Saturday, April 27, 2013

El actual crecimiento no se basa en la productividad

Mi artículo «La estructura productiva de Perú en el largo plazo» ha provocado varias reacciones. Destaca la de un economista neoliberal que sostiene que «el gran crecimiento de los servicios», ocurrido en el período reciente, se «debe a cambios radicales en competitividad que le han dando a la economía una nueva fuente de crecimiento». A diferencia de antes, hoy ---dice--- «no estamos embarcándonos en proyectos fallidos».

El propósito de este artículo es mostrarle a todos los que piensan como este economista, que el crecimiento económico actual no se basa en la productividad.

Estructura productiva y estilo de crecimiento

En la estructura productiva de la economía peruana predominan los sectores terciarios (comercio y servicios) y la construcción, todos de baja productividad. Hay desempleo disfrazado (alto subempleo e informalidad) y la capacidad de compra de los salarios tiene poca importancia para el crecimiento económico. La agricultura es de bajísima productividad y ha perdido peso en la generación del PBI.

El desempleo y subempleo siguen siendo originados por la «escasez» de stock de capital con relación al trabajo, y por un desarrollo tecnológico que se concentra en reducidas actividades económicas que tienen poca capacidad de difusión, como es el caso de la minería y de algunos servicios. El grueso de la PEA ocupada no calificada y de baja productividad ya no se concentra  en el sector agrícola, sino en los sectores comercio, servicios y construcción. La economía crece con salarios reales estancados, no requiere de aumentos sostenidos en el número de mano de obra calificada, y las presiones inflacionarias que genera un incremento de la demanda se neutralizan con importaciones.

La fuerte penetración de importaciones y la apreciación cambiaria están, además, acentuado el escaso desarrollo industrial manufacturero del país. Con las políticas neoliberales, la economía se ha hecho más dependiente de bienes de inversión importados que reproducen una estructura productiva funcional al modelo de crecimiento primario exportador dependiente de los mercados externos. La economía crece descuidando a la industria y a la agricultura, y a los mercados internos, mientras privilegia la vinculación a la economía internacional con la exportación primaria y de productos con bajo procesamiento tecnológico.

En este tipo de economía, la creación de empleos demanda muy poco equipamiento de capital por trabajador, y no requiere trabajadores con altos niveles de calificación. Este es el caso de la construcción, del comercio y de la gran variedad de los servicios, que concentran el empleo de baja calificación y son de baja productividad, pero lideran el crecimiento.

Los cambios en la productividad de los sectores

El crecimiento de los sectores terciarios no se explica, entonces, por cambios importantes en la productividad y, por lo tanto, en su competitividad. La contribución de estos sectores al crecimiento de la productividad puede verse en mi artículo «Empleo y mercado interno en el modelo neoliberal: Una nueva hipótesis sobre el subdesarrollo», publicado en Garavito y Muñoz (eds.), Empleo y Protección Social, Fondo Editorial, PUCP, 2012.  

En 1993-2010 ---prescindimos de 1976-1992 que tiene varios episodios de crisis---, el crecimiento de la productividad se desacelera. Mientras en 1950-1975 ---que incorpora los años de industrialización sustitutiva de importaciones--- la productividad crecía a una tasa promedio anual de 3.0%, en 1993-2010 lo hace sólo a la tasa promedio anual de 1.8%. 

Para comparar lo que ocurre en los períodos 1950-1975 y 1993-2010, descomponemos la tasa de crecimiento de la productividad media, en dos efectos: a) el efecto crecimiento de la productividad sectorial; y, b) el efecto reasignación del empleo entre sectores.
Durante 1950-1975 la manufactura, el comercio y los servicios explican el 93.1% del crecimiento de la productividad media. Esta productividad crece básicamente porque crece la productividad de estos tres sectores: explican el 88.5% del efecto crecimiento, y este efecto explica, a su vez, el 75.5% del aumento de la productividad de la  economía.

Durante 1993-2010, el comercio y los servicios son responsables del 60.5% de la desaceleración del crecimiento de la productividad. Además, en estos sectores, el efecto reasignación del trabajo sobre el crecimiento de la productividad, es mayor. Son los que, junto al sector construcción, aumentan su participación en el empleo total.

