Saturday, August 25, 2012

Salarios y empleos precarios son excluyentes y constituyen un costo social


El 14 de julio de 2011, Julio Velarde declaró, en tono aranero, que el aumento del salario mínimo «ahuyentaría a las empresas; subir fuertemente el sueldo mínimo –dijo-- es sencillamente decirles vete a otro país». También se pronunció en contra del impuesto a las sobreganancias mineras argumentando que «traería retraso en el flujo de inversiones de la pequeña y mediana minería». Pocos días después, Velarde fue ratificado por Ollanta Humala en el cargo de presidente del Banco Central. Más tarde, Velarde y Castilla, convencieron a Humala a subir el salario mínimo en dos tramos de 75 soles cada uno: el primero, el 28 de julio de 2011 y el segundo en el año 2012. Cuando este año en vísperas del día del trabajo el presidente Humala declaró «nosotros tenemos pendiente todavía una segunda etapa del cumplimiento con la remuneración mínima vital que lo vamos a hacer», el poderoso ministro Castilla sentenció que su elevación «debería estar ligada a la productividad de las empresas que a una decisión  política».

No han quebrado empresas ni se han ido a otro país

Desde junio de este año la remuneración mínima ya es de 750 soles. En contraste con las conjeturas tremendistas e irresponsables de Velarde y Castilla, el actual ministro de trabajo José Villena dijo «Ninguna empresa quebró con el segundo tramo del aumento de la remuneración mínima vital, que pasó de S/.675 a S/.750 en junio pasado». Afirmó, además, «que las micro y pequeñas empresas (mypes) se han desarrollado más tras la implementación de esa medida y descartó que este incremento estimule la contratación informal en un mediano plazo».

El discurso vacío sobre este tema de los Velarde y Castilla, es también el discurso del Banco Mundial. En su informe titulado El Mercado Laboral Peruano durante el Auge y Caída (BM, 2010), se dice que «los altos costes salariales no laborales y el salario mínimo obligatorio, en particular, promueven la informalidad de la mano de obra». Hay evidencias –dice-- de que en Perú el salario mínimo y sus incrementos tienen efectos negativos sobre el empleo formal».

Estos defensores del neoliberalismo deberían leer al neoclásico John Bates Clark. Este autor de la teoría de la distribución del ingreso basada en la productividad marginal, escribió: «La disciplina del hambre descalifica al trabajador para hacer una negociación exitosa, y si el empleador está en total libertad de contratar a los hombres que, bajo tal presión, individualmente podrían ofrecerse a trabajar, él puede conseguirlo por muy poco» (Clark, 1913).

La capacidad productiva del trabajador como activo social

Los trabajadores, como cualquier persona de la sociedad, deben ser alimentados, tener alojamiento, estar protegidos y educados, y tener buena salud. Su capacidad productiva y su talento humano, constituyen un activo de la sociedad. El deterioro de este activo constituye un costo para toda la sociedad. Cuando los trabajadores perciben salarios inadecuados para satisfacer sus necesidades indispensables, se genera un costo social que alguien lo tiene que cubrir.

Así, los bajos salarios que contribuyen al deterioro de la capacidad productiva de los trabajadores, son trasladados a la sociedad. Esto es lo que está ocurriendo con el actual estilo de crecimiento de la economía peruana: la precariedad del empleo y los bajos salarios que pagan las empresas es asumido por el Estado con programas sociales que no restituyen la depreciación de su activo social.

Los que se oponen al salario mínimo no toman en cuenta este efecto. El costo social que genera la precariedad del salario y del empleo, se expresa en una baja calidad de las condiciones de vida de la población que, por lo tanto, repercute negativamente en la capacidad productiva y el talento de las generaciones futuras. John Maurice Clark (el otro Clark) decía que el salario mínimo se paga así mismo en el largo plazo mediante el aumento de la eficiencia de los trabajadores.

La importancia del salario mínimo para combatir la precariedad del empleo

Aproximadamente el 79.4% de la PEA ocupada de nuestro país, es informal, es decir, trabajan como asalariados fuera de planilla o en empresas no registradas jurídicamente o son trabajadores por cuenta propia. La gran mayoría son de baja calificación, baja productividad y bajísimos ingresos. La precariedad de este empleo es el resultado del desmantelamiento de los estándares laborales básicos por las políticas neoliberales.

