El primero de los tres ejes
estratégicos del Plan Nacional de Diversificación Productiva (PNDP) es el de la
«promoción de la diversificación
productiva» cuyo objetivo es «ampliar la canasta exportadora de bienes y
servicios de la economía». Se dice que la ampliación de esta canasta se
efectuará identificando «actividades donde existan oportunidades exportadoras
latentes para orientarla a grandes cadenas de valor mundiales».
Subordinación a la demanda mundial
Los autores del plan no se preguntan
si tiene importancia o no para la integración nacional, que la estrategia de
estas cadenas de valor se defina fuera del ámbito nacional. El ministro de la
producción dice que se trata de evitar la producción de bienes y servicios «sin
mayor demanda mundial». En realidad, en el PNDP la diversificación productiva no
se orienta a resolver los problemas estructurales del país: la desarticulación
sectorial y el atraso industrial, la desconexión de la economía con la
geografía y demografía, ni la superación del atraso agrícola para culminar la
construcción de la nación.
El concepto de diversificación
productiva del PNDP es totalmente limitado; es un concepto derivado, un
subproducto de la diversificación de las exportaciones. La diversificación está,
por lo tanto, subordinada a la dinámica de la demanda mundial. Así, con la aceptación de
participar en las grandes cadenas lideradas por las empresas transnacionales,
Ollanta Humala ha abandonado su oferta electoral de integrar económica y
socialmente el país mediante la estrategia de desarrollo de mercados
internos. Ha renunciado a la
autodeterminación nacional, al subordinar la diversificación de la canasta
exportadora a las cadenas de valor global lideradas por las empresas
transnacionales.
«Falla de mercado» en ausencia de
mercados
En el PNDP se dice que la
diversificación productiva se logrará «mediante la corrección de fallas de
mercado que son sustantivas en sectores donde existe una importante potencialidad
exportadora de bienes y servicios». Hay que suponer que estas fallas existen
allí donde existen mercados; por lo tanto, el plan no propone un cambio
estructural en el sentido de crear y expandir los mercados allí donde estos no
existen.
Como la economía no está articulada
con la geografía y demografía del país, los mercados internos son inexistentes
y los que existen son larvados y poco dinámicos. Por lo tanto, si no hay
mercados no se puede hablar de «fallas de mercado». Si no hay «plata en el
bolsillo de la gente» de la sierra y la selva del país, no hay mercados. Para
que los habitantes del interior del país lleven su «nexo con la sociedad en el
bolsillo» hay que crear y desarrollar mercados internos.
El PNDP no es pues una propuesta para
endogenizar los motores del crecimiento; para situarlos al interior de la
economía nacional y promover su integración mediante la creación y desarrollo
de mercados. No es, en consecuencia, un plan que busque fundar las ganancias de
competitividad internacional en fuentes internas. Este plan propone que la
demanda externa siga siendo la prime
mover de la economía peruana.
El cuento de las «fallas de mercado»
Como dice el principal promotor del
PNDP «hay falla de mercado cuando la mano invisible del mercado no produce
resultados eficientes». El lector se preguntará: ¿cuándo produce resultados
eficientes el mercado? La respuesta de los que adhieren a la doctrina de las
«fallas de mercado» será: cuando hay información perfecta, cuando no hay costos
de transacción, cuando no hay externalidades, es decir, cuando el mercado es
perfecto o la competencia es perfecta; en estas condiciones los productos
idénticos son vendidos a un precio que es igual a su costo marginal.
En consecuencia, toda desviación del
mercado respecto del «mercado perfecto» será una «falla de mercado» (debido a
que hay externalidades, o monopolios naturales,
o asimetrías de información). Entonces, proponer superar una falla de
mercado es proponer acercarlo a un mercado perfecto. Y, de acuerdo con la
teoría, cuando los mercados son perfectos «no hay innovación ni diferenciación
de los productos». La diversificación productiva del PNDP se funda, por lo
tanto, en una fábula.
El papel del Estado en el PNDP
El PNDP «propone –dice su principal
promotor— intervenir sólo cuando hay una falla de mercado y cuando el
instrumento de política que la corrige genera beneficios mayores a sus costos».
Más allá del problema no resuelto en el plan de cómo se efectuará el cálculo de
estos beneficios y costos, basar la intervención del Estado únicamente a través
de existencias de «fallas de mercado», conduce, como señala John Kay, a «una
visión empobrecida de la política, la democracia y la toma de decisiones
colectiva».
Los ideólogos de esta doctrina no
toman en cuenta que el mercado es una institución social y que, por lo tanto,
los bienes y servicios que se transan en el mercado son el resultado de un
proceso social, y que también pueden existir decisiones o elecciones económicas
esencialmente colectivas que no pueden ser descritas como la «suma de
preferencias individuales o personales».
A modo de conclusión
Entre el Estado y el mercado hay interdependencia,
cuya naturaleza depende de las condiciones de cada país. En el nuestro el
Estado debe promover un crecimiento integrador del país, con un nuevo modo de
crecer basado en la creación y expansión de los mercados internos.
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