Hay una concepción difundida sobre las
causas de la informalidad que impide, a los que la defienden, comprender los
límites que enfrenta el actual estilo de crecimiento. Es la misma concepción
que en los años noventa les sirvió para justificar las reformas neoliberales.
Sin embargo, cerca de un cuarto de siglo de neoliberalismo no ha sido
suficiente para desarrollar una economía más «formal», más diversificada y
menos primario exportadora. Como antes, la informalidad laboral es concebida
como el «resultado simultáneo de la baja productividad del trabajador que se
refleja en sus bajos ingresos y (de) la legislación laboral» (Véase Elmer Cuba,
La República, 06-09-14). Así, las prescripciones de política que se
discuten en el actual escenario de desaceleración económica, constituyen una
reiteración atemporal: flexibilizar la entrada y salida del mercado laboral, e incrementar
la productividad de la economía con la provisión de insumos de baja o
inexistente disponibilidad, y con reducción de costos.
La informalidad
es una consecuencia
La informalidad es una característica
de la economía peruana que ha resistido a las reformas y políticas neoliberales
de las dos últimas décadas. En el año 2012, según el INEI, el 74.3% del total
de la PEA ocupada era informal (57% se encontraba en el sector informal y 17.3%
fuera de él). Pero, este sector donde se ubica alrededor de 60% del empleo,
participa en la generación del PBI con solo el 20%. El total del empleo
informal es, entonces, de bajísima productividad. Son empleos con ingresos
precarios y con escasa o ninguna calificación. Nótese, además, que «40% de los
hogares peruanos tienen ingresos laborales provenientes del sector informal».
¿Por qué las reformas neoliberales ni
el alto crecimiento de cerca de una década «mantuvieron» la informalidad? Ante
todo hay que señalar que la causa de la informalidad no está en la supuesta
rigidez del mercado laboral, ni en fallas de mercado que no existen, y menos en
una legislación laboral que supuestamente fomenta la informalidad del empleo y
su baja productividad. La informalidad es una consecuencia de un estilo de
crecimiento y acumulación de capital que no expande la capacidad productiva
industrial y agroindustrial, y que no moderniza la agricultura donde se
encuentra cerca del 50% del empleo del sector informal.
Con las reformas y políticas
neoliberales la economía peruana se ha hecho menos industrial y más productora
de bienes y servicios no transables, donde se encuentra un alto porcentaje de
la PEA ocupada de baja productividad y calificación. El liderazgo del
crecimiento por los sectores primario-exportador y de producción de no
transables, junto a una sistemática apreciación cambiaria, explican el escaso
crecimiento de la intensidad de capital de los últimos años, que ocurrió junto
a un proceso de desinstrialización (se redujo la participación de la
manufactura en la generación del PBI y del empleo).
La productividad como fenómeno
macroeconómico
La baja productividad del sector y del
empleo informal no puede ser concebida, entonces, como uno de los limitantes al crecimiento,
sino su consecuencia. La productividad, como fenómeno macroeconómico, es un
resultado de la manera como se acumula capital físico. Cuando las inversiones
predominantes son en construcción y no en maquinaria y equipo para el
desarrollo industrial, se rezaga el crecimiento de la productividad. De acuerdo
con la literatura especializada sobre el tema, «el crecimiento de la
productividad es en gran medida endógeno, un subproducto de la acumulación de
capital y la expansión del producto como consecuencia del progreso técnico
incorporado, de la presencia de rendimientos crecientes a escala, de los
efectos negativos sobre la productividad de los “excedentes de trabajo” en
sectores que no presentan rendimientos crecientes y, especialmente importante
en países en desarrollo, del rol de las ganancias de productividad derivadas de
la reasignación de la fuerza de trabajo entre sectores» (Ros, 2013. Véase
también Verdoorn, Kaldor, McCombi).
Si no aumenta el ratio de capital por
trabajador, como ocurrió en nuestro país en gran parte de los últimos veinte
años, se limita el crecimiento de la productividad. Esto es así, como señala
Ros, porque las innovaciones técnicas que aumentan la productividad no son
posibles sin la utilización de mayores cantidades de capital por trabajador y
«porque la tasa a la cual una economía puede absorber la invenciones e
innovaciones del pasado que todavía están sin explotar está limitada por su
tasa de acumulación de capital».
La relación estrecha entre la tasa de
crecimiento de la productividad del trabajo y la tasa de crecimiento de la
producción como su determinante, es una característica de la industria
manufacturera porque en ella operan los rendimientos crecientes a escala. Por
lo tanto, en una economía que crece limitando o frenando el liderazgo de esta
industria, se impide el crecimiento de
la productividad. Y, cuando no se expanden y multiplican el empleo y los
ingresos en la manufactura (que es un sector que al crecer genera
encadenamientos hacia atrás y hacia adelante) debido a la pérdida de su
liderazgo en el crecimiento, aumenta la participación de los sectores de baja
productividad (comercio y servicios) en el empleo y la
producción.
A modo de
Conclusión
En consecuencia, para «combatir» la
informalidad hay que cambiar el actual estilo de crecimiento y acumulación de
capital, restituyéndole el liderazgo a la manufactura.
Publicado en el Diario UNO el sábado 13 de setiembre
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