Saturday, February 25, 2012

La Inversión Pública como desencadenante de la Inversión Privada Nacional

¿Es importante la inversión pública para el aumento de la productividad y de la inversión privada nacional? Los neoliberales  sostienen que la inversión pública contrarresta  el desarrollo de la productividad de los factores de producción, capital y trabajo, porque su incremento reduce la eficiencia de la inversión privada.  No están de acuerdo con la intervención del Estado en la economía, por eso no apoyan la formulación y ejecución de programas de inversión pública, regionales e inter-regionales, con el objetivo de estimular la expansión de la inversión privada y de este modo contribuir a la diversificación productiva y al crecimiento de la productividad; tampoco imaginan que la inversión pública puede convertirse en instrumento de creación y regulación de mercados en el país. La inversión pública, dicen, desplaza a la inversión privada (hace «crowding out»).  Sus argumentos no toman en cuenta que países con desconexiones de su economía con su geografía y demografía, como el nuestro, carecen de condiciones infraestructurales, energéticas, técnico-educativas y financieras para que la inversión privada nacional se expanda integrando el territorio nacional.

Lo que dicen los datos sobre la eficiencia de la inversión

La eficiencia de la inversión puede medirse mediante el ratio incremental capital producto (ICOR, por su sigla en inglés), es decir, la inversión neta como porcentaje del PBI entre la tasa de crecimiento de este último. Cuanto menor es este ratio, más eficiente es la inversión.

Las cifras del Cuadro muestran que en el período 1950 a 1970, que incluye a los años de industrialización sustitutiva de importaciones, la inversión neta representó el 9.35% del PBI. Dividiendo este porcentaje entre la tasa de crecimiento promedio del periodo, se obtiene un ICOR de 1.69; lo que significa que para generar una tasa de crecimiento de 1% anual, se requería de una inversión nueva equivalente a 1.69% del PBI.

Cuadro
                             Fuente: BCRP. Elaboración propia

En los años 1970-1975, 1980-1990, 1990-2000 y 2000-2008, la eficiencia  de la inversión disminuye. Cae más en los períodos 1970-1980 y 1990-2000. El primero corresponde a los años de agotamiento del proceso sustitutivo de importaciones, es decir, años donde la industrialización encuentra sus límites debido a su carácter espurio. El segundo corresponde al «fujimorato» neoliberal.

La eficiencia de la inversión se recupera en 2000-2008, pero sigue siendo menor a la registrada en 1950-1970. Entre 1980 y 1990, el ICOR es negativo, lo que significa una pérdida enorme de eficiencia: la acumulación de capital de esos años, no provocó aumentos de la producción. Son años de crisis de la deuda pública externa y de políticas públicas irresponsables. 
La pérdida de eficiencia de la inversión que se registra desde los años 1970s coincide con la desaceleración de la productividad y de la reducción de su contribución al crecimiento económico que mostramos en nuestro anterior artículo.

Inversión pública y eficiencia de la inversión

Según los neoliberales la inversión pública no genera externalidades positivas para la inversión privada. Por lo tanto, en los períodos de aumento de la inversión pública la contribución de la productividad de los factores se habría reducido debido a la caída en la eficiencia de la inversión total. En el Cuadro y el Gráfico se puede observar el comportamiento de la inversión pública como porcentaje del PBI a lo largo del período 1950-2008.

Gráfico
Fuente: BCRP. Elaboración propia

En los años en los que se alcanza el máximo porcentaje de inversión pública con respecto al PBI (1970-1975), la eficiencia de la inversión es mayor (se obtiene un ICOR menor) que en los años de reducciones drásticas de la inversión pública (1990-2008). Si tomamos en cuenta sólo los períodos 1970-1975 y 2000-2008, no hay diferencias notables en la eficiencia de la inversión, pero el peso de la inversión pública en el segundo período es notoriamente menor.

