Monday, January 26, 2009

La economía política del retorno de Carranza

Cuando Luis Carranza renuncia al MEF la discusión entre los que le adjudicaban haber sobrecalentado a la economía y los que sosteníamos que se había convertido en el responsable del deterioro del sector externo, no concluía. Era el mismo debate entre los que abogaban por restricciones monetarias y fiscales por el temor a la inflación, y los que, como nosotros, al lado de los industriales nacionales, llamábamos la atención sobre la creciente pérdida de mercado interno por la penetración de las importaciones y alertábamos sobre la configuración de una tendencia hacia la crisis del sector externo. Hay que recordar que este debate se desarrollaba cuando a nivel internacional ya existían signos evidentes de una crisis financiera de envergadura.

Del temor a la inflación al temor a la recesión
Ganó el temor a la inflación por el trauma presidencial que le causó el desastre hiperinflacionario de su primer gobierno y a la pérdida de su popularidad por el efecto del aumento de los precios en la capacidad de compra de las clases populares. Luis Carranza, el ministro que pronosticaba que los altos precios de las materias primas y el crecimiento de 7 u 8% de la economía peruana se prologaría por 20 años, invadió los dominios del BCR para bajar la inflación con rebajas arancelarias, pero sin éxito alguno. Fue sustituido, entonces, por Luis Valdivieso, alto funcionario del FMI, ducho en la imposición de políticas fiscales contractivas. Entró al MEF con la idea de recortar 5 mil millones de soles. Perú no podía ser más difícil que Rusia, decía Valdivieso; pero, sólo pudo recortar cerca de un mil quinientos millones de soles.

Alan García se había comprado la idea del crecimiento ininterrumpido y, no obstante los signos evidentes de la magnitud de la crisis internacional, peroraba sobre el blindaje de la economía y la importancia de la confianza para no parar las inversiones. Pero este engaño y entusiasmo no le duró mucho.

El mutilador de gastos gubernamentales, Luis Valdivieso, pocos meses después de haber asumido el cargo --cuando Alan García ya no insistía en su idea del blindaje económico y es ganado por su temor a una recesión asociada a la crisis internacional--, recibe el encargo de formular un plan anticrisis, es decir, formular nada menos que políticas fiscales expansivas. Era pedirle demasiado a un especialista convencido de que los estímulos fiscales tienen efectos inflacionarios.

Las críticas de Carranza al Plan Anticrisis
Poco después de anunciado el plan anticrisis, el 17 de diciembre, Luis Carranza, ex-ministro de Economía y Finanzas y a la sazón asesor presidencial, criticó la tardanza en darse el plan anticrisis y la lentitud de su ejecución. Pero también cuestionó la decisión del BCR de no reducir la tasa de interés de referencia para activar la economía pues, según él, «la inflación bajaría en el largo plazo creando espacio para recortar la tasa de interés». Sin embargo, inmune a las críticas, Valdivieso seguía preocupado por impedir que se confundiera el plan, supuestamente contracíclico, con populismo.

Carranza señaló, además, que el monto de S/. 10 mil millones, era «correcto y adecuado en proporción al PBI»; y, al igual que Cáceres Sayán de la CONFIEP, pidió que se acelere la ejecución de los proyectos y modelos de inversión: «A nivel de la gestión pública hay que asegurarse de que no haya ninguna demora en la ejecución de este paquete», dijo. Se refería sin duda a los modelos de asociación público-privada, al pago de impuestos por obras, a las concesiones liberales del Estado; es decir, a modelos donde el Estado asume los mayores riesgos generando enormes oportunidades de ganancias rentistas para el sector privado.

¿Del deterioro a la crisis del sector externo?
A tono con las críticas de Carranza el presidente Alan García anunció que el reglamento de las asociaciones público privadas debía aprobarse tal como estaba. Sin duda no contaba con el visto bueno de Valdivieso, pero la CONFIEP presionaba y sigue presionando a través de los medios para que se acelere la ejecución de «los modelos de inversión» del plan anticrisis.

