Monday, May 30, 2016

La economía y la democracia que deja Humala

Ollanta Humala pasará a la historia, no como el presidente más mediocre (que sí lo es), sino como el presidente que dejó que se deteriore la economía (optando por el piloto automático) y que no frenó la continua degradación de la democracia con una adecuada reforma política. Además, este presidente dejó que aumente la inseguridad ciudadana y no hizo prácticamente nada para que disminuya la corrupción. Si fue «conminado» a no tocar el modelo económico, pudo haber hecho algo importante en el terreno de la política y la democracia; pero, no lo hizo. Por estas garrafales omisiones, Humala será recordado como el presidente que allanó el camino para el retorno (Dios no lo quiera) del fujimorismo y del narco Estado.
 
El daño en la estructura productiva
Su gobierno nos hizo perder una excelente oportunidad para resolver los principales problemas estructurales de la economía.  Asumió el poder con una economía en crecimiento y va a dejar una economía cuasi estancada. Pudo parar el crecimiento espectacular de las importaciones, pero puso en el Banco Central a un economista que promovió la sistemática apreciación de la moneda, haciéndoles perder competitividad a los exportadores de productos no tradicionales. El resultado fue un creciente déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos que pasó de 1.9 % del PBI en 2011 a 4.4 % en 2015 y a 4.7% en el primer trimestre de este año. Recordemos que en los últimos 36 años, la cuenta corriente fue superavitaria solo durante cuatro (de 2004 a 2007) y nuevamente se ha vuelto deficitaria por la inacción de los dos últimos gobiernos. No aprovecharon el boom primario exportador para diversificar el aparato productivo.
Humala nos deja una economía con una estructura productiva menos industrial, menos agrícola, más productora de servicios de baja productividad y con una tasa de acumulación del capital per cápita que no permite la creación de empleos en magnitudes suficientes para reducir el subempleo y la informalidad. Entre los años 2010 y 2015 el empleo creció a la tasa de 1.65 % anual (se crearon aproximadamente solo 220 mil empleos por año (formales e informales). El empleo informal sigue siendo alto (74.3 % en 2012) y lo más probable es que esté aumentando con la actual desaceleración de la economía.
También dejará un Banco Central con solo 13 % del PBI de reservas internacionales. El cambio de las condiciones externas generó presiones al alza del tipo de cambio desde abril de 2013 y, desde esta fecha, en solo dos años, el Banco Central perdió US $ 24,447.33 millones, para impedir el efecto inflacionario de la presión devaluatoria. Con el mismo objetivo aumentó la tasa de interés en pleno enfriamiento económico, como si este tipo de política pudiera tener impacto en el flujo de salida de capitales.  En la medida en que no habrá —por varios años más— un nuevo boom de precios de materias primas ni una recuperación sostenida de la demanda mundial, este gobierno dejará un monto de reservas que no será suficiente para enfrentar un nuevo shock que presione al alza del precio del dólar de manera significativa.
Por último, dada estructura productiva dañada por el neoliberalismo, el espacio para una reactivación con políticas fiscales y monetarias contra-cíclicas es reducido. Los incrementos de la demanda interna, sin bien pueden reactivar la industria manufacturera, propiciaran simultáneamente el aumento del déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos. El incremento de este déficit provocará presiones devaluatorias y, por lo tanto, inflacionarias.
Las posturas sociales de un converso neoliberal
Humala ha apartado aún más la economía de la democracia y de los derechos sociales. En plena degradación de la democracia, las reducciones de impuestos decretadas por su gobierno en beneficio de las grandes empresas, reducirán la presión tributaria. Humala pide que el próximo gobierno respete «sus» programas sociales, pero los dejará con financiamiento tributario reducido. Es verdad que existe el Fondo de Estabilización y algunos depósitos en la banca comercial, pero estos pueden servir para apuntalar a corto plazo la inversión pública, pero no para sostener en el tiempo el financiamiento de los programas sociales. Recién en los dos últimos años de su gobierno, Humala aceptó aumentar el presupuesto (como porcentaje del PBI) en los sectores sociales, en especial en educación, y no se dio cuenta, cuando le hicieron firmar las reducciones tributarias, que «borraba con el codo lo que hizo con la mano».
Pero también Humala ha conspirado contra la democracia y la soberanía nacional, al promover y firmar tratados (como el TPP), que encarecerán los medicamentos (limitando el acceso a medicamentos genéricos más baratos) y que —al igual que los tratados comerciales—, someten al Estado al poder de las empresas transnacionales. Se le maniata su capacidad para dictar medidas (regulaciones, controles de capital, aumentos tributarios, etc.) orientadas a mejorar el desempeño económico en interés de la población.
Tampoco hizo una reforma del sistema de pensiones favorable a los trabajadores. Se preocupó más por velar los intereses de las AFP, instituciones claramente extractivas o rentistas. Se opuso, junto con su ministro de economía, a la ley que permite el retiro del 95.5 % de los fondos de las AFP.  En el colmo de la desfachatez, su  ministro dice que esta ley viola el Convenio 102 de la OIT sobre la seguridad social y que él supone que será denunciada internacionalmente (¡).
El ministro miente porque el Convenio 102 no protege a las AFP. Por el contrario, el propio gobierno —al proteger a las AFP— es el que ha violado el Convenio 102 porque no se ha preocupado de que aumente el «el porcentaje de la población protegida por los sistemas de seguridad social», ni se ha preocupado por las mejoras en las tasas de reemplazo y en el nivel de la «prestación mínima». Como bien señala la misma OIT, «el Convenio 102 no prescribe la manera de lograr estos objetivos, sino que deja una cierta flexibilidad a sus Estados Miembros».
 
