Varios economistas han afirmado
recientemente que el Banco Central no está acompañando el impulso fiscal del
gobierno. Más precisamente han afirmado que el Banco Central no está bajando la
tasa de interés de referencia para fortalecer los efectos supuestamente
reactivadores de las medidas adoptadas por el MEF. Julio Velarde, presidente de
su directorio, nombrado por Alan García y ratificado por Ollanta Humala, ha
respondido (véase La República, 07-12-14) afirmando, ofendido, que «es injusto
decir que no hemos reaccionado ante la desaceleración del crecimiento
económico».
En lo que sigue vamos a mostrar que
Velarde no tiene razón; que, por el contrario, su política cambiaria configuró una
estructura productiva menos industrial y más productora de no-transables,
estructura que ahora constituye una restricción al crecimiento. La política
cambiaria de Velarde nos ha dejado con motores internos deteriorados y, por lo
tanto, sin capacidad de sustituir al motor externo que actualmente se encuentra
apagado.
Las explicaciones de Velarde
Es verdad que por lo menos hasta
octubre de este año --como dice Velarde-- no hubo impulso fiscal, pues de enero
a octubre la inversión pública cayó en cerca del 2%. Y ¿qué hizo el Banco
Central mientras las medidas impulsadas por el MEF no impedían la caída de la
inversión pública? Velarde responde: «el Banco Central venía reduciendo el
encaje desde junio del año 2013». Pero no reconoció que los efectos de estas
reducciones demoran o se pierden en el camino y que, por lo tanto, no cumplen
su cometido. El encaje es un instrumento de política monetaria ineficiente. Velarde
evade su responsabilidad. No nos dice por qué utiliza un instrumento
ineficiente si sabe que los bancos –sobre todo en la situación actual--, son
más cautelosos en la promoción de su oferta de créditos.
¿Por qué no utiliza la tasa de interés
de referencia, instrumento que introdujo en los años 2001-2003 el directorio
del Banco Central de ese entonces? Otra vez, sin reconocer su responsabilidad
de haber permitido durante su gestión que los créditos se dolaricen, dijo: «Cuando
se tiene que la mitad del crédito de las empresas está en dólares, no es
simplemente ver en cuánto bajar la tasa de interés en soles, sino también
observar qué pasa con el tipo de cambio».
Los lectores recordarán que tanto
Velarde como Castilla afirmaban que no les preocupaba la apreciación cambiaria.
Que esta apreciación era la expresión de la fortaleza de la economía. Recordarán
que en mayo de 2012 Velarde dijo que no le preocupaba la apreciación del sol,
sino el fuerte rebote del tipo de cambio. Así, implícitamente responsabilizaba
de la recurrente caída del tipo de cambio a otros factores, y no a su mezcla de
medidas y a sus tímidas intervenciones en el mercado cambiario.
Durante cerca de siete años dejaron
que los empresarios productores de bienes transables, perdieran competitividad.
Permitieron, precisamente en los años de alto crecimiento impulsado por un
motor externo (por la creciente demanda mundial y los incrementos en los
precios de los minerales), que la moneda se apreciara de manera recurrente configurando
una estructura de precios relativos contraria a la producción de transables, que
debilitó e impidió la expansión y modernización de la industria y de la
agricultura.
Si los motores internos del
crecimiento se deterioraron con ese tipo de política cambiaria, ¿cómo puede sentirse
ofendido Velarde cuando le dicen que «no han reaccionado ante la desaceleración
del crecimiento económico»?.
La actual preocupación por el alza del
dólar
Desde setiembre de 2012 el Banco
Central cambio su política que consistía en mezclar diversos instrumentos en
momentos distintos: compras de dólares en cantidades variables, incrementos en el
encaje marginal en dólares y emisiones de Certificados de Depósito no
transables. La nueva política anunciada por Velarde en setiembre de 2012, se
dirigía supuestamente a enfrentar la apreciación cambiaria. Esta nueva política
consistía en comprar dólares en montos fijos para «introducir más volatilidad
en el tipo de cambio. Al tener una cantidad fija de intervención –dijo Velarde--,
incluso si está comenzando a subir el tipo de cambio seguiríamos comprando, y
eso haría que suba un poco más». Velarde tenía la esperanza que esto generaría
un poco más de volatilidad en el tipo de cambio, que desalentaría la
especulación a la baja y el incremento del crédito en dólares.
Desafortunadamente para Velarde su
nueva política no frenó la caída del tipo de cambio real. De agosto de 2006 a
enero de 2013, los tipos de cambio reales, bilateral y multilateral,
disminuyeron en 26.9 y 14.9%, respectivamente; y, de agosto de 2012 a enero de
2013 las caídas en los tipos de cambio reales, bilateral y multilateral, fueron
de 3.1% y de 1.0%. Lo que ocurrió después no tiene nada que ver con su «nueva
política» cambiaria.
El anuncio del cambio en la política
monetaria de los Estados Unidos y la consecuente salida de capitales, modificó
la sistemática caída del tipo de cambio real. Si no fuera por este hecho,
habría que decirle a Velarde que su «nueva política» fue contraproducente. La
razón es que, según el propio Velarde, no se puede ahora bajar la tasa de
interés porque desde el año 2013 se registra «una presión al alza del tipo de
tipo de cambio enorme». En efecto, de enero a octubre de 2013 los tipos de
cambio reales, bilateral y multilateral aumentaron en 7.1% y 6.2%,
respectivamente. En los meses siguientes hasta noviembre de este año, sólo
aumentó el tipo de cambio bilateral (4.1%).
A modo de conclusión
Velarde no ha aprendido la lección.
Una gestión como la de él, que no fue capaz de impedir la dolarización de los
créditos y que dejó caer el tipo de cambio real, es ineficiente. Ante el nuevo
contexto monetario internacional reacciona tarde y preocupado por los efectos
de lo que dejó de hacer.
Publicado en el Diario UNO, el sábado 13 de diciembre.
Publicado en el Diario UNO, el sábado 13 de diciembre.
No comments:
Post a Comment