Por lo tanto, responsabilizar a la inversión pública de la pérdida de eficiencia de la inversión y, por esta vía, de las bajas contribuciones de la productividad total de los factores al crecimiento económico, no tiene sustento. La inversión pública aparece más bien como desencadenante de la inversión privada.

A modo de conclusión

No hay evidencia de que la caída de la productividad esté asociada a la presencia de la inversión pública. La pérdida de eficiencia de la inversión privada ocurrida en los años del «fujimorato» y posteriores, se produce junto con una reducción de la inversión pública como porcentaje del PBI.  Esta reducción tuvo que ver fundamentalmente con los ajustes fiscales practicados en consonancia con la orientación de las políticas del Consenso de Washington. No es casual, entonces, que en los períodos en los que se redujo la inversión pública, se desmejoró notablemente la calidad de la infraestructura (carreteras, provisión de agua, canales de riego, represas, electricidad, etc.) y de los servicios públicos de educación y salud, afectando la calidad de la mano de obra y, ciertamente, la expansión de los mercados internos y de la inversión privada nacional.

Finalmente, la acumulación de capital privado asociada a procesos de industrialización y diversificación productiva, genera aumentos multiplicados de la productividad simultáneamente con la ampliación de los mercados internos. Pero en estos procesos, en países como el nuestro, la inversión pública es fundamental para generar las condiciones para la expansión de la inversión privada nacional (crowding in).  

 

Publicado en el Diario La Primera, el 25 de febrero de 2012

Saturday, February 18, 2012

Productividad y modernización durante el llamado «pragmatismo fujimorista»

«Solamente quien construye el futuro tiene derecho a juzgar el pasado»
Friedrich Nietzsche.

 «Los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla» –decía un expresidente argentino en las postrimerías del siglo XIX. En nuestro país esto es aun peor pues la regla no es solo el desconocimiento sino la continua tergiversación de su historia por los grupos de poder que, en cerca de dos siglos, fagocitaron nuestros recursos y bloquearon la construcción de una nación integrada social y económicamente.

Los cipayos de ahora dicen que el fujimorato puso orden en la economía y que sus reformas explican el crecimiento de estos años. En este artículo vamos a mostrar que no existen indicios sólidos de un proceso de modernización de la economía durante los años del «pragmatismo fujimorista».[1]

Productividad y fuentes del crecimiento económico

La productividad y los factores, capital y trabajo, explican el crecimiento de largo plazo del PBI. Pero sus contribuciones varían de acuerdo con las políticas económicas que se aplican en el tiempo. En el caso de nuestro país, la contribución de la productividad al crecimiento fue notable durante 1950-1970, comparado con lo que ocurrió entre 1990 y 2008 (véase Cuadro): 35.7% en 1950-1960 y 39.6% en 1960-1970. En los años del fujimorismo neoliberal (1990-2000),  la contribución de la productividad al crecimiento fue negativa y de 30.0% en 2000-2008. Por último, en los años 80s, de crisis de la  deuda y de políticas económicas irresponsables, la caída de la productividad casi compensa la contribución de los factores capital y trabajo.

CUADRO

De otro lado, la contribución del factor trabajo fue mayor en los años 1980 a 2008.  Entre 1960 y 1970, período en el que el PBI crece a una tasa promedio anual prácticamente igual a la registrada en los años 2000-2008, la contribución de cada uno de los factores fue menor que la de la productividad y, de los dos factores, el capital fue el que tuvo la mayor contribución.

En consecuencia, los aumentos en la productividad y la modernización fueron más importantes en los años de industrialización que en el período neoliberal. Claramente el progreso tecnológico que expresa los cambios en la productividad fue mayor en los años 50s y 60s, no obstante el carácter espurio de esta industrialización, que en los años 1990-2008.