Por esta razón, el salario mínimo  (concebido como costo básico de una vida decente, determinado por la comunidad) no solo se justica éticamente como medida de inclusión social, sino también como una medida económicamente favorable a la sociedad, porque los trabadores calificados y sanos, son más productivos. Según J. M. Clark, «una industria que no paga un salario digno, realmente está pasando parte de sus costos a otras industrias». Si estas otras industrias no asumen estos costos, se produce «una pérdida de capacidad productiva que cae como una carga generalizada en la sociedad, a menudo afectando a las futuras generaciones» (J. M. Clark, 1929). Por eso, J. M. Clark sostenía que los costos sociales de la mano de obra deben ser asumidos directamente por las empresas en la forma de una garantía de salario mínimo.

A modo de conclusión

El actual estilo de crecimiento primario exportador, basado en salarios y empleos precarios, no conduce al desarrollo debido a sus escasos eslabonamientos con el resto de la economía: Necesitamos endogenizar el desarrollo para lo cual, como dice Palley, se requiere «salarios crecientes y una mejor distribución del ingreso. Juntos generan un circulo virtuoso de crecimiento donde un aumento de los salarios estimula el desarrollo del mercado doméstico y el desarrollo del mercado domestico estimula el crecimiento de los salarios. Buenos estándares laborales y democracia son, ambos, la clave de este nuevo modelo».
 
 
Publicado en el diaro La Primera, el sábado 25.

Saturday, August 18, 2012

La ruta del extractivismo y el gran frenazo fiscal


Una de las características de la actual coyuntura económica –lo decíamos ya desde nuestro artículo del sábado 19 de mayo—es el freno fiscal al crecimiento económico. Cuando Humala, al nombrar a Castilla como su ministro de economía, optó por una gestión conservadora de las finanzas públicas, es posible que no tuviera idea alguna de que su decisión significaba también dejarle la puerta abierta al extractivismo económico. Pero, él recordará que se lo advertimos cuando conversamos varios minutos en nuestra caminata por el patio del local que el PNUD le cedió para operar como presidente electo. Ningún contrapeso que él ofreció fue finalmente honrado cuando se trasladó a palacio y ocupó el sillón presidencial.  No objetó en absoluto el irreverente recorte que hizo este ministro de las metas de las políticas «de inclusión social», ni cuestionó que se congelara en la práctica el presupuesto de gasto social (saneamiento, vivienda y desarrollo urbano, salud, educación y protección social) como porcentaje del PBI.

El superávit fiscal en la lógica del extractivismo

Este ministro, que antes fue viceministro de hacienda en el gobierno de García, hizo que el año 2011 terminara con un superávit fiscal de 1.9% del PBI (dejó de gastar 9,077 millones de soles).  Y, no obstante haber logrado la aprobación de un presupuesto conservador para un país con innumerables necesidades insatisfechas, sigue impertérrito generando más superávit en medio de una desaceleración de la economía internacional. El primer semestre de este año el superávit del Sector Público No Financiero llegó a la cifra de 17,743 millones de soles. Este abultado monto que equivale al 7.1% del PBI, constituye no sólo un frenazo al crecimiento económico, sino también una agresión al objetivo de «inclusión social». 

El frenazo en cuestión es intolerable en una sociedad con maestros, militares y policías mal pagados, con una infraestructura de educación y de salud pública de pésima calidad, y en una economía con 79.4% de sus trabajadores en situación de informalidad, con empleos precarios, bajos ingresos y baja productividad. El que ha reducido su gasto en 13.6% en términos reales, según el estudio No. 46 del BCRP, es el gobierno nacional. El ministro no puede ahora hacer responsables de este superávit a los gobiernos locales y regionales, pues estos lo aumentaron en 57.1% y 18.1%, respectivamente. Es agraviante, además, dado el alto déficit de infraestructura, que el propio gobierno nacional sea el que haya contraído su gasto de capital en 37.5%, en términos reales. Los gobiernos locales y regionales impidieron la caída del gasto de capital total, al aumentar los suyos en 115.3% y 49.3%, respectivamente.
Un gobierno inclusivo no sólo debe apurarse en cerrar la brecha de infraestructura y en invertir en educación, sino también en construir una burocracia estatal moderna y eficiente. El ministro Castilla, campeón del superávit fiscal de los últimos tiempos, mantuvo el presupuesto de educación en 2.8% del PBI y no está mejorando la calidad y los sueldos de la tecno-burocracia. La opinión pública debe saber que el sueldo promedio real de los trabajadores del sector público, se mantiene casi constante y muy por debajo de sus niveles registrados en 1960-1975. Se recuperó luego de su caída estrepitosa en el período de la hiperinflación, pero después, desde el año 1995, prácticamente se estancó. Su valores promedio de los periodos 1995-2000 y 2001-2011 equivalen al 34.7% y al 36.9%, respectivamente, de su valor registrado en 1987.