Lo que nos importa señalar, sin embargo, es que la mezcla de más gasto fiscal y menor tasa de interés de referencia del BCR que propone Carranza, solo agravará el déficit del sector externo si se sigue manteniendo el tipo de cambio a costa de crecientes pérdidas de reservas internacionales. Las políticas fiscal y monetaria expansivas, aumentará la demanda interna, reactivando la economía, y, por lo tanto, aumentando la demanda de importaciones, en un contexto internacional de recesión económica que deprimirá aún más nuestras exportaciones. Con ello, se acentuará el déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos, acrecentando la presión al alza del tipo de cambio.

A modo de conclusión: ¿se agotarán las reservas internacionales?
En el primer período de Carranza se configuró, con las rebajas arancelarias y la caída del tipo de cambio real, una tendencia al deterioro de la cuenta corriente de la balanza de pagos. Después de varios años consecutivos de superávit, estos se redujeron en el año 2007 y se convirtieron en déficit en el año 2008. Cuando la inflación se alejó de la meta fijada por el BCR, se usaron varios instrumentos para combatirla, entre ellos nuevas rebajas arancelarias. No se tuvo éxito. Con la sustitución de Carranza por Valdivieso, se quiso combatir la inflación bajando la presión de demanda. La inflación de 2008 terminó en 6.65%, no bajó como se creía. La crisis internacional que se revela profunda desde el último trimestre de 2008 revive la preocupación por el crecimiento económico. Vuelve Carranza para expandir la demanda y deteriorar más el sector externo. García y Carranza piensan que hay suficientes reservas internacionales para evitar una crisis del sector externo. ¡Que Dios nos ayude!


Publicadoen el Diario La Primera

Sunday, January 25, 2009

El retorno de Carranza: ¿desatará la crisis?

Por Pedro Francke y
Félix Jiménez
Profesores de la PUCP

Alan García le encomendó a Luis Valdivieso la tarea de abatir la inflación, cuando él mismo ya morigeraba su entusiasmo de crecer a ritmo Chino y empezaba a difundir su teoría del blindaje de la economía frente a los evidentes signos de crisis internacional. Valdivieso era un funcionario del FMI curtido sólo en experiencias de recortes notables de gastos gubernamentales. Cuando entró al MEF tenía la idea de recortar 5 mil millones de soles del presupuesto; pero, sólo pudo recortar cerca de un mil quinientos millones. Pocos meses después, cuando el presidente dejó de lado su teoría del “blindaje” de la economía frente a la crisis internacional, Valdivieso recibió el encargo de formular un plan anticrisis que, por donde se le mire, tenía que incorporar políticas fiscales expansivas y no contractivas. Era pedirle peras al olmo.

A pocos días de anunciado el llamado “plan anticrisis”, Luis Carranza, ex ministro de Economía y Finanzas y a la sazón asesor presidencial, criticó la tardanza en darse el plan anticrisis y la lentitud de su ejecución. También cuestionó la decisión del BCR de no reducir la tasa de interés de referencia para activar la economía, pues, según señaló, la inflación bajaría en el largo plazo. El monto de S/. 10 mil millones dijo, es «correcto y adecuado en proporción al PBI»; pero, al igual que Cáceres Sayán, pidió que se acelere la ejecución de los proyectos de inversión: «A nivel de la gestión pública hay que asegurarse de que no haya ninguna demora en la ejecución de este paquete», sentenció. Hoy resulta claro que se trataba de una serruchada de piso contra Valdivieso, alentada por el propio Presidente García.

En este contexto, ¿qué se puede esperar de la segunda gestión de Carranza? En síntesis: más gasto público en infraestructura pero la misma política neoliberal de apertura comercial, beneficios especiales a los grandes inversionistas y las mínimas concesiones políticamente posibles a los trabajadores y sectores sociales.

Más rápido ahora: ¿rumbo al precipicio?
La mezcla de más gasto fiscal y menor tasa de interés de referencia del BCR, preconizada por Carranza y deseada por García, si se aplicara, serviría para evitar una recesión abrupta. Al mantener la demanda agregada, la economía podría seguir creciendo. ¿Cuánto? Todo dependerá de la fuerza real que tenga el gasto público en infraestructura, que puede tener serios cuellos de botella en los problemas de las gestiones ministeriales.