En ambos períodos el efecto reasignación del trabajo en el sector Agricultura, fue negativo.  Su participación en la PEA ocupada se reduce a medida que pasa el tiempo. Lo mismo ocurre en el sector Minería, pero solo en 1950-1975. En el período 1993-2010, el efecto reasignación del trabajo tiene signo negativo en la manufactura: su participación en la PEA ocupada se reduce. Los efectos reasignación negativos, en ambos períodos, se traducen en aumentos de la participación del comercio y los servicios en la PEA ocupada.

A modo de conclusión

Las políticas y reformas neoliberales de las últimas dos décadas, cambiaron la estructura productiva del país a favor de sectores no transables (comercio, servicios y construcción) y sectores de extracción de recursos con alta renta natural. Se terciarizó y reprimarizó la economía, y se implementó un modelo pro exportador sobre la base de una competitividad espuria de reducción de costos unitarios de producción mediante el abaratamiento de la mano de obra.

 
Publicado en el diario La Primera, el sábado 27 de abril.

Saturday, April 20, 2013

El reciente crecimiento económico: ¿Milagro Peruano?

Hay economistas y analistas aficionados a la economía que, a propósito del notable crecimiento económico de los últimos años, hablan de un «milagro peruano». Lo dicen no porque sea un resultado de la buena suerte, sino porque, en un país acostumbrado a las «malas políticas», perciben como un milagro que se estén aplicando buenas políticas macroeconómicas de manera sostenida. Lo curioso es que entre estas políticas mezclan, junto a la fiscal y monetaria, la flexibilidad cambiaria. Es curioso porque no reparan en los efectos anti-industriales de la apreciación cambiaria originada, en parte, por el continuo influjo de capital internacional, ni toman en cuenta la histórica restricción externa al crecimiento de largo plazo de nuestra economía.

La restricción externa

Los ciclos económicos en Perú están asociados a los ciclos de la economía internacional y/o a los ciclos de los precios de los minerales. Hay bastante evidencia empírica sobre este hecho. Por eso no es una novedad el alto crecimiento reciente. En los años sesenta crecimos por varios años, incluso a tasas más altas.

Tampoco es nuevo que el crecimiento actual sea acompañado por un vector de exportaciones dominado por los productos tradicionales, entre los cuales destacan los minerales. A comienzos de este siglo, estos productos representaban el 72% del total exportado y en los últimos tres años alcanzaron un promedio de 76.8%.  No hay cambios significativos a favor de las exportaciones no-tradicionales.

Lo que sí es nuevo, es la notable penetración de importaciones que ha sufrido nuestra economía en las últimas décadas. No solo importamos más de lo que producen juntos la agricultura y la manufactura, sino que la propensión media a importar ---el ratio de importaciones a demanda interna--, se ha más que duplicado: de 10.2% en 1987 se pasó a 18.4% en 1997 y a 22.6% en 2008, todos años-pico del ciclo económico. En el año 2012 ésta propensión registra el valor de 21.9%. Aumentó significativamente, por lo tanto, la elasticidad de las importaciones respecto a demanda interna. En el período 1957-1975, que incluye los años de auge de una industria adicta a importaciones, la elasticidad era de 1.2; y, en el período 1990-2012, años de dominio de las políticas neoliberales, subió a 2.33.

El crecimiento espectacular de las importaciones originado por las políticas neoliberales, está conspirando contra el superávit comercial asociado a los todavía altos precios de los metales. Este superávit ya muestra una tendencia a la reducción: fue equivalente a un promedio de 4.9% del PBI en el años 2010-2011, y se redujo a 2.3% del PBI en el año 2012. Es importante señalar, además, que desde la segunda mitad del año 2011, hay una tendencia decreciente de las exportaciones. En febrero de este año comparado con el mismo mes del año 2011, las exportaciones se redujeron en 20.9% y las exportaciones tradicionales cayeron en 25%. En el mismo período las importaciones totales crecieron 11%.  Esto significa que se está reduciendo el estímulo al crecimiento por el lado de boom de los precios de los commodities.
 

Podemos afirmar, entonces, que las políticas que desregularon los mercados y el sector externo de la economía, han acentuado la restricción de la balanza de pagos al crecimiento de largo plazo de la economía.

