Algunos
economistas dicen que la capacidad de nuestra economía de defenderse de los
shocks externos adversos, como fue la crisis internacional de 2008-2009,
proviene de las reformas neoliberales efectuadas durante el fujimorismo. Pero
están equivocados. Es cierto que los efectos de esta crisis fueron y siguen
siendo reducidos,
comparados con los de la crisis de 1998-1999. No hubo un salto cambiario, no
quebraron bancos, y la recesión no se prolongó más allá de 2009, a pesar de
tratarse de una crisis más profunda por sus secuelas en la producción y el
empleo de los países del centro. Sin embargo, esto no tiene nada que ver con las
reformas neoliberales, sino con la nueva política macroeconómica que se
introdujo en los años 2001-2003.
La
política macroeconómica del fujimorismo
Cuando estalló
la crisis internacional de 1998-1999 la posición de cambio del Banco Central de
Reserva (BCR) no superaba los 2 mil millones de dólares. El BCR no tenía
capacidad para contrarrestar el efecto de la salida de capitales sobre el tipo
de cambio y el MEF no tenía recursos para hacer política contra-cíclica y
neutralizar el efecto recesivo de la caída de las exportaciones. La deuda
pública era predominantemente externa y, por lo tanto, estaba expuesta al
riesgo cambiario: su servicio en moneda nacional se elevó cuando aumentó el
tipo de cambio. El pago de este servicio equivalía a cerca de 3.5% del PBI, lo
que limitaba el gasto en educación y salud.
La situación fiscal empeoró con la crisis, debido a
que el gobierno emitió deuda en dólares por un monto cercano a los mil millones,
para rescatar a los bancos afectados por el salto cambiario. Estos bancos tenían
un portafolio dolarizado. Prestaron en dólares a empresas y familias que
percibían ingresos en moneda nacional. El fujimorismo socializó las pérdidas
bancarias privadas ocasionadas por la crisis, iniciando así el «neoliberalismo
de Estado en Perú».
En resumen, las políticas fiscal, monetaria y
cambiaria que se adoptaron durante el fujimorismo, fueron las responsables de
las quiebras bancarias y de la recesión que duró cerca de cinco años.
Las fortalezas de Perú frente a la reciente crisis
Estas políticas
son las que cambiaron en los años 2001-2003. El BCR tiene ahora una regla de política
monetaria (con la tasa de interés como instrumento), una regla de política
cambiaria (con las intervenciones esterilizadas como instrumento) y una
política explícita de acumulación de reservas. Por su parte, el MEF tiene una
ley de Responsabilidad y Transparencia, que le hace espacio a la política contra-cíclica
y que sustituyó a la ley fujimorista de Prudencia y Transparencia que le «ataba
de manos». Además, con la creación del mercado de deuda pública interna en
soles, se redujo (pre-pagando) el peso de la deuda externa y se liberaron
recursos para financiar las políticas públicas. Ninguna de estas reformas tiene
que ver con el neoliberalismo ni con el fujimorismo.
Como resultado de esta nueva política
macroeconómica, ahora el BCR tiene cerca de US$ 68 mil millones de Reservas
Internacionales, de los cuales aproximadamente US$ 49 mil millones corresponden
a la posición de cambio; y, el MEF tiene en el Fondo de Estabilización Fiscal
(FEF) US$ 7,169 millones.
Esto es lo que explica por qué la crisis de
2008-2009 no tuvo un fuerte impacto cambiario y recesivo en nuestra economía, El
BCR tenía reservas que le permitió evitar un salto cambiario y que le generó
espacio incluso para hacer política monetaria expansiva; y, el MEF tenía
recursos en el FEF para aumentar su gasto y abatir la recesión. En la crisis
anterior como en la reciente también salieron capitales y cayeron las
exportaciones, pero no se tenía el actual esquema institucional de política
macroeconómica.
A modo de conclusión: Humala no cobra lo que ofreció cobrar
Lo que no cambió fue el
modelo de crecimiento primario exportador. Humala sigue practicando el
«neoliberalismo de Estado». Ha favorecido a los grupos de poder que usufructúan
de la exportación del gas. Continúa con una matriz energética dependiente del petróleo
y que no contribuye al desarrollo industrial.
El
extractivismo que hoy se practica en el Perú, está agotando los recursos
naturales no renovables, nuestro activo fijo natural, sin realizar compensación
alguna mediante la creación de otros activos. Una manera de evitar este
despilfarro era cobrar más impuestos a la minería, para destinarlos, por
ejemplo, a la creación de capital humano y al desarrollo de la ciencia y la
tecnología. Pero el gobierno de Humala sigue practicando el «neoliberalismo de
Estado»: no cobra los impuestos donde debe cobrar.
En el primer trimestre de
este año respecto al primer trimestre del año pasado, la tributación minera se
redujo en 48%. La explicación de este «bajón» no está en la caída de los precios
de los minerales, porque como puede verse en el cuadro adjunto, los precios del
cobre, del oro, del plomo y del zinc, que en conjunto representan el 92.1% de
las exportaciones mineras, no han sufrido cambios significativos desde el
primer trimestre del año pasado.
El
gobierno de Humala no está recaudando lo que ofreció recaudar con su gravamen minero.
En el año 2012 se recaudó por este concepto sólo 942 millones de soles y si se
le agrega el impuesto especial a la minería, el monto recaudado no llega
siquiera a los 1,500 millones de soles. Pero Humala, acaba de decir, «no hay
plata para pagarle el sueldo mínimo a los soldados».
Publicado en el Diario La Primera en sábado 22 de junio.
No comments:
Post a Comment