La nueva política García-Carranza mantendría, junto a una demanda agregada con alto crecimiento, un tipo de cambio congelado y las rebajas arancelarias. Ya antes Carranza se distinguió precisamente por reducir los aranceles, promover TLCs y apoyar el retraso cambiario, generando déficits en cuenta corriente de cerca del 4% del PBI en la primera mitad del 2008. Pero ahora, en el contexto de la crisis internacional, tal política agravará el déficit del sector externo y acelerará la pérdida de reservas internacionales.

Al aumentar la demanda interna y mantenerse relativamente baratos los precios de las importaciones, estás seguirán a los elevadísimos ritmos actuales, que superan los US$ 2,500 millones mensuales. Al mismo tiempo, el contexto internacional de recesión económica ya ha significado una caída del superávit comercial de 7.8% del PBI en el año 2007 a 3.3% en los primeros nueve meses del año 2008, y la caída sigue. Al deterioro comercial y de la cuenta corriente se suma la reducción de la inversión extranjera. Todavía tenemos reservas internacionales, pero la fuerza y duración de la crisis internacional hacen prever que hay un serio riesgo de su agotamiento, si se sigue impidiendo que suba el tipo de cambio. Y ese sería un problema muy grave, a evitar a toda costa, porque en ese caso una maxidevaluación y crisis financiera, serán muy difíciles de evitar. Además, la consecuencia sería una abrupta recesión.

Este era un problema que ya habíamos advertido muchos meses atrás, y que hoy se hace mucho más evidente. Desde fines del 2007 y hasta la primera mitad del 2008, cuando Luis Carranza renuncia al MEF, alertamos sobre la creciente pérdida de mercado interno por la penetración de las importaciones y la configuración de una tendencia hacia la crisis del sector externo. Hay que recordar que este debate se desarrolló cuando a nivel internacional ya existían signos evidentes de una crisis financiera de envergadura. Pero en julio 2008 ganó en Alan García el temor a la inflación, por el trauma que le causó el desastre hiperinflacionario de su primer gobierno y convencido por Carranza de que la crisis era leve, pasajera y no nos traería problemas. Así llegó el “mago” Valdivieso sacando de su sombrero la tijera de los recortes en el gasto social y de inversiones públicas.

¿Cuál gasto fiscal?
Si hoy la Confiep se ha pasado al keynesianismo y los neoliberales promueven una política anticíclica de aumento del gasto público, no es solamente por haber mejorado sus conocimientos ante los debates nacionales e internacionales. Es también por amor a los chicharrones. Du Bois y la Confiep insisten en que les permitan pagar impuestos con obras, retrocediendo a una política tributaria casi feudal. Asimismo, promueven que el reglamento de las asociaciones público-privadas les permita que los empresarios privados decidan sin planificación estatal qué obras de infraestructura hacer, pero que luego el Estado igual cubra parte de sus costos y casi todo el riesgo.

Ni hablar desde luego, de ningún atisbo redistributivo: ni impuestos a las ganancias de capital, ni aporte especial por las mineras y bancos que hicieron ganancias extraordinarias, ni centímetro de reforma en las AFPs que perdieron 40% de nuestra plata pero se dan lujo de subirnos las comisiones.

La gente
Mientras tanto, la crisis sigue su marcha. Según una reciente encuesta 33% de la gente sabe que en su trabajo han reducido personal. La industria textil fuertemente golpeada por las importaciones de China e India a precio dumping. Cincuenta mil empleos se han perdido en Lima. Cinco mil mineros despedidos. Los precios que reciben los productos agropecuarios por productos como espárragos, el arroz o el café, se han ido al piso. También han caído los precios internacionales del trigo y el maíz, pero los precios que se pagan en la ciudad por el pan no han variado y el pollo ha vuelto a subir.

Las medidas del gobierno para enfrentar la crisis (porque a eso definitivamente no se le puede llamar plan) poco o nada tienen para que los trabajadores, los agricultores y las amas de casa no sigan sufriendo los efectos conjuntos de la crisis y de la aplicación de un modelo neoliberal que los pone al final de la cola de los beneficios pero como los primeros en sufrir golpes y pérdidas económicas.
Publicado en el diario La República