La tasa promedio de crecimiento económico de los últimos tres años fue de 4.6%. En realidad ya son 42 meses de crecimiento sostenido. ¿Quienes son los autores de este éxito económico? ¿Es la cosecha, como dicen algunos, de la siembra neoliberal de la década de los noventa? ¿Cómo se superó la recesión de los años 1998-2000? ¿El gobierno actual continuó aplicando las mismas políticas económicas de esos años? Para responder a estas preguntas nos circunscribiremos al examen de las políticas monetaria y fiscal, porque son éstas las que configuran una estructura de precios relativos, a partir de la cual se puede inferir el patrón de asignación de recursos y, por tanto, de crecimiento económico. Lo que buscamos es contribuir a evitar que nuestra corta memoria termine por confundir a los autores de este éxito económico, con sus apropiadores.
Para empezar, hay que recordar que el carácter insostenible del modelo neoliberal reprimarizador y de sus políticas macroeconómicas fue puesto en evidencia por la crisis financiera internacional de los años 1997-1998. La política monetaria de esa época fue responsable de la magnitud del efecto nocivo que tuvo esta crisis sobre el producto y el empleo. Fomentó el endeudamiento externo de la banca comercial y, por tanto, acrecentó la vulnerabilidad de la economía ante eventos internacionales adversos, mediante la aplicación de encajes efectivos diferenciales: 0% para las líneas de créditos externas y cerca de 44% para los depósitos domésticos en dólares. La política fiscal fujimorista, por su parte, fue fundamentalmente procíclica y se aplicó en un contexto de crecimiento del nivel de actividad. Los gastos aumentaron pari pasu con los ingresos, y se generaron déficit fiscales que en los años 1992-1997 alcanzaron un promedio de 2.7% del PBI. Estos déficit se financiaron con endeudamiento externo y con recursos de la privatización. El monto utilizado de estos recursos, durante ese mismo período, fue equivalente al 2.1% del PBI.
¿Cómo enfrentó el neoliberalismo el efecto recesivo iniciado por la crisis asiática de julio de 1997 y agravado después por la crisis rusa de setiembre de 1998? Por el lado de la política monetaria, se respondió disminuyendo progresivamente el encaje de los depósitos domésticos en dólares. Pero esta reducción no produjo el aumento esperado en la liquidez para créditos al sector privado, debido a la creciente morosidad y a la urgencia de los bancos por repagar su deuda externa de corto plazo. El sistema bancario fue socorrido, además, por los depósitos que efectuó el gobierno en moneda nacional y extranjera desde el año 1997. El socorro gubernamental también incluyó un subsidio implícito durante el aumento del tipo de cambio: el gobierno disminuía sus depósitos en dólares y aumentaba sus depósitos en soles favoreciendo a los bancos con el diferencial cambiario, al mismo tiempo que disminuía la tasa de encaje de los depósitos en moneda extranjera. Entre setiembre de 1998 y fines del año 2000, se redujo el encaje para depósitos domésticos en dólares en aproximadamente 10 puntos, de 44% a 34.1%
La recesión económica, como era de esperarse, repercutió negativamente sobre las cuentas fiscales. Aumentó el déficit; con un plus en el año 1999 por la campaña electoral reeleccionista. Precisamente a fines de ese año, el gobierno optó por un drástico ajuste fiscal bajo el liderazgo del entonces ministro Boloña. La ausencia de recursos de la privatización y de financiamiento externo, obligó al gobierno a bajar el encaje en moneda extranjera de 37.2% a 34.1%, para, de este modo, enfrentar el desequilibrio fiscal postelectoral mediante el retiro de sus depósitos del sistema bancario. Este ajuste procíclico provocó una recesión dentro de la recesión, que fue posteriormente exacerbada por las sucesivas disminuciones del gasto, en especial el destinado a inversiones públicas.
En resumen, la política monetaria de los años noventa fomentó la dolarización de los créditos, con lo cual creó las condiciones para que la fuga de capitales que siguió a la crisis rusa, provocara una corrida bancaria. Entre setiembre de 1998 y diciembre de 1999, los bancos República y Banex quebraron y cerraron; el banco Latino fue rescatado directamente con recursos del gobierno y, por último, el banco Wiese se fusionó, mediante directo auspicio del gobierno, con un banco extranjero. Finalmente, el tipo de contracción fiscal postelectoral aplicado en setiembre del año 2000, generó una recesión dentro de la recesión que también provocó una corrida bancaria. Dos bancos chicos, directamente afectados por el retiro de los depósitos del gobierno, el NBK y Nuevo Mundo, quebraron en el mes de octubre de ese año.
Gestión, Diario de Economía y Negocios
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
No comments:
Post a Comment