La descomposición del crecimiento económico

El deterioro del sector externo no es resultado sólo de la desregulación neoliberal y de las rebajas arancelarias contempladas en el TLC firmado con China, sino también de la caída sistemática del tipo de cambio real desde el primer mes del segundo gobierno de Alan García, y del impulso al crecimiento mediante la expansión de la demanda interna para contrarrestar los efectos de la desaceleración de la economía internacional.

La expansión de la demanda interna no sólo produce un aumento significativo de las importaciones, sino también un efecto sustitución negativo, es decir, una pérdida de mercado interno. Entre el 2006 y el 2012 se perdió mercado en un promedio equivalente a un punto porcentual del crecimiento del PBI. Este crecimiento fue de 6.9% promedio anual. Además de la pérdida de mercado, el coeficiente de exportaciones a producto se redujo de 20.5% en 2006 a 17.7% en 2012, revirtiéndose así su tendencia creciente que alcanzó un máximo (21.9%) en 2005.

Si se compara la estructura del crecimiento económico durante 2006-2012, con la estructura del crecimiento durante 2001-2006, es notorio que en el primer periodo se exacerba la penetración de las importaciones en el mercado interno, al mismo tiempo que cambia la tendencia del coeficiente de exportaciones. Por otro lado, solo en el período 2006-2012 la demanda externa afecta al crecimiento del PBI: lo reduce en 1.28 puntos porcentuales.

A modo de conclusión

Cuando la matriz productiva de una economía es poco diversificada, el impulso al crecimiento económico mediante la expansión de la demanda interna, impacta negativamente sobre su sector externo. Parte importante de este impulso se va a importaciones. El gasto de inversión tiene un alto componente importado que ha crecido con la desregulación neoliberal. En el año 1997 las importaciones de insumos y bienes de capital constituían el 54.1% de la inversión privada; este porcentaje subió a 86.4% en el año 2011. Hemos corrido demasiado para permanecer en el mismo sitio, como en el país de la Reina en «Alicia a través del espejo» de Lewis Carroll.    



Publicado en el diario La Primera, el sábado 20 de abril.

Saturday, April 13, 2013

La estructura productiva de Perú en el largo plazo

Martín Tanaka dice «no sabemos guardar pan para mayo», en su comentando sobre el artículo de Bruno Seminario y Nikolai Alva, «El PIB, tres siglos pasados y media centuria venidera». Este artículo es parte del reciente libro Visiones del Perú en 50 años, editado por Bruno Seminario, Cynthia Sanborn y Nikolai Alva.

Tanaka se sorprende que el producto per cápita del Reino Unido haya pasado de ser 2.4 veces el producto per cápita de Perú en 1700 a 4.1 veces en 2010,  no obstante que Perú registrara tasas de crecimiento mayores a las del Reino Unido en gran parte de los años de los últimos tres siglos.

La explicación de Tanaka

Esta divergencia o paradoja, según Tanaka, se entiende «por el fuerte carácter “pendular” de nuestra economía». Períodos de crisis intensos y prolongados –dice-- hacen que se pierdan los «periodos de bonanza que nos hubieran permitido “ponernos al día” con otros países». Luego de mencionar también la divergencia con Chile, Tanaka sentencia «tenemos históricamente la capacidad, habilidad, recursos, para aprovechar momentos de bonanza, pero no sabemos “guardar pan para mayo” ni evitar desplomes futuros».

Lo que Tanaka no entiende es que muchas de estas divergencias se explican no tanto porque «no sabemos guardar pan para mayo», sino porque desde la colonia los ciclos económicos de Perú han seguido a los ciclos de los precios de las materias primas y del  mercado internacional. Además, como sucede ahora, los períodos de auge han sido acompañados por salidas de capital mayores que las entradas por inversiones extranjeras. Por ejemplo, durante 2006-2012, período en el que PBI crece a la tasa promedio anual de 6.9%, los capitales extranjeros expatriaron 66 mil 369 millones de dólares de utilidades y solo ingresaron como inversión extranjera directa 52 mil 239 millones de dólares, de los cuales 34 mil 111 millones dólares constituyen reinversiones.

Por lo tanto, sólo tiene un sentido figurado la afirmación de Seminario y Alva, que Perú podría tener en 2062 un producto per cápita similar al de un país desarrollado, si la tendencia de crecimiento actual siguiera sin interrupciones. Cuando el crecimiento económico es dependiente de factores externos, como ocurre actualmente, estamos condenados a «correr como caballo y parar como borrico».

