelización de un séquito--- ha reemplazado a la dialéctica de la política, a las ideas entendidas como instrumentos de transformación desde la razón y la ilusión utópica, de una realidad construida en la convivencia colectiva».
 
 
 
Publicado en el diario La Primera el sábado 20 de julio. 

Saturday, July 13, 2013

Ollanta Humala: Conversión, traición o vacuidad ideológica

A Ollanta Humala se le acusa de converso. De nacionalista mutó a neoliberal, dicen. Otros califican esta metamorfosis como una traición. Abjuró sin rubor alguno de su prédica  transformadora, afirman. Finalmente, hay quienes sostienen que sus ideas actuales expresan algo más profundo y que tiene relación con su escasa o nula formación intelectual. Ollanta Humala sería un indocto versátil, o un político tradicional amante del poder y vacuo ideológicamente (un político seguidor de Weber, sin saberlo).
 
Hay, sin duda, razones que corroboran cualquiera de estas hipótesis sobre su estatura moral, intelectual y política.  Nosotros vamos a mostrar que el actual presidente adhiere a ideas –pertenecientes a Castilla y también a Alan García---, todas de sentido común y ninguna con estatura teórica e ideo-política.
 
El espíritu mercantil en la administración del Estado
 
«El  crecimiento económico actual que ha puesto en vitrina a nuestro país –dice Humala--, requiere de un Estado moderno y eficiente». A Humala no solo le gusta la frase «en vitrina», sino otra más rimbombante como «puesta en valor». Veamos: «Lo que hoy día llamamos la puesta en valor del Perú a nivel mundial no salió del azar...Hoy somos uno de los principales países receptores de inversiones extranjeras en América Latina, pero para esto hemos tenido que hacer esfuerzos y trabajo».
 
Las frases pertenecen a Castilla. Una simple búsqueda en internet basta para encontrar coincidencias entre los dichos de Humala y los dichos de Castilla. En todos los road shows efectuados por este ministro, se usó la misma cantaleta: «el encuentro con empresas e inversionistas extranjeros, pone en vitrina el vasto potencial del Perú»; «a través del road show les simplificamos la vida a aquellos inversionistas que están empezando a pensar en Perú».
 
Por estas razones, Castilla y Humala pasarán a la historia por haber llevado el espíritu mercantil a la administración del Estado.
 
Humala y García: una misma concepción de desarrollo
 
El ministro Castilla dice que «para ser más competitivos y sostener el crecimiento debemos modernizar el Estado y generar confianza». Humala repite lo mismo. «Lo que queremos es un Estado moderno que esté a la altura de las circunstancias». Hay que destrabar las inversiones y hacer más eficiente el servicio civil. «Así como las familias quieren tener la tranquilidad de que acuestan a sus hijos y al día siguiente van a ir al colegio, las inversiones también quieren tener tranquilidad, entonces se trata de construir y consolidar confianza».
 
Humala está siguiendo la ruta reformista y transformista de Alan García; por eso ninguna de sus reformas apunta a los objetivos del Nacionalismo. En lo que a concepción de desarrollo se refiere, García es el que configuró la «propuesta teórica» que ahora defiende Humala. Se parte de la identificación de los factores que supuestamente erosionan la confianza de los inversionistas y que, por consiguiente, impiden el crecimiento y desarrollo (Véase nuestro artículo El choque de dos concepciones de modernidad: Modernización Neocolonial y Modernización Democrática, publicado en este mismo diario el 5 de julio de 2009).
 
El «inductivismo ingenuo del siglo XIX» usado por García, es el mismo que usan Castilla y Humala. Hay recursos que se pueden utilizar (poner en valor decía también García), pero hay perros del hortelano que se oponen. Hay que acabar entonces con el perro del hortelano. Este es el método que usan los profanos: observan algunos hechos (recursos, posibilidades, trabas y opositores que generalmente reflejan sus preferencias) y creen así, por inducción, construir una propuesta «teórica» que compite con las teorías de la inversión y del desarrollo.
 
Entienden lo mismo por confianza y su papel. García afirmaba: «Saber tratar con el capital extranjero es un difícil equilibrio. Y más en un mundo de competencia en el que todo capital rechazado en un país irá a otro». Y, para retener al capital extranjero García ofrecía la política del «cholo barato». «Hoy, decía, ante la volatilidad de la inversión, el cambio tecnológico y el vaivén de las exportaciones no es posible pensar en una estabilidad laboral absoluta».
 
Humala repite el credo. «Hemos aprendido que el modelo peruano requiere de inversiones nacionales y extranjeras. Somos uno de los principales países receptores de inversiones extranjeras en América Latina, pero esto no viene de la casualidad, sino de batallas que se dan día a día para mantener un rumbo ordenado del país, que genera confianza a nivel nacional e internacional».
 
A modo de conclusión
 
No se puede estar en contra de la agilización de los procedimientos y de mejorar la eficiencia en la administración del Estado. Tampoco es criticable ser repetidor, porque se puede coincidir plenamente en ideas y en concepciones ideo-políticas. Pero no se puede confundir la prédica mercantil (eso de poner en valor o en vitrina al Perú) con la prédica nacionalista; ni la prédica de la confianza y de la reforma del Estado como reforma de procedimientos, con la prédica de construcción del Estado-Nación.
 
Por lo tanto, ahora el lector sabe que Humala ha abandonado el Nacionalismo, que ahora Humala es el defensor de un modelo de modernización excluyente; de un modelo que descuida los mercados internos, que reprime el crecimiento de los salarios, y que no permite que las poblaciones, rural y nativas, mejoren sostenidamente su calidad de vida.
 