Productividad y modernización de la economía

La contribución de la acumulación de capital al crecimiento económico fue más importante en los años 1950-1980, que en los años 1990-2008. A juzgar por la evolución de la relación capital-trabajo (o intensidad de capital) (véase Gráfico 1), el proceso de modernización de la economía es marcadamente ascendente de 1950 hasta fines de los años setenta. Después, este indicador de modernización registra una tendencia ligeramente decreciente. Por lo tanto, entre 1980 y 2008, el proceso de modernización se estanca.  Esto tiene que ver, sin duda, con la reprimarización y terciarización de la economía que tuvo lugar en esos años.

GRAFICO 1

Por otro lado, la productividad total de los factores aumenta sistemáticamente hasta alcanzar un máximo en los años 1974-1975 (véase Gráfico 2). Después desciende hasta estancarse entre los años 1991 a 2004; y, luego inicia una leve recuperación, pero sin superar los niveles registrados a inicios de los años 60s.

GRAFICO 2


Los comportamientos de la productividad y de la relación capital trabajo –indicador importante de modernización económica--, evidencian la presencia de un importante proceso de modernización durante los años 1950-1975 (véase Gráficos 1 y 2). Precisamente en estos años la productividad de los factores aumenta sistemáticamente al igual que la relación capital trabajo. Después ambas descienden corroborando la ausencia de modernización con impacto para el conjunto de la economía.

El cambio en la estructura de la inversión bruta fija a favor de la inversión en construcción también corrobora la inexistencia de modernización durante el «fujimorismo neoliberal». Entre 1950 y 1975 la participación de la  inversión en maquinaria y equipo, fluctúa alrededor de una tendencia creciente; pero, después pierde importancia, mientras aumenta de modo notable la participación de la inversión en construcción.

La modernización de las economías de mercado no se logra con el predomino de la inversión en construcción sobre la inversión en maquinaria y equipo. Sabemos además que los países con altos niveles de inversión en maquinaria y equipo tienen tasas de crecimiento del producto per cápita más altas y, por lo tanto, mejores estándares de vida para su población. Además, los trabajadores de un país que invierte más en maquinaria y equipo modernos participan en un proceso de aprendizaje que los mantiene actualizados con los últimos desarrollos tecnológicos.

A modo de conclusión

El proceso de modernización del país ocurrió pari pasu con el proceso de industrialización sustitutiva de importaciones. ¿Significa esto que debemos restaurar esta estrategia de crecimiento? La respuesta es No. Ese proceso de industrialización fue espurio. Necesitamos una nueva estrategia industrialista, basada en el procesamiento de nuestros abundantes recursos primarios, en la expansión de los mercados internos mediante infraestructura y en esquemas de financiamiento nuevos mediante el desarrollo del mercado de capitales en moneda local.


Publicado el sábado 18 de febrero en el Diario La Primera

[1] Un explicación detallada y econométrica sobre este tema, puede verse en Félix Jiménez, «Producto Potencial, fuentes del crecimiento y productividad en la economía peruana (1950-2008)», en El Trimestre Económico, Vol. LXXVIII (4), Núm. 312, octubre-diciembre de 2011. Fondo de Cultura Económica, México.

Saturday, February 11, 2012

Inversión privada y estilo de Crecimiento en La Gran Transformación

Pregunto si los que han leído con rigor el plan de gobierno La Gran Transformación, ¿pueden decir que este tiene “posiciones cavernícolas en materia económica”,  qué es un “himno al estatismo” o que rechaza a la inversión privada por considerarla de derecha?  La costumbre de construir argumentos y adjudicárselos al adversario, para luego demolerlo o criticarlo, es un signo de incultura y quizás, en algunos casos, de pereza mental.  

El plan La Gran Transformación seguramente tiene algunos errores y aspectos criticables, pero nadie podrá cuestionar que contiene una sólida propuesta de creación de mercados internos dinámicos a lo largo y ancho del país, y donde la inversión privada desempeña un papel fundamental. Es una propuesta que, de llevarse a cabo, permitiría culminar la construcción de la nación, la construcción de una comunidad política territorializada e integrada social y económicamente.