Tasas de crecimiento similares, por ejemplo, entre dos países, no pueden conducir al mismo resultado en términos de producto per cápita y oportunidades de empleo, cuando uno de ellos lo hace industrializándose y el otro lo hace exportando materias primas. En las depresiones, el primero, a diferencia del segundo, pierde muy poco de lo que «ganó» en los períodos de auge.

Estructura productiva y estilo de crecimiento

Las instituciones económicas de nuestro país se han caracterizado por la fácil extracción de rentas y por ser contrarias a la innovación y, por lo tanto, a la diversificación productiva. Al respecto, no es casual que Seminario y Alva mencionen, por ejemplo, «la gran expansión industrial británica durante el siglo XIX». El extractivismo político y económico en nuestro país, ha sido prácticamente una constante desde la colonia.

Según información de un trabajo más extenso de Seminario, el PBI de Perú en 1795 tenía la siguiente composición: Agro 45.2%, Industria 10.8%, Servicios 35.5% y Minería 8.5%. Cerca de siglo y medio después --según el artículo de R. A. Ferrero «La Realidad Económica del Perú», publicado en marzo de 1943 en «El Trimestre Económico»--, la composición del PBI no había variado de manera significativa: Agro 34.4%, Industria 11%, Servicios 33.3% y Minería 19.3%. Así, al inicio de la segunda mitad del siglo XX, la estructura productiva de Perú seguía siendo fundamentalmente agrícola y de servicios, con un sector minero que variaba su participación de acuerdo al ciclo del mercado internacional. En esos dos sectores tradicionales se encontraba el 81% de la PEA ocupada y sólo el 1.8% del empleo le correspondía a la Minería.

Los teóricos del desarrollo de los años cuarenta y cincuenta se referían a esta estructura productiva como característica del subdesarrollo. Lo que ocurrió después ya no aparece en las discusiones sobre la definición del subdesarrollo. La literatura económica dominante ha pasado a denominar a países como el nuestro como pertenecientes a «economías de mercados emergentes».

A modo de conclusión: la nueva característica del subdesarrollo

La estructura productiva de la economía peruana de los años 2001-2011, sigue siendo tradicional y de baja productividad: el 84.7% de la PEA ocupada se encuentra en los sectores Agrícola (30.7%) y de Servicios (54.0%), y en estos dos sectores se encuentra el grueso de las empresas de «1 a 10 trabajadores»  de baja productividad y bajos ingresos. Pero, lo que ha cambiado notoriamente es la participación de estos dos sectores en la generación del PBI: la del Agro ha bajado a 8.5% y la de los Servicios ha subido a 64.9%, que en total representan el 73.4% del PBI. Por otro lado, la ubicación relativa de la Industria no ha variado mucho: emplea al 10.4% de la PEA ocupada y explica el 15.1% del PBI. Por su parte, la Minería sigue dominando en las exportaciones, pero participando con muy poco en la generación de empleo y del PBI. En consecuencia, para crecer sobre la base de la productividad, hay que desarrollar mercados internos desarrollando la industria y la agricultura. Ferrero decía que industrializarse «es una necesidad vital». Es la mejor ruta que la primario-exportadora –reiteramos-- para elevar el nivel de vida de la población.



Publicado en el diario La Primera, el sábado 13 d abril.

Saturday, April 06, 2013

El significado del llamado milagro económico peruano

El año 2012 terminó con un crecimiento del PBI de 6.3%. En los últimos ocho años el PBI ha crecido a una tasa promedio anual de 6.98%. Este crecimiento sostenido se produjo en un entorno macroeconómico de baja inflación. Por eso, políticos y economistas con poco conocimiento de la historia económica y de las teorías del crecimiento y del desarrollo, consideran que este desempeño del PBI ha sido el mejor de la historia contemporánea de  nuestro país. Llegan incluso a afirmar que este desempeño ha sido el resultado de la aplicación de «buenas políticas» y no de la «suerte de haber contado con un contexto externo con precios de los minerales muy altos.

