El 17 de noviembre, la cámara de representantes de los EE.UU. aprobó el Tratado de Libre Comercio (TLC) que, a partir de enero del próximo año, formalizará la generación de un importante bloque económico entre dicho país y sus socios México y Canadá. Los senados norteamericano y mexicano acaban de ratificarlo.
Las reacciones
Las reacciones a tan importante acuerdo no se hicieron esperar. Algunos, como por ejemplo la OEA, opinan que este sienta las bases para la integración comercial con América Latina y, desde esta perpectiva, contribuirá a la integración económica de la región, pero esta vez en el marco neoliberal. Como se sabe, los anteriores intentos de integración --ALALC, el Mercado Común Centro Americano, el Pacto Andino) propugnaban también políticas de libre comercio, pero subordinadas al interés de expandir las posibilidades de sustitución de importaciones. Nótese que, por esta razón, los citados intentos incorporaban esquemas complejos de integración y complementación industrial.
Otros señalan que se trata de una respuesta del gobierno norteamericano a la conformación de la Unión Europea. Para un amigo, es la respuesta política del gobierno de Clinton a siete años de conversaciones y esfuerzos, sin éxito, en la ronda del GATT. Acaba de iniciarse en Washington el nuevo período de sesiones de esta ronda, que concluirá el 15 de diciembre próximo, con el mismo propósito de liberalizar el comercio mundial. Se arguye que de no flexibilizarse la posición de los europeos (en especial, de Francia, sobre la reducción de los subsidios agrícolas), el gobierno norteamericano emprenderá la formación de otro bloque comercial, esta vez con el Grupo de Cooperación Económica Asia-Pacífico en el se encuentran quince países.
Otro amigo, esta vez un economista mexicano, argumenta que la aprobación del tratado disminuye la probabilidad de un ajuste cambiario. Ahora México podrá seguir captando los capitales que requiere su economía debido al déficit actual de su balanza de pagos y al relativo grado de sobrevaluación de su moneda.
¿Por qué el comercio libre entre los países del TLC, en especial con México, es ahora una posibilidad real?. ¿Por qué no lo fue en los 60's o 70's?. ¿Por qué el gobierno de los EE.UU. se embarca en una política comercial regional, de bloque, en lugar de apuntalar el GATT, como se esperaría, a juzgar por la actual generalización de los esquemas económicos neoliberales?....En fin, ¿es realista pensar que los procesos económicos actuales conducirán a la definitiva liberalización del comercio mundial?. Estas son algunas de las preguntas que trataremos de responder en los que sigue, basándonos en la abundante literatura keynesiana escrita al respecto.
Los cambios en el Mundo
Hay cambios económicos importantes, de orden internacional y doméstico, que preceden al interés por el libre comercio entre los citados tres países y dilerado por los EE.UU.. En la década de los 70's termina el boom económico de la postguerra, con la declinación de la tasa de acumulación y de crecimiento de la productividad, en primer lugar en los EE.UU.. Como causas de esta crisis se mencionan la sobreinversión pasada, la composición del stock de capital, el aumento del costo real del trabajo y el deterioro de los términos del intercambio de productos manufacturados.
En la búsqueda de nuevas soluciones a sus déficit fiscal y externo, el gobierno norteamericano quebró el sistema de Bretton Woods y forzó a los otros países industrializados a hacer lo mismo: en 1971 cerró la venta de oro a los compradores oficiales, devaluó el dólar, impuso una tasa de 10% a sus imp[ortaciones en forma unilateral, terminó con la era del régimen de tipo de cambio fijo y, el mantenimiento de su déficit, forzó a los países de Europa Occidental y el Japón a flotar sus monedas.
Por otro lado, la tendencia al estancamiento de los principales países industrializados se inicia justamente cuando la economía latinoamericana registra bloqueos estructurales que impiden definitivamente la reproducción de su modelo de crecimiento y acumulación. Si bien la crisis latinoamericana se desata como un problema de pagos de la deuda externa, que México inicia en 1982, ella reveló la necesidad de profundas reformas estructurales en la economía y sociedad de nuestros países.
Aquel modelo, basado en la sustitución de importaciones, que nosotros hemos llamado espúrea, no eliminó sino exacerbó la tendencia recurrente al desequilibrio externo, descuidó el desarrollo del agro y la articulación industrial, con lo cual los grados de heterogeneidad económica y social se acrecentaron.
México: Esportaciones de Mercancías
La respuesta de México a la crisis, fue abrir su economía a las importaciones durante los 80's mediante una drástica reforma comercial. El arancel promedio ponderado mexicano es, en la actualidad, de sólo 9%, aproximadamente el doble del que registra los EE.UU., y ligeramente superior al de Canadá. En consecuencia, lo que tiene que hacer México en materia de liberalización comercial, en el marco del TLC, es, como señalan diversos analistas, prácticamente marginal. Considérese, además, que los grupos económicos proteccionistas del antiguo modelo, han perdido importancia en el crecimiento del sector manufacturero: las exportaciones de este sector se han convertido en la pieza clave del futuro crecimiento económico mexicano.
Pero, para que dicho crecimiento pueda sostenerse en el tiempo, tiene que asegurársele el respectivo mercado. Puesto que ahora México es efectivamente un competidor en los mercados externos de productos manufacturados, el proteccionismo externo constituye una traba real, aunque ciertamente no-insuperable. Un amigo me recuerda, además, que, al igual que el tratado con Canadá, el efectuado con Mexico es, en mencionadas nuevas condiciones, una necesidad para evitar el proteccionismo moderno no-arancelario que practica los EE. UU..
Ahora bien, ¿por qué México opta por los EE. UU. y no, por ejemplo, por la región de la América Latina?. Porque aproximadamente el 70% de las exportaciones mexicanas totales y más del 80% de sus exportaciones manufactureras, van a los EE.UU. Se trata pues de su principal socio comercial con el cual comparte, además, un frontera de 3,000 kilómetros. Sus exportaciones a la América Latina representan apenas entre 4% y 5% del total. No existe en el mundo un mercado para México comparable al de los EE.UU. Para algunos este hecho constituye la panacea, mientras que para otros es el drama del país azteca. El mercado norteamericano es aproximadamente 23 veces más grande que el mexicano, el producto percápita en el primero es nueve veces mayor que el del segundo, mientras la proporción de los salarios es de diez a uno. De una población total de aproximadamente 87 millones de personas, 41 millones de mexicanos viven en la pobreza.
Comercio Intra-industrial y desarrollo hacia afuera
Queda, sin embargo, una pregunta por responder. ¿Por qué las exportaciones manufactureras han prosperado en la economia mexicana?. Estudios sobre el desempeño de esta economía, en la década reciente, muestran la importancia de las multinacionales en el comercio intraindustrial. Las industrias americanas no serían competitivas sino se apoyaran con la producción de insumos y de bienes intermedