Ollanta Humala inició su cuarto año de
gobierno con la bancada de su partido fracturada: siete congresistas
renunciaron en rechazo a su práctica autoritaria y por diferencias ideológicas.
Pero, en su mensaje por fiestas patrias ante el Congreso de la República, no
aludió a este hecho. Fue un mensaje mediocre, nada autocrítico y conservador.
No ha fortalecido la democracia
Su gobierno ha sido cooptado por los
poderes fácticos y los grandes grupos económicos, tanto nacionales como
extranjeros. Exacerbó la crisis de representación política con la imposición de
su candidata a la presidenta del Congreso. Por eso su gobierno es igual a los que
le antecedieron. Perdió a siete congresistas porque no cumple con sus promesas.
No obstante el rechazo de los trabajadores independientes ha hecho efectiva la
retención de parte de sus haberes para las AFP. Favorece al grupo económico que
opera en la industria alimentaria y la publicidad al promover un reglamento a «Ley
de Promoción de la Alimentación Saludable para Niños, Niñas y Adolescentes»,
que según los especialistas desconoce los parámetros técnicos establecidos por
la OMS. De oro lado, mantiene sin promulgar el Proyecto de Ley de Evaluación
Previa de los Actos de Concentración Empresarial. En realidad, como dejaron
entrever los renunciantes a su bancada, Humala es una «interpósita persona»:
gobierna según los dictados de su ministro de economía y finanzas, fiel
escudero de los grupos de poder.
No dio detalles de las concesiones en
megaproyectos
Habló de la importancia de la «Línea 2
del Metro Ate-Callao», del «Gasoducto Sur Peruano», de la «Refinería de Talara», del
«aeropuerto de Chinchero», del «Puerto San Martín en Pisco», de la «Red Dorsal
de Fibra Óptica», etc., pero no dio detalles de los términos en los que se
hicieron las concesiones. Se sabe que en más de un caso no se promovió la
competencia, es decir, la presencia de más de un postor. El Congreso de la
República y la Contraloría deberían investigar estas y otras concesiones, al
igual que la ciudadanía organizada. Hay que evitar que la corrupción siga
siendo parte del sistema político y de gobierno, y también hay que evitar que
el costo de algunas de esas inversiones
se financie con incrementos en las tarifas públicas que pagan los consumidores.
Humala no ha cumplido su oferta
electoral de poner en práctica «una forma republicana de gobierno con
mecanismos explícitos de evaluación y control constitucional de los
gobernantes». Estos mecanismos, junto a la activa acción cívica de los
ciudadanos, son fundamentales para que la política se convierta en una acción
de servicio social y no de provecho propio. Ollanta Humala hablaba con ironía
cuando dijo: «estamos cumpliendo lo prometido».
Tres años de «piloto automático»
Humala se dedico a administrar el
Estado como cualquier otro gobierno. No aprovechó el auge económico para hacer
los cambios que ofreció cuando era candidato. Mantuvo estancados los gastos en
educación y salud como porcentaje del PBI durante tres años; por ejemplo, la
cifra de cerca de 3.0% del PBI del gasto en educación que heredó de Alan
García. Por eso su anuncio de aumentar el gasto en educación en alrededor de
0.5% del PBI a partir del próximo año, fue tardío. ¿Por qué va a ser posible
este incremento ahora que el crecimiento está en cuestión, si no lo fue antes
en pleno auge económico?
Se desaprovecharon tres años para
iniciar los cambios en la educación y superar el límite de capital humano que
enfrenta las inversiones. Por lo demás, la cifra anunciada es insuficiente dado
los problemas por los que atraviesa el sector (infraestructura, sueldos,
calidad de los profesores, equipamiento, etc.). Hoy, de no haber operado su
gobierno en «piloto automático», el gasto en educación debería estar por encima
del 4.0% del PBI. Igual ha ocurrido en salud y seguridad ciudadana. El que
definió los montos a gastar desde el inicio de su gobierno fue el ministro
Castilla. Este mediatizó el impuesto a las sobreganancias mineras y redujo
«Pensión 65» de 250 a 150 soles. De otro lado, la solidez macroeconómica que
mencionó Humala no fue fruto de sus tres años de gobierno; lo heredó del
gobierno de Toledo. Los encargados de administrar la nueva institucionalidad macroeconómica
que heredó su gobierno --Castilla y Velarde-- se durmieron junto al «piloto
automático» desde el gobierno de Alan Garcia.
Su plan de diversificación productiva
no convence
Humala también anunció que acaba de
aprobar «El Plan Nacional de Diversificación Productiva». Dijo que este plan permitirá
sostener el crecimiento económico a largo plazo y que el Estado asumirá el «rol
de identificar, junto al sector privado, los sectores que tienen el mayor
potencial para darles las condiciones necesarias para su despegue». ¿Cómo se
procederá a esta identificación? La propuesta repite un error de la política
industrial tradicional. Humala ha olvidado su propuesta de «desarrollar
mercados locales y regionales internos, para que se desarrolle un mercado
nacional y para terminar con la segmentación productiva».
A modo de conclusión
El impulso a la inversión privada y su
orientación hacia la agricultura y la industria, según esta estrategia que
Humala ha olvidado, provenía de la eliminación de las restricciones de mercado
y de financiamiento que esta inversión enfrenta. Las medidas con este fin
hacían énfasis en soluciones de mercado, como, por ejemplo, el tema del
financiamiento de las inversiones en el mercado de capitales.
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