 
Publicado en el Diario UNO, el sábado 28 de mayo

El futuro de la democracia con Keiko Fujimori

Sería una falta de respeto a los que luchan por el desarrollo de nuestro país en democracia; a los que defienden nuestros derechos y libertades; a los patriotas que creyeron y creen en la soberanía nacional; a los que defienden su patrimonio natural y cultural; a los que se indignan ante la discriminación y la exclusión social y económica; a los luchan contra la depredación de los recursos y el daño de nuestros ecosistemas; en fin, sería una falta de consideración a las futuras generaciones, mantenerse neutral o votar en blanco en el balotage del 5 de junio próximo. Para decirlo de una vez, y claramente, un gobierno de Keiko Fujimori sería muy riesgoso para el futuro de nuestro país. Es preferible votar por el candidato PPK que no tiene una historia ominosa contra la democracia.
 
Por qué debemos votar contra Keiko Fujimori
Con Keiko se perpetuaría la actual degradación de la democracia, el atraso social y la miseria moral que son básicamente el producto del gobierno de su padre, hoy preso por corrupto y violador de los derechos y libertades fundamentales. La candidata fujimorista con su propia campaña electoral está exacerbando la degradación de la democracia y de la política. Las razones son las siguientes:
1)   Lidera un «partido» que alberga a violadores de derechos de los trabajadores y a acusados de lavado de activos. Su candidato a la vicepresidencia, propietario de la empresa Agrokasa, aplica una norma que le permite no pagar las CTS a sus trabajadores y recortarles sus gratificaciones y vacaciones. Además, no permite la sindicalización de sus trabajadores; si estos osan hacerlo, los despide.  El otro caso emblemático es Joaquín Ramirez, secretario general de su «partido» y principal financista de su campaña, acusado por lavado de activos.  
2)   Viola las reglas electorales democráticas. Acaba de hacer, en el sur de nuestro país, una demostración de poder antidemocrática, insultante y que viola las reglas electorales, al trasladar, en más de un centenar de camionetas, a supuestos simpatizantes de su «partido» para asistir a una de sus concentraciones o mítines proselitistas. No se sabe cómo se financian estos traslados multitudinarios, ni quiénes son los propietarios del centenar de camionetas.  
3)   Trata a la población pobre como serviles y no como ciudadanos. El traslado de supuestos simpatizantes es a cambio de dinero; por lo tanto, estos desplazamientos no son espontáneos.  Se abusa de la precariedad de la situación económica y social de la población reclutada, atentando así contra su libertad y su integridad moral. Los compatriotas así reclutados son peor que meros electores; son comprados, con lo cual han perdido su capacidad de ciudadanos.
4)   Apela a los marginales, a los informales y a los que están fuera de la ley. Firma trato con extorsionadores, se «compromete» con transportistas informales y transgresores de la ley, firma acuerdos con mineros ilegales (como el congresista electo por su partido Moisés Mamani, investigado por el Ministerio Publico), y tiene promotores a traqueteros  y traficantes de coca.