El estilo de crecimiento actual

Para empezar, como ya lo hemos dicho en otra oportunidad, el período 1959-1967 es otro período de alto crecimiento económico. El PBI crece en esos ocho años a la tasa promedio anual de 7.2%. Pero, como veremos más adelante, el estilo de crecimiento actual es totalmente diferente: es menos industrial y más dependiente de importaciones. El neoliberalismo ha consolidado una estructura productiva de servicios de baja productividad y primario exportadora.

El impulso del crecimiento proviene de los altos precios de los minerales y es liderado por los sectores de producción de no transables: Comercio, Servicios y Construcción. Como puede verse en el Gráfico 1, estos sectores, junto con el de Hidrocarburos, crecen en los últimos doce años por encima del PBI. La Manufactura y la Agricultura, sectores fundamentales para la diversificación productiva, se rezagan. Como crecen menos, pierden peso en la estructura del PBI.


Este cambio estructural provocado por las políticas neoliberales comienza en los años de la década de los noventa. En el Gráfico 2 se puede apreciar que el liderazgo del crecimiento lo tienen los sectores de Minería metálica y Construcción. Son años de bajo crecimiento económico: el PBI crece de 1990 al 2000 a una tasa promedio anual de 3.97%. Entre el 2000 y el 2012, la tasa de crecimiento promedio anual del PBI fue de 5.82%.


El importante crecimiento de la Minería Metálica entre 1990 y 2000, comparado con el de los últimos doce años, se explica básicamente por los precios de los minerales: el valor de las exportaciones de estos productos es mucho mayor que el registrado en la década de los noventa. De otro lado, es importante destacar que la manufactura crece por debajo del PBI e incluso de la producción del sector Comercio. Es claro, además, que con la apertura comercial y los tratados de libre comercio, la producción del sector Agrícola, así como de la Manufactura, va perdiendo importancia en la última década. 

En resumen, las políticas neoliberales han consolidado una estructura productiva poco diversificada y donde la producción de los sectores Comercio, Servicios y Construcción representa el 70.5% del PBI. Cerca del 60% de los trabajadores están empleados en estos sectores que, en general, son de baja productividad. Este tipo de trabajadores de baja calificación y productividad aumenta al 88.1% del total, si se incluye al sector Agricultura, que sigue siendo fundamentalmente tradicional. El milagro económico, entonces, corresponde a un estilo de crecimiento basado en exportaciones primarias y en la producción de no transables de baja productividad; y, su impulso proviene de una demanda externa que todavía mantiene a los precios de los minerales en niveles históricamente muy altos.
Desindustrialización y dependencia de importaciones

El crecimiento del período 1959-1967 fue liderado por la manufactura que se expandió sustituyendo importaciones. En el año 1970, luego de ese intenso proceso sustitutivo, el total de importaciones representaba el 34.4% de la producción manufacturera. Este porcentaje subió a 54.9% en 1974 y durante los años del neoliberalismo esta relación cambió notablemente: en el año 1997 el total de importaciones equivalía al 92.3% de la producción manufacturera y en el año 2005 este porcentaje se elevó a 101%. En la actualidad, según cifras preliminares del INEI, el total de importaciones se aproxima al 140% del valor de la producción manufacturera. Peor aún, el valor de las importaciones es mayor que el valor conjunto de la producción agrícola y manufacturera.

El neoliberalismo nos ha hecho mucho más dependientes de importaciones que en los años en los que floreció la «teoría de la dependencia». Se ha producido en estas últimas dos décadas un proceso inverso al de la sustitución de importaciones de los años sesenta, proceso que se ha acentuado con la continua apreciación de la moneda local desde el inicio del segundo gobierno de Alan García.

La sostenida apreciación del sol, nos ha hecho perder competitividad con nuestros principales socios comerciales de la región latinoamericana, como se muestra en el cuadro siguiente.


A modo de conclusión

«Los países no se especializan, los países se diversifican».  Esta es la recomendación de una buena política económica que ninguno de los últimos gobiernos ha puesto en práctica. Sin el impulso de la industrialización y del desarrollo agrícola no habrá empleo digno ni crecimiento basado en la productividad. Sin industrialización tampoco será posible superar la restricción externa que hoy se ha acentuado. Además, si no nos industrializamos, seguiremos participando como productores de materias primas en  comercio internacional. Como país minero que no aprovecha sus ventajas para industrializarse, seguiremos por la ruta del extractivismo y no de la inclusión social. 


Publicado en el diario La Primera, el sábado 6 de abril.