El presidente Fujimori acaba de anunciar un programa que incluye, entre otras medidas, el incremento de la inversión pública con 500 millones de dólares para la construcción de infraestructura, incentivos tributarios para la construcción de viviendas populares y promoción del turismo, exoneraciones tributarias a la importación de bienes de capital y barcos destinados a la extracción de productos marinos, mantenimiento del régimen de exoneraciones para la reinversión en minería, mantenimiento de sobretasas flexibles a la importación de productos agropecuarios, y, apoyo a la pequeña y mediana empresa mediante compras de sus productos para uso social.
Se supone que con estas medidas continuará en 1994 lo ocurrido en 1993, es decir, la reducción de la inflación junto con la reactivación económica. De 56.7% de inflación acumulada en 1992 se pasó a 39.5% en 1993. El PBI cayó en 2.8% en 1992 y aumentó en 6.8% en 1993.
Se sabe, sin embargo, que esta desinflación con crecimiento se produjo junto con un significativo déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos que se arrastra desde 1992; junto con una fragilidad financiera en términos de cartera pesada y de dolarización del portafolio bancario; y, junto con el deterioro de la agricultura y la economía campesina. En la base de estos desequilibrios económicos, se encuentran la caída conjunta del precio real del dólar y de los salarios reales, que coexiste con un elevado costo del crédito y altos precios reales de los combustibles y servicios públicos, en un contexto de apertura comercial y financiera. Se afecto así no sólo a las exportaciones sino al mercado interno y, por tanto, a la producción doméstica, sobretodo la de bienes de consumo. Se afectó también la capacidad de pago de las deudas de las empresas productivas con el sistema financiero. El alto costo del crédito y la eliminación del Banco Agrario, daño seriamente a los productores rurales.
El crecimiento del PBI de 6.8% en 1993 ocurrió, por tanto, sobre bases endebles. Más del 70% del crecimiento del PBI registrado en 1993 fue explicado por los sectores primarios, construcción, comercio y otros. El porcentaje restante le correspondió fundamentalmente a la manufactura ligada al procesamiento de recursos primarios. Se trató pues de un crecimiento asociado, en primer lugar, a las actividades primarias (minería y pesca) y a la industria manufacturera procesadora de recursos primarios (producción de harina y aceite de pescado; prendas de vestir e industria del cuero; papel, imprenta y editorial; sustancia químicas y derivados de petróleo; producción de minerales no-metálicos; y, fabricación de productos metálicos). En segundo lugar, el crecimiento respondió al aumento del consumo privado ligado básicamente al consumo de las ganancias acrecentadas, pues no aumentó la inversión privada. Este incremento del consumo no estimuló el crecimiento de la industria manufacturera que no procesa recursos primarios y que está orientada al mercado interno. En tercer lugar, fue resultado del aumento de la inversión pública y de las actividades de construcción que éste estimula. En cuarto lugar, también fue resultado del aumento de la producción agropecuaria vinculado al mejoramiento de las condiciones naturales (clima, agua, etc.) y que ocurrió a pesar del ineficiente manejo de los recursos, sin rentabilidad y productividad y sin un sistema financiero rural. Por último, parte de dicho crecimiento se debió a la recuperación de la productividad de empresas productivas capaces de enfrentar los procesos de desregulación, competencia internacional y cargas financieras, ocupando el lugar dejado en el mercado por las empresas "ineficientes". Según un gremio empresarial, la inversión en reconversión industrial (mejoramiento de equipos y aumento de la productividad) fue de aproximadamente 500 millones de dólares.
En resumen, pueden mencionarse como las causas del crecimiento, el mejoramiento de las condiciones naturales (agricultura y pesca), las nuevas inversiones en el sector minero asociadas a su privatización; y, la actividad de la construcción cuyo crecimiento fue reforzado por la inversión pública. Mención aparte merece el crecimiento de la productividad asociado al desplazamiento de empresas ineficientes y que permiten a las más eficientes aumentar su producción y abastecer un mercado reducido por las políticas de libre mercado, sin cambios en el empleo.
Todo lo anterior revela un escenario complicado para la permanencia del fenómeno de desinflación con reactivación en el año que empieza. (Las metas para 1994 son lograr una inflación anual de un dígito y un crecimiento del PBI de 4.5%). En efecto, a pesar del alto porcentaje de capacidad ociosa (48.1%), es poco probable que continúe el crecimiento de la producción manufacturera si se mantiene la política económica actual, cuyos efectos sobre el mercado interno son depresivos. La política de libre mercado está socavando la capacidad de este sector para impulsar el crecimiento y la modernización del país a largo plazo.