Por más que se acelere el gasto en lo que resta del año, es altamente probable que terminemos con un superávit mayor al 2.0% de PBI.  ¿Se dará cuenta el presidente Humala que su ministro sigue la lógica del extractivismo y no de la inclusión social?  Recuérdese que su gobierno aprobó el Marco Macroeconómico Multianual 2012-2014 que le presentó Castilla, donde aparece como meta de su administración alcanzar en 2012 un superávit fiscal de 1,0% del PBI, elevarlo a 1,4% en 2013 y a 1,8% en 2014. Es decir, su ministro le hizo aprobar ajustes en un período de incertidumbre y crisis internacional.

Endeudamiento externo injustificado y  bloqueo del cambio de la matriz energética

Además de los 17,743 millones de soles que se dejó de gastar en el primer semestre del año, el gobierno tiene US $ 5,626.6 millones en el Fondo de Estabilización Fiscal. Por lo tanto, llama la atención que el ministro Castilla siga incrementando la deuda externa del país. De agosto del año pasado a la fecha, este ministro aumentó la deuda con el BID en US $ 335 millones. Es deuda con diversos propósitos, desde mejoramiento de la educación inicial, ampliación de agua potable y saneamiento, hasta modernización del sistema de justicia y desarrollo de la nueva matriz energética (!). La deuda con los organismos multilaterales (OM) representa el 39.2 de la deuda externa total y la deuda con el BID representa el 41.5% de la deuda con los OM. ¿Cuál es el interés de endeudarse con estos organismos, si tenemos recursos para gastar? Si debe necesariamente endeudarse ¿por qué no lo hace en el mercado interno, en soles, y de paso estimula la profundidad y liquidez del mercado de capitales?

El ministro Castilla parece también oponerse al cambio de la matriz energética. Según diversas informaciones periodísticas, es el artífice de la sustitución de la idea de construir un gasoducto de Camisea a Ilo y de un polo petroquímico en este lugar, por la de colgarse al gasoducto de Camisea a Pisco para desde aquí llevar etano a Ilo, por la costa. Sabemos que el extractivismo es contrario a la industrialización, a la innovación y a la competencia. Con ese cambio, los extractivistas que están en el poder favorecen a los dueños de Camisea (Repsol-Hunt) y, al mismo tiempo, eliminan la posibilidad de competencia que se produciría (precios más bajos para los consumidores del sur) al tener dos gasoductos y otra empresa operando en asociación con el Estado. Castilla estaría así frustrando la esperanza de industrializar el sur.

A modo de conclusión
 
«Las instituciones económicas extractivistas --dice Acemoglu-- están sinérgicamente conectadas con las instituciones políticas extractivistas. Estas concentran poder en pocas manos y que tienen los incentivos para mantener y desarrollar instituciones económicas extractivistas para su propio beneficio».


Publicado en el diario La Primera, el sábado el sábado 18 de agosto.

Saturday, August 11, 2012

El actual patrón de crecimiento económico no es inclusivo

En mayo de este año el PBI creció en 6.5% y en el período enero-mayo creció en 5.8%. Después de la crisis internacional de 2008-2009 la tasa de crecimiento del PBI llegó a un máximo de 12.0% en junio de 2010, luego comenzó a desacelerarse generando una tendencia a la caída. Esta tendencia continuará, sin duda, mientras la actual crisis internacional siga prolongándose y agravándose. El gráfico muestra, precisamente, la fuerte dependencia externa del crecimiento económico del país. La crisis asiática y rusa de 1998-1999 desencadenó la recesión prolongada de los años 1998-2001, mientras que el aumento de los precios de los minerales y la expansión de la economía mundial dio lugar a un crecimiento sostenido que duró hasta el tercer trimestre de 2008. La vulnerabilidad externa es, entonces, una de las características del actual estilo de crecimiento primario exportador del país. Los productos primarios siguen representando cerca del 77% del total de las exportaciones, al igual que en 1980. La única novedad es que al interior de estos productos, los mineros ganaron participación en los últimos años.


El crecimiento económico no es inclusivo

La vulnerabilidad externa no es la única característica de este estilo de crecimiento. El 79.3% del crecimiento de los primeros cinco meses del año es explicado por los sectores Comercio y Servicios. Si le agregamos el sector Construcción, los tres explican el 93.1% del dicho crecimiento. Este patrón de crecimiento se reproduce desde los años noventa. El 71.0% de la producción anual promedio del período 1990-2011 fue explicado por los tres sectores. Además, el 72.4% del crecimiento del PBI de 1990 a 2011 se debió a los mismos sectores Comercio, Servicios y Construcción.

