La economía peruana ya no contará, por mucho
tiempo más, con un contexto externo favorable (tasas de interés bajas, crecientes
influjos de capital, altos precios de los minerales, y demanda externa en
aumento), que fue el motor de su alto crecimiento en la última década, pero
también la fuente de su vulnerabilidad ante shocks externos adversos. En
consecuencia, ha llegado la hora de cambiar el actual estilo de crecimiento
neoliberal.
Baldwin sobre el Plan de diversificación
productiva
Este cambio no será posible con el plan de
«diversificación productiva» del actual gobierno. Esto es lo que le dio a
entender Richard Baldwin a su principal promotor, el ministro Ghezzi. El
profesor Baldwin --del Graduate Institute
de Ginebra y que estuvo en Lima la
semana pasada invitado por la PUCP--, le dijo a Ghezzi que no es posible lograr
la diversificación productiva insertando las unidades productivas peruanas en
las cadenas de valor de la economía global.
Los argumentos de Baldwin fueron elocuentes. No hay
capacidad tecnológica y no se puede competir con aquellas economías que se
encuentran más cerca de las economías de Estados Unidos, Alemania o Japón que son
las que tienen el liderazgo en la tecnología. Sabemos, además, que las
estrategias y el dinamismo de las cadenas globales de valor son definidos por
las grandes empresas transnacionales. Perú, por lo tanto, no podría actuar
activamente en las cadenas. Si la participación en las cadenas globales fuera
posible, tampoco permitiría superar la vulnerabilidad externa de la economía,
exacerbada por las políticas neoliberales de las últimas décadas.
Ghezzi cree que el Estado debe intervenir en la
economía solo donde hay «fallas de mercado». No sabe que en la sierra y en la
selva del Perú, no hay mercados, y los pocos que existen son reducidos y poco
dinámicos. Es posible que tampoco lo supiera Richard Baldwin, pero saberlo no
era necesario para sostener una concepción de la intervención del Estado
distinta. «Estoy convencido de que cuando se trata del desarrollo de un país
–dijo--, es importante que el gobierno se involucre en el proceso de industrialización.
Diversificar y generar industrias fuertes debe manejarse igual que desarrollar
una nueva área urbana, necesitas a alguien que decida por dónde irán las
carreteras, la tuberías y los cables de electricidad».
No sabemos si Ghezzi y Baldwin conversaron sobre
los otros dos ejes del plan de «Diversificación Productiva». Sin embargo, queda
claro que si Perú no puede participar activamente en las cadenas globales de
valor, tampoco tiene sentido su segundo eje: las desregulaciones (Ghezzi las
denomina «perfeccionar las regulaciones») en las áreas laboral, de salud y
medioambiental. El plan de Ghezzi propone ganar competitividad de manera
espuria, abaratando costos mediante desregulaciones. El tercer eje del plan es más vacuo. Se desea
incrementar la productividad sin desarrollar la industria ni la agricultura. La
productividad no es concebida como resultado macroeconómico endógeno.
¿Diversificación a través de los servicios?
Por otro lado, Baldwin propuso como una opción para
el Perú, el desarrollo del sector Servicios. Dijo que se podría empezar creando
un clúster de servicios en torno a la minería, porque la demanda por estos
servicios (ingeniería, logística, finanzas, etc.) ya existe. Mencionó la
experiencia de Nueva Zelanda, Noruega y Australia, donde el motor del
crecimiento es el mercado interno impulsado por los servicios. Asimismo,
propuso desarrollar la agricultura con alto valor agregado.
¿Es viable una estrategia de desarrollo a partir de
los servicios? En los sectores Servicios y comercio, se encuentra el mayor
porcentaje de la PEA ocupada de baja calificación y de baja productividad.
Además, la agricultura, básicamente tradicional, es la actividad productiva
predominante en las regiones de la sierra y de la selva peruana; y, es un
sector que explica un poco más del 30% del empleo, también de baja calificación
y productividad. No creo, por lo tanto, que las actividades de servicios sean
las impulsoras de la diversificación productiva y los motores de un nuevo
estilo de crecimiento. Los servicios con alta productividad (las finanzas, los
seguros, los servicios comerciales, la información y las comunicaciones),
demandan trabajadores altamente calificados y no tienen capacidad para absorber
a los trabajadores no especializados, de baja calificación e informales, que
son los que abundan en los sectores terciarios. Las actividades de comercio y
otros servicios son los principales «empleadores» de este tipo de trabajadores.
La manufactura, en cambio, tiene mayor capacidad de
absorción de empleo. Por los encadenamientos que genera, multiplica los empleos
y los ingresos, y eleva la productividad del conjunto de la economía. La
manufactura es un auténtico motor del crecimiento del producto y de la
productividad del trabajo. Como sostiene Kaldor, cuando crece el producto,
crece la productividad del trabajo «como resultado de la presencia de
rendimientos crecientes a escala en las manufacturas». Por lo tanto, el
desarrollo industrial manufacturero es, por esta misma razón, el que permite
endogenizar el crecimiento económico.
A modo de conclusión
«Con la manufactura –dice Rodrik—los países en
desarrollo pequeños podrían prosperar a partir de algunos éxitos en la
exportación y diversificarse secuencialmente en el tiempo: ahora camisetas,
después montaje de televisores y hornos de microondas y así sucesivamente,
ascendiendo por la cadena de los conocimientos técnicos y del valor. En cambio,
en los servicios el éxito continuo requiere aumentos simultáneos y
complementarios de la productividad en el resto de la economía. De modo que
sigo siendo escéptico sobre la posibilidad de que un modelo impulsado por los
servicios brinde un crecimiento rápido y
buenos puestos de trabajo como sí lo puede hacer la manufactura».
Publicado en el diario UNO, el sábado 25 de octubre.
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