Los aumentos de la productividad en mercados estancados se agotan rápidamente; el margen para la inversión privada en reconversión industrial en mercados estancados, es reducido. La reactivación sostenida de la manufactura requiere la superación del atraso cambiario, la disminución del costo del crédito, la modificación de la política arancelaria, la reincorporación del país al pacto andino, etc., además de otras políticas capaces de cambiar, a mediano plazo, el carácter fuertemente deficitario de su balaza comercial: sus importaciones duplican el nivel de sus exportaciones.
Tampoco es previsible que continúe la tendencia a la disminución del costo del dinero. Hay factores que juegan en direcciones opuestas y que, por tanto, podrían frenar esta tendencia, con lo cual no habrían estímulos a la producción por el lado del crédito, pues las tasas de interés activas se mantienen por encima de las internacionales. Estos factores son la reducción de la remuneración al encaje, la política monetaria restrictiva, el aumento de liquidez en moneda extranjera y la mayor competencia que significará para el sistema financiero el desarrollo del mercado de capitales.
Asimismo, no es claro que se reactiven las exportaciones manufactureras: si no cambia la política de la autoridad monetaria no habrá recuperación importante en el tipo de cambio real. Además, si siguen los diferenciales de rentabilidad al no disminuir las tasas de interés, continuará la entrada de divisas del exterior, afectando más el atraso cambiario. Tómese en cuenta también que el gobierno acaba de eliminar el drawback del ISC a los combustibles, perjudicando al sector exportador, y los documentos que facilitaban las compras de insumos a los exportadores no tradicionales sin pago del IGV, por notas de crédito que implican costos financieros y administrativos.
Queda, sin embargo, otra posibilidad real de crecimiento. Con las medidas anunciadas por el presidente Fujimori, ciertamente continuará el estímulo por el lado de la inversión pública y la industria de la construcción. Pero, ambas explican entre el 12% y 15% del crecimiento del PBI. El financiamiento del presupuesto de 1994 con endeudamiento externo y con ingresos por privatización equivalen al 4.5% del PBI. El gasto total representa el 13.3% del PBI. Si los desembolsos de capitales concertados con el exterior y la privatización se atrasan, podría ocurrir una crisis fiscal con efectos negativos para la reactivación. Considérese, además, que no hay razones para pensar que en 1994 se revertirá el desbalance entre los pagos efectuados por servicio de la deuda y los nuevos desembolsos recibidos. El déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos persistirá, financiándose como hasta ahora, precariamente, con capitales de corto plazo.
En consecuencia, para que el crecimiento sea igual o mayor que la meta de 4.5%, y se sostenga en el tiempo, debe impulsarse el sector primario exportador fundamentalmente mediante la inversión extranjera. No hay otro modo de superar los problemas generados por el programa económico. El atraso cambiario y el alto costo del crédito impiden el desarrollo de la exportación de manufacturas. El déficit comercial y de servicios no financieros puede estallar en una crisis de balanza de pagos. Este déficit se da conjuntamente con un aumento significativo de las RIN del BCRP debido a la creciente dolarización del sistema bancario y las altas tasas de encaje por lo depósitos en dólares. La volatilidad de estas reservas mantiene latente la crisis de balanza de pagos. Esta es otra razón por la cual, la inversión extranjera en el sector primario de exportación aparece como el expediente más efectivo para contrarrestarla.
El gobierno de Fujimori no puede abandonar ni la plataforma inflacionaria de 2% mensual, ni puede generalizar la reactivación sin abandonar su programa liberal. Así, en las condiciones actuales el pilar de la recuperación y el crecimiento no puede ser otro que la inversión privada, especialmente la extranjera, orientada a la producción de exportaciones primarias. El gobierno espera que, cuando ésta empiece a hacerse significativa como porcentaje del PBI, se inicie la reactivación con resultados que remontarían los actuales entrampamientos de su programa.
No se puede negar pues que, de producirse el "apogeo" de las inversiones extranjeras, el país entraría en una etapa de crecimiento, cuya duración dependerá de los costos sociales y políticos que adicione a los actuales. Pero, recuérdese que la actividad privada primario exportadora no crea demanda interna suficiente para apoyar un crecimiento capaz de absorber la creciente mano de obra. Por lo demás, el modelo al que aspira el gobierno no garantiza la superación de los conocidos problemas estructurales de la economía nacional. Ya está acentuándose la desigualdad en el reparto de los ingresos, junto con la brecha tecnológica con efectos negativos en la distribución espacial de la producción. Por otro lado, dado el carácter subordinado de la producción para el mercado interno, la economía reprimarizada quedará cada vez más sujeta a las fluctuaciones del mercado internacional.
Si las inversiones no llegan, el presidente Fujimori quedará entrampado en su programa relanzamiento económico y su propósito reeleccionista, con resultados nefastos para la economía nacional y los 15 millones de pobres del país.
Publicado en Avance Económico
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