Los voceros oficiales del gobierno están
pronosticando una franca recuperación de la economía el año 2015; aunque para este
año 2014, tanto el MEF como el BCR han bajado notoriamente sus pronósticos y
ahora apuestan por un crecimiento alrededor de 3.0%. El 2015 será mejor –dicen-
y pronostican una tasa de crecimiento del PBI de 6%. El ministro de economía ha
dicho que para impulsar el crecimiento se «reducirán los costos de transacción
y la informalidad» (es decir, la sobrerregulación y las trabas y barreras
burocráticas). Por su parte, el titular del Banco Central dijo que la economía
crecerá 6% el 2015 «solo si se recupera la inversión pública, se realizan a
tiempo las concesiones otorgadas y los proyectos mineros no encuentran nuevas
trabas».
El contexto externo: estancamiento y desorden
global
La desaceleración económica se debe
fundamentalmente a un cambio de signo en el contexto externo. La demanda
externa por los productos que exportamos no recupera las tasas de crecimiento
que registró en los años previos a la crisis de 2008-2009. Los precios de los
minerales ya no crecen, y China ha disminuido su tasa de crecimiento hasta
cerca del 7%. Por otro lado, Estados Unidos acaba de poner fin a su programa
mensual de compras de bonos, no obstante que no se registran aumentos
significativos en el empleo y en la producción, ni incrementos notables de la
inflación. Aunque todavía mantendrá su tasa de política cerca de cero, es claro
que en un futuro cercano elevará las tasas de interés, provocando salida de
capitales de los países como el nuestro.
Según J. Bradford DeLong, profesor de economía de
la Universidad de Berkeley- California, es muy probable que el desempeño de la
economía internacional en los próximos cinco años sea similar al que tuvo durante los
últimos dos años. A esto hay que agregarle un escenario político mundial más
conflictivo, un desorden global de duración impredecible, asociados al
conflicto en Medio Oriente, inestabilidad en Europa por las intervenciones de
Rusia en algunos territorios de su antiguo imperio, y los conflictos
territoriales en parte de Asia. Este desorden dificultará aún más la
recuperación de la economía internacional.
En consecuencia, ni las concesiones otorgadas a tiempo ni los proyectos
mineros sin trabas, y menos la reducción de los «costos de transacción»,
asegurarán un crecimiento sostenido de la economía peruana a partir de 2015 a
tasas superiores al 4% promedio anual.
Los efectos de la desaceleración del
crecimiento
La tasa de crecimiento del PBI se ha
derrumbado: cayó desde 5.1% anual en el primer trimestre de este año a 1.7% en
el segundo trimestre. Lo más probable es que el año termine con una tasa de
crecimiento por debajo del 3%. Es importante señalar, sin embargo, que esta
tasa de crecimiento será sólo el resultado del crecimiento de algunas
actividades terciarias de servicios, que aportan muy poco a la generación de
capacidad productiva per cápita. La inversión privada en los dos primeros
trimestres del año con respecto a similar periodo del año anterior ha
disminuido en 1.5%; y, la inversión pública prácticamente no ha crecido (0.5%).
Cuando la capacidad productiva per cápita no crece o se estanca, se expande el
sector informal y el subempleo.
De otro lado, las exportaciones ya no aumentan
como en los años de alto crecimiento del PBI. Entre agosto de 2011 y agosto de
2014, las exportaciones tradicionales se redujeron en 36.4%. Esto explica que
la desaceleración de la economía se debe fundamentalmente a la contracción de
la producción minera. Por otro lado, en el período comprendido entre diciembre
de 2011 y agosto de 2014, las exportaciones de productos no-tradicionales se
mantuvieron en una promedio de US$ 929.62 millones mensuales, con leves
fluctuaciones y sin tendencia al crecimiento. El estancamiento de estas
exportaciones explica el otro factor de la desaceleración económica: la
contracción de la producción manufacturera.
Con la desaceleración económica también se
desacelera el crecimiento de los ingresos tributarios del Estado. Su tasa de
crecimiento se reduce significativamente: de 17.5% en 2011, baja a 11.8% en
2012 y a 6.4% en 2013. Si la tendencia registrada entre los meses de enero y
setiembre de este año continúa, la tasa de crecimiento de los ingresos
tributarios se ubicara este año alrededor de solo 4%. El monto de la
tributación minera durante los tres primeros trimestres del año, es menor en
38.1% del total de la tributación efectuada en similar período del años 2013.
Como se comprenderá, este comportamiento de los ingresos tributarios hace
peligrar el sostenimiento de los gastos sociales del Estado.
A modo de conclusión
Los últimos gobiernos, fieles al recetario
neoliberal, no aprovecharon la oportunidad para incrementar la inversión
pública en infraestructura económica y social. Durante los años 1990-2000, la
inversión pública ascendía al 4.4% del PBI. Este porcentaje se redujo
ligeramente a 4.3% en los años de alto crecimiento 2003-2013. Durante el
segundo gobierno de Alan García se registró el mismo porcentaje de 4.3%, y en
los tres años que lleva el gobierno de Humala la inversión pública aumentó hasta
representar solo 5.3% del PBI. Dado nada asegura que los ingresos tributarios
aumenten como en los años de alto crecimiento económico, no hay razones para
esperar que los gastos en inversión pública aumenten de manera sustancial. Finalmente,
si la inversión pública crece en magnitudes que permitan sostenerla en 5.3% del
PBI, no será suficiente para reproducir el promedio de las tasas de crecimiento
económico de la última década.
Pubicado en el diario UNO, el sábado 1 de noviembre.
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