5)   Pervierte a las instituciones, en especial al poder judicial. Al igual que el APRA, el fujimorismo ha penetrado las instituciones del Estado, en especial el poder judicial y el ministerio público. La muerte de dos personas por la volcadura de una de las camionetas que transportaba a «simpatizantes» del fujimorismo, ha «permitido» revelar que su propietario era nada menos que el Fiscal Adjunto Provincial de Prevención del Delito de San Román – Juliaca, Yóber Juan Chaiña Mamani.
6)   Su aspiración es copar y controlar todos los poderes del Estado. Esta práctica es de raigambre aprista y fujimorista. Controlarán el poder legislativo (han conseguido mayoría absoluta en la primera vuelta) y el poder ejecutivo, si llega a ser gobierno; y, por su puesto, en este caso penetrarán aún más en los otros poderes del Estado. Sin independencia y separación de poderes, no habrá democracia.
La mentira y la corrupción como forma de hacer política
Con estas caracterizas del movimiento fujimorista, no hay posibilidades de superación de la actual degradación de la democracia. La mentira y la corrupción es la forma de hacer política de todos los fujimoristas. Su líder ha dado versiones contradictorias sobre el origen del financiamiento de sus estudios en Estados Unidos y ha cambiado algunas de sus ofertar electorales para aproximarse al centro. Todos operan en un marco legal e institucional extractivista, rentista, que es contrario a la democracia y al desarrollo.
Del fujimorismo hemos heredado la «cultura de la yuca». Ellos no obedecen las leyes ni las reglas. Son transgresores consuetudinarios. Del fujimorismo hemos heredado un estadio social  con miseria moral. Aliados, militantes y líderes del fujimorismo están acostumbrados a una pauta de conducta moral que es contraria a la convivencia democrática.  Son contrarios al desarrollo de ciudadanos virtuosos, políticamente activos y comprometidos con los intereses públicos.   
A modo de conclusión
Se dice que la historia se repite dos veces, la primera como tragedia, la segunda como farsa. Ya vivimos la tragedia del fujimorismo liderado por reo Alberto Fujimori. Evitemos que llegue al gobierno Keiko Fujimori, la ex primera dama, porque sería un gobierno del engaño o de la patraña, con espacios cerrados para el ejercicio de la democracia. Nuestro país merece, como lo hemos dicho varias veces, una cura moral, para salir del atraso e iniciar otra ruta de desarrollo.
 
 
Publicado en el Diario UNO,  el sábado 21 de mayo

Saturday, May 07, 2016

El fujimorismo es dañino para la democracia

Hay una polarización del discurso económico del fujimorismo para esta segunda vuelta electoral. Los fujimoristas dicen que el candidato PPK representa a las grandes empresas porque, según su plan de gobierno, las empresas que facturen «2300 UIT’s —9 millones de soles— o más pueden descontar el integro de su inversión de su monto imponible». Esta es «una ofrenda a los grandes empresarios», «es una propuesta tributaria que favorece directa y únicamente a las grandes empresas», dijo su nuevo vocero económico Elmer Cuba. Hay un «desconocimiento del mundo de las micro, pequeñas y medianas empresas. Es una ridiculez pensar enfatizó Cuba— que la gente se va a formalizar por bajar un punto el IGV, no hay evidencia internacional que sostenga semejante planteamiento».