La inversión privada extranjera y nacional

Para que la inclusión social sea posible es fundamental que haya producción diversificada y demanda crecientes en todas las regiones del país, y cuando la producción (agrícola, agro-industrial, manufacturera) y la demanda se auto refuerzan, se crean y multiplican los empleos e ingresos.

Es fundamental entonces el sesgo manufacturero en el crecimiento y en el comercio de nuestro país, para transitar hacia altos niveles de ingreso per cápita y para superar la desarticulación sectorial y geográfica, la desigualdad social y económica, y la orientación primario exportadora de nuestra economía.  

Pero para que este cambio sea posible, el Estado tiene que generar las condiciones energéticas, infraestructurales e institucionales que hagan posible la expansión de la inversión y su orientación manufacturera, agrícola y agro-industrial.  El problema del subdesarrollo en nuestro país no es de bajo uso de capacidad y recursos, sino de orientación de la inversión productiva.

En nuestro país al igual que en los países desarrollados existe una relación estrecha entre las tasas de variación de la inversión (fundamentalmente privada) y la tasa de crecimiento del PBI.  Pero esta relación, por más significativa que sea, no dice nada respecto a la orientación sectorial de la inversión. No es casual que la inversión privada extranjera se dirija a los sectores primario-exportadores con alta renta natural. No tiene restricción de mercado, de capital humano ni de financiamiento.  Esto no ocurre con la inversión privada nacional. Los altos costos de transporte y la ausencia mercados dinámicos en la sierra y en la selva de nuestro país inhiben su expansión.

En La Gran Transformación  se proponen políticas para superar las restricciones que enfrenta la inversión privada nacional, así como también para superar el enorme déficit de infraestructura (puertos, almacenes, saneamiento, telecomunicaciones, ferrovías, carreteras, etc.) que limita nuestra competitividad, mediante concesiones y asociaciones publico-privadas. Aquí le cabe un papel fundamental a la inversión extranjera. En general, decimos que «las inversiones extranjeras que respeten los estándares laborales básicos, que transfieran tecnología, que respeten el medio ambiente y que tributen con justicia, serán bienvenidas».

Por qué hay que cambiar el actual estilo de crecimiento

Con el actual modelo es imposible la inclusión social y, por lo tanto, la integración de la Nación. Privilegia las inversiones extranjeras en la actividad primario exportadora que vende en los mercados externos y descuida el desarrollo de los mercados internos y la diversificación de la oferta productiva. El 77.8 % de las exportaciones son tradicionales y de éstas el 61.1% son de productos mineros.

En los años 2003-2010 la inversión extrajera remesó al exterior US$ 47,233.6 millones de utilidades, 2.3 veces el stock de inversión extranjera reportado por ProInversión (US$ 20,781 millones). En esos mismos años el superávit comercial acumulado fue de US$ 41,935.6 millones, cifra inferior a las utilidades expatriadas. Este es un proceso de descapitalización que el gravamen minero no morigera, sobre todo si se toma en cuenta que en esos mismos años y según ProInversión, la inversión extranjera habría ascendido a solo US$ 6,750 millones (el stock del 2010 menos el stock de 2002).  Si tomamos las cifras de Inversión extranjera del Banco Central que incluye reinversión de utilidades, durante los años 2003-2010 las utilidades reinvertidas habrían ascendido a US$ 27, 548 millones, US$ 3,444 millones anuales.

Finalmente, la economía de la última década es, además de primario exportadora, terciarizada. Lideran el crecimiento los sectores Minería e hidrocarburos,  Construcción, Comercio y también el sector Otros servicios que crece a una tasa parecida a la del PBI.

La Gran Transformación propone «forjar un nuevo modelo de desarrollo sobre la base de la construcción de una economía nacional de mercado abierta al mundo, que articule la costa, la sierra y la selva del país, desarrollando mercados locales y regionales internos, con trabajo digno y empresas nacionales competitivas».


Publicado en el Diario La Primera, el sábado 11 de febrero de 2012