Lo que llama la atención es el papel amortiguador que desempeñan estos sectores en períodos en los que se desacelera o decrece la producción de la manufactura, la minería y la agricultura. No solo siguen explicando el mayor porcentaje de la producción, sino que lideran el crecimiento. Esto es lo que está pasando desde julio de 2010. En los primeros cinco meses de este año el producto del sector agropecuario creció 3.5%, el del sector minero 2.2% y el del sector manufacturero cayó 0.8%; pero los tres sectores (Comercio, Servicios y Construcción) crecieron a tasas notablemente altas (entre 7% y 14%).

De otro lado, el conjunto de los tres sectores dan trabajo al 58% de la PEA ocupada. Pero, se trata de un empleo de baja calificación, con niveles de productividad reducidos y, por lo tanto, con muy muy bajos ingresos. Los trabajadores del sector agropecuario –que emplea al 30.7% de la PEA ocupada—también tienen estas características. En estos cuatro sectores predominan los trabajadores independientes y las microempresas. Según la información del INEI para el año 2010, el ingreso promedio mensual de los trabajadores de las microempresas fue de solo 704.5 soles. En las áreas urbanas el ingreso fue de 797.4 soles y en las áreas rurales de 465 soles.

Este estilo de crecimiento no puede ser inclusivo porque genera y reproduce desigualdad. Durante los años 1990-2000 del fujimorismo, el salario real promedio fue equivalente a sólo el 37.2% del registrado en el año 1987. Este promedio se mantuvo en la práctica durante los años 2001-2009. Por lo tanto, el crecimiento de las últimas décadas no mejoró la capacidad adquisitiva de los trabajadores del sector privado ni sus condiciones de calificación y de trabajo. Esto contrasta con el crecimiento notable de las exportaciones reales per cápita y del crecimiento del PBI per cápita que coincidió con el boom minero de los últimos ochos años.

El crecimiento es adicto a importaciones

El actual patrón de crecimiento también descuida el desarrollo del agro y de la industria manufacturera. Estos dos sectores han perdido peso y liderazgo en la generación de la producción nacional, y también han reducido su capacidad de generación de empleo. La ausencia de liderazgo de estos sectores y la existencia de ingresos indignos para cerca del 80% del PEA ocupada, indican que el crecimiento no se basa en ganancias sostenidas de productividad y de competitividad.

La pérdida de importancia de estos sectores ha generado un crecimiento espectacular de las importaciones reales. Estas crecieron a una tasa promedio anual mayor que la del PBI: 7% durante 1990-2002 y 10% durante 2002-2011. La economía se ha hecho así más dependiente de importaciones. El porcentaje de los bienes de consumo no duradero importados respecto a la producción agrícola se multiplicaron por 2.5 y el de los bienes de consumo duradero importados respecto a la producción manufacturera por 6.0. Pero lo que más llama la atención  es  el incremento de las importaciones de insumos y bienes de capital en relación a la producción del sector manufacturero:  de un promedio de 40.7% en el período 1970-1975 subieron a un promedio de 82.4% en el período 1990-2010. Según información para los últimos años, este porcentaje supera el 100%: la importación de insumos y de bienes capital es superior a la producción del sector manufacturero.

A modo de conclusión

Los programas sociales no cambiaron ni cambiarán el carácter excluyente, primario exportador y adicto a importaciones de este modelo de crecimiento neoliberal. La agudización de la crisis internacional y la prolongación del bajo crecimiento de la producción de las principales economías del mundo, mostrarán más temprano que tarde sus límites.




Publicado en el diario La Primera, el sábado 11 de agosto.


















Saturday, August 04, 2012

El modelo económico que gestiona el «piloto automático» de Humala


En su mensaje a la nación del 28 de julio, Ollanta Humala dijo: «luego de un año de gestión, me reafirmo en lo medular de mi propuesta, y confirmo que hemos comenzado a sentar las bases para la gran transformación que anhela la mayoría de ciudadanos de nuestra patria».  Y ¿cuáles son esas bases? Si para Humala son «los avances en el proceso de crecimiento con inclusión social»; es decir, si es la continuación del crecimiento acompañado de programas sociales, él debió decir, entonces, que está mejorando las bases de la «gran» continuidad. Debió reconocer que está siguiendo la ruta contra la que votaron la mayoría de ciudadanos que confió en su candidatura. 