 
 
 
 
Publicado en el diario La Primera el sábado 13 de julio.

Sunday, July 07, 2013

El escenario internacional y las reformas de Castilla-Humala

Nuestro país experimenta la más profunda crisis de liderazgo político. La impostura y su consecuencia, la corrupción, han carcomido la ideología de las derechas políticas y también sus liderazgos. No hay un solo líder respetable porque ninguno es intelectualmente destacado y de comportamiento público honrado o ético, Todos son corruptos directa o indirectamente. Por el lado de las izquierdas y del progresismo, los liderazgos aún no son visibles, pero hay un sentimiento generalizado de rechazo a la práctica de la impostura y una esperanza de renovación. Esta crisis política converge con la crisis económica internacional que ya ha puesto en cuestión al llamado «milagro económico peruano». La confluencia de estos dos factores (la crisis política y la crisis económica) es lo que define en sentido estricto la actual coyuntura, es decir, una oportunidad para «hacer algo».
 
Las respuestas a la actual coyuntura
 
Nadie puede afirmar que habrá una pronta recuperación de la economía internacional y que volveremos a seguir creciendo con superávit comerciales. En los países del centro no se ponen de acuerdo sobre los factores generadores de la recuperación sostenida. Los neoliberales piensan que se trata de generar confianza en los inversionistas mediante ajustes fiscales y reducción de la deuda. Los críticos del neoliberalismo, por su parte, están convencidos que no hay recuperación posible sin estímulos de demanda mediante los gastos públicos deficitarios. Pero para hacer sostenible la recuperación, los gastos deben acompañarse con medidas redistributivas para superar la insuficiencia de demanda asociada a la creciente desigualdad y al estancamiento de los salarios reales, y con una agenda económica «verde» orientada a reducir la demanda de recursos energéticos no renovables.
 
Un debate similar se está dando en nuestro país. Si ya no habrán impulsos de demanda externos para continuar creciendo, el recurso a la demanda interna no puede tener como objetivo reproducir la misma economía extractivista, liderada por los sectores de construcción, comercio y servicios, que son sectores de refugio de la gran mayoría de trabajadores de baja calificación, mal pagados y de baja productividad.
 
Para los neoliberales criollos encabezados por Castilla-Humala se trata de un tema de generación de confianza entre los inversionistas. Como no hay problemas por el lado de los balances fiscales y monetarios  ---hay recursos para impulsar la demanda interna--, estos neoliberales piensan que las restricciones a la inversión y a la confianza para asegurar su crecimiento, está por el lado de los procedimientos administrativos. Las inversiones no aumentan  ---dicen— por la presencia de una Estado flemático, tardo. La Ley del Servicio Civil –dicen— cambiará esta situación. Las inversiones tampoco aumentan porque hay trabas burocráticas. Para eliminarlas está la Ley que le otorga a la Comisión de Eliminación de Barreras Burocráticas de INDECOPI, la facultad de multar a funcionarios que «impongan barreras irracionales al mercado».
 
Hay que recordar que esa Comisión declaró ilegales a las ordenanzas municipales orientadas a ordenar el transporte, proteger la seguridad y procurar tranquilidad a las personas, con el argumento que ellas limitaban la competencia y la inversión. Pero, esto no les importa. Castilla y Humala practican el neoliberalismo de Estado, poniendo en primer lugar el beneficio privado, y socializando sus riesgos y costos.
 
El necesario un Cambio de rumbo
 
Las reformas son de procedimientos y plazos administrativos, de regímenes laborales y tributarios especiales, y punitivas. Para el gobierno la mayor restricción a las inversiones privadas se encuentra en el ámbito burocrático estatal. En su lógica neoliberal, el respeto a los derechos laborales, la regulación ambiental, el cambio en la matriz energética, la diversificación productiva y creación de mercados internos, la regulación de los mercados, el uso del salario mínimo como instrumento de política de ingresos y de su redistribución, la reforma tributaria, las inversiones en ciencia, tecnología e innovación, la modernización de la infraestructura educativa y de salud, el equipamiento de los hospitales, son temas subordinados porque no generan confianza entre los inversionistas.
 
Humala ha olvidado que el nacionalismo surgió como «una reacción programática contra la modernización neoliberal excluyente. Que el nacionalismo es un programa político de construcción de un Estado-Nación. Por lo tanto, es una propuesta de cambio radical de un modelo que depreda los recursos naturales, que violenta la legalidad y la democracia, y no genera desarrollo». A Humala ya no le importa que el Estado esté privatizado ni piensa en su democratización.
 
Aprovechar la coyuntura actual significa, entonces, para las izquierdas y el progresismo, cambiar la manera de crecer y desarrollarnos. El crecimiento con impulsos de la demanda interna no será sostenible si se mantiene el estilo extractivista  de crecimiento. Para ganar liderazgo en la actual coyuntura hay que impulsar, por ejemplo, medidas redistributivas junto al cambio de la matriz energética.
 
A modo de conclusión
 
Los neoliberales creen que el origen de las restricciones al crecimiento se encuentra en el mercado de trabajo y en la presencia de un Estado que impide el libre funcionamiento de los mercados. No le importa la escasa diversificación productiva ni la precarización de las condiciones de trabajo y de los ingresos.


Publicado en el diario La Primera , el sábado 6 de julio