El fujimorismo está reproduciendo, mutatis mutandis, el escenario de la segunda vuelta electoral del año 1990. Mientras se autoproclama representante de los llamados «emprendedores», acusa a su contrincante PPK, de representante de las grandes empresas que no «requieren de ofrendas para invertir».  En este empeño de polarización, el fujimorismo anuncia también que derogará la norma que reduce el impuesto a la renta hasta 26% y acelerará «el crecimiento económico con políticas macroeconómicas fuertemente anti-cíclicas bien pensadas, para llevar a una tasa de crecimiento de 5% o 6% en los cinco años de gestión».
Fujimorismo es contrario a la democracia
Este discurso económico es efectista, electorero, y no apunta a la solución de los problemas estructurales del país. Hay que agregar que estamos frente a una maquinaria política clientelista caza-votos para «conquistar» el poder; maquinaria que ha sido construida durante varios años de «trabajo», no de formación de adherentes ciudadanos, sino de «compra» de votantes con dinero aparentemente «inexplicable».
Como lo señalamos en nuestro artículo del 20/02/2016, la aplicación de las reformas y políticas neoliberales en los años 1990, «dio curso al individualismo “criollo” y a la reproducción de la informalidad en la economía y en la política». Por esta razón,  la organización que lidera Keiko Fujimori, no puede calificarse de democrática. No son ciudadanos lo que le dan sustento, sino los informales, los que transgreden la ley, los mineros ilegales, los que provienen de la «cultura-combi» y la practican, los que no respetan los espacios públicos, los «pastores» conservadores y otros personajes extorsionadores.  A este cultura combi o de la informalidad y que yo llamo «subcultura de la yuca» —recordando el gesto de su padre—, pertenece el fujimorismo liderado hoy por Keiko.
Este fujimorismo convive con la actual crisis política. Es parte de esta crisis porque  envilecieron y siguen envileciendo la política. Porque hicieron y seguirán haciendo del fraude,  de la corrupción, del delito y de la mentira, una forma de gobernar. El fujimorismo en el poder degradará aún más a la democracia, vaciándola de contenido.
El fujimorismo económico
El mundo de la informalidad —económica, social y política— proviene de las reformas neoliberales llevadas a cabo en la década de los años 1990. Con las desregulaciones y privatizaciones,  aumentó la informalidad. El sector servicios —donde se encuentra el grueso de los trabajadores no-calificados y de baja productividad, es donde más crece el empleo. El número de trabajadores en este sector aumentó en 26.7 % durante el período 1992-2000. El empleo sin contrato creció en 22.3 % durante este mismo período. También creció de manera notable el empleo sin contrato en las micro empresas (representaron el 72.3 % en el año 2000). Por último, aumentó el número de trabajadores en el sector informal,  pasando de cerca de 50 % en 1992 a 63 % en el año 2000. En la actualidad más del 70% de los trabajadores son informales.
Durante esta misma década disminuyeron de manera notable los presupuestos de educación, salud y seguridad social, como porcentaje del PBI. Pero, se robó cerca de 6 mil millones de dólares del patrimonio el Estado, equivalentes a 11.4 % del  PBI promedio de los años 1995-2000 y a 17.1 % del PBI promedio de 1990-1994. De acuerdo con estos porcentajes, ese monto correspondía de 5 a 8 presupuestos del sector educación.
Es curioso, por decir lo menos, que los efectos sociales negativos de las políticas del fujimorismo neoliberal de los años 1990, sean ahora la explicación del crecimiento de su maquinaria política. El país se hizo más informal y se expandieron las instituciones extractivistas en la economía y la política, y en casi todo el aparato gubernamental del Estado.
A modo de conclusión
La actual degradación de la política y la democracia será exacerbada con la vuelta del fujimorismo al poder. Se cerrarán las puertas a los movimientos ciudadanos que están por el cambio social. La izquierda tendrá menos posibilidades de competir con una maquinaria de este tipo. El fujimorismo será un gobierno que se servirá de la palabra democracia para mantenerse en el poder, pero socavándola o degradándola más. En consecuencia, el fujimorismo debe ser visto como el enemigo fundamental de la democracia. Tenemos que impedir, desde las urnas, que vuelva al poder.   


Publicado por el Diario UNO, el sábado 7 de mayo.