El elogio a su piloto automático

Los programas sociales que gestiona el gobierno de Humala no son nuevos en su concepción. El pueblo sabe que estos programas se idearon para compensar los costos sociales de la imposición del modelo neoliberal durante el «fujimorato».

Humala apeló a la Gran Transformación para justificar su continuismo frente a los pobres. En el colmo de su enredo, Humala elogió a su «piloto automático» con el circunloquio que «será un instrumento de inclusión social, capaz de administrar el crecimiento económico para que llegue a todos los peruanos y que, por lo tanto, ya no administrará la escasez y la pobreza». El gran instrumento para ello, dijo, será la reforma del Sistema Nacional de Inversión Pública, para que incluya «en la inversión pública la capacitación, la asistencia técnica, la asesoría de gestión y la adopción de tecnología y, también, para que reduzca a la mitad del tiempo el proceso de aprobación de proyectos». 

Esa reforma la debió haber hecho Castilla cuando era viceministro de García, sin herir para nada el modelo económico neoliberal. Pero los «ciudadanos de nuestra patria» sabemos que en el tema fiscal, el gobierno de Humala decidió por una orientación conservadora y mediocre. Aceptó que su ministro le recortara groseramente las metas de las políticas sociales y que así terminara el 2011 con un superávit de 2.0% del PBI (9,077 millones de soles). Este mismo ministro, que según Humala hará que el «crecimiento económico llegue a todos los peruanos», ha generado en el gobierno central, entre enero y mayo de este año, un superávit de 12,832 millones de soles (28.6% más del que generó en el mismo período en 2011 cuando era viceministro de hacienda de Alan García).

Este ministro parece haber convencido a Humala de que el abultado monto de superávit constituye una fortaleza para enfrentar los efectos de la crisis internacional. Y probablemente este es el mismo ministro que le ha dicho a Humala que «en lo que va del año se ha recaudado por el gravamen minero S/ 1,246 millones». Según el Reporte de Inflación del Banco Central, se habían recaudado S/. 458 millones en el primer trimestre, lo que quiere decir que en tan solo cuatro meses –de abril a julio-- se habría recaudado un adicional de S/. 788 millones. Según el mismo Reporte de Inflación, en el cuarto trimestre de 2011 se recaudaron, por el mismo concepto de gravamen, S/. 265 millones. Humala nos dijo en su mensaje que estima al término del primer año de vigencia del gravamen –es decir—en setiembre de este año--, el Estado se beneficiaría con una cifra aproximada a 3000 millones de nuevos soles». Humala le ha dicho al país, entonces, que en los próximos dos meses –porque la ley del Gravamen entra en vigencia a fines de setiembre de 2011—se recaudará nada menos que un adicional de S/. 1,754 millones. ¿Será esto posible?

El modelo económico que gestiona el piloto automático

Humala ofreció cambiar el modelo económico neoliberal. Pero una vez elegido con nuestros votos como presidente, decidió solo administrar ese modelo económico que beneficia al Perú Oficial; que reproduce las condiciones de desigualdad del Otro Perú constituido por los trabajadores del campo y la ciudad, por lo pequeños y micro empresarios, y por los informales; y, que impide culminar la construcción de la nación.

El crecimiento económico de 6.9% en 2011 y de 6.0% en el primer trimestre de este año se debe fundamentalmente al crecimiento de la construcción, del comercio y de los servicios. Estos tres sectores son de baja productividad, y en ellos se encuentra el mayor porcentaje de empresas «de 1 a 10 trabajadores» y donde los ingresos ascendían, en promedio, a 705.6 soles al mes en el año 2010.

En el año 2011 la economía habría crecido sólo 4.3%, si los sectores construcción, comercio y servicios se hubieran mantenido estancados. Estos tres sectores juntos crecieron a la tasa de 7.9%. La situación empeora en lo que va del año: la producción de los sectores, primarios y manufacturero, se desacelera notoriamente en un escenario internacional incierto y de estancamiento económico. El crecimiento del primer trimestre de este año fue de 6.0%; pero habría sido de sólo 0.3% de no haber aumentado la producción de la construcción, el comercio y los servicios, en los que se ubica el 62.3% de la PEA ocupada. Estos sectores, que además explican el 71% de la producción (según la información del año base que usa el INEI), crecieron 8.2% en el primer trimestre de este año.

A modo de conclusión

El modelo neoliberal que reproduce un alto porcentaje de la PEA de baja productividad y de bajos ingresos, sigue en piloto automático y este piloto no avizora sus límites. ¿Sabrá Humala que este no es el modelo de economía nacional de mercado, abierta al mundo?



Publicado en el diario La Primera el sábdo 4 de agosto.