En
agosto, al igual que en los meses anteriores, el PBI no crece. La tasa de
aproximadamente 1% que registra el INEI solo se explica por el enigmático
crecimiento de los sectores terciarios como Financiero y Seguros (12.32%),
Servicios Prestados a Empresas (5.81%) y Otros servicios (4.08%) en el que se
incluyen los servicios personales. Mientras los sectores primario y secundario
no crecen, estas actividades del sector terciario crecen y a tasas altas. Se
han vuelto curiosamente contra-cíclicos; actúan como estabilizadores
automáticos (hecho que el INEI tiene la obligación de explicar).
Estilo
de crecimiento e informalidad
El
crecimiento no puede sostenerse si su motor externo no se recupera. Cuando se
apagó este motor externo, se evidenciaron los efectos negativos del crecimiento
neoliberal. No hay motores internos en buenas condiciones. No se creció con
progreso tecnológico y desarrollo industrial. Se descuidó el agro. Se creció
afectando a los sectores transables con una sostenida apreciación del tipo de
cambio real. Se estimuló la expansión de los sectores Comercio, Servicios y
Construcción que absorben el 63.5% del empleo, mal remunerado y de baja
productividad. (Estos sectores explican el 74.2% del PBI. Si le agregamos la
agricultura, que sigue siendo básicamente tradicional, los cuatro sectores
explican el 87.7% del empleo y el 81.3% del PBI). Se creció desregulando los
mercados, en especial el mercado de trabajo; debilitando las organizaciones
sindicales; deteriorando la calidad de la educación; y, aumentando la
desigualdad. Se creció, en fin, con salarios reales estancados, subordinando
los intereses nacionales a los objetivos del capital transnacional y
descuidando el desarrollo de los mercados internos.
Más
de dos décadas de neoliberalismo generó una economía menos industrial y menos
agrícola, y más dependiente de importaciones. La notable expansión de las importaciones
tuvo que haber limitado y/o desplazado a la producción local manufacturera y
agrícola. Por eso crecieron más las
inversiones en construcción que en equipamiento y maquinaria para este tipo de
actividades productivas. La acumulación de capital que acompañó al estilo de
crecimiento neoliberal no expandió, entonces, la capacidad productiva per
cápita, con lo cual tampoco crecieron significativamente las oportunidades de
empleo en las actividades transables como la manufactura.
Cuando
no se expande la capacidad productiva per cápita, la oferta de trabajo no crece
a tasas suficientes para absorber el subempleo y reducir la informalidad. Así,
después de dos décadas de neoliberalismo el empleo informal sigue siendo alto:
70.5% del empleo total. Más de 11 millones de trabajadores perciben bajos
ingresos, tienen baja calificación profesional y solo una fracción reducida de
estos trabajadores cuenta con aseguramiento social.
El
estilo de crecimiento neoliberal mantiene la informalidad, porque no expande la
inversión privada local o nacional, no genera cambio técnico endógeno y tampoco
estimula el desarrollo de la competitividad internacional sobre la base de la
productividad y de salarios reales crecientes. En consecuencia, la
desaceleración actual puede conducir al estancamiento económico y con ello al
aumento del subempleo y la informalidad.
Desregulación
e informalidad
Hay
economistas, y también aficionados a la economía, que creen que la sostenida
desaceleración de la tasa de crecimiento del PBI puede revertirse con más
desregulaciones (laborales y ambientales). Están convencidos, por ejemplo, que
la informalidad tiene como causa “las regulaciones y la escasa flexibilidad
laboral”. No hay relación, para ellos, entre la informalidad y el relativo
estancamiento de la capacidad productiva per cápita provocado por el actual estilo
de crecimiento.
Reducir
la informalidad ---se dice— es requisito
fundamental para relanzar el crecimiento. Desregulando el mercado laboral
(eliminando el salario mínimo y reduciendo a su mínima expresión los costos no
salariales), disminuirá la informalidad, aumentarán las inversiones y la
competitividad internacional de las empresas y, por lo tanto, se reactivará la
economía.
Es
falso que los costos no salariares sean altos. Chile tiene un salario mensual
promedio de 725 dólares y un costo no salarial de 32%. Perú, por su parte,
tiene un salario mensual promedio de 409 dólares y un costo no salarial de 59%.
De aquí no se deduce que Perú tenga los costos no-salariales más altos. La
lectura correcta debería ser que Perú tiene el salario mensual promedio más
bajo. Si el salario promedio de Perú fuera igual al de Chile, los costos no
salariales representarían sólo el 33.2%.
A
modo de Conclusión
Por
último, el deterioro de los estándares laborales y ambientales conspira contra
el objetivo de fortalecer la democracia. Adam Smith, en su Teoría de los Sentimientos Morales, publicado en 1759, decía que la
«disposición de admirar y a casi reverenciar al rico y al poderoso, y a
despreciar o por lo menos, a no prestar atención a las personas pobres y de
condición media es, al mismo tiempo, la gran y más importante causa universal
de la corrupción de nuestros sentimientos morales» (Parte I, Capítulo III, 3.1).
Publicado por el Diario UNO el sábado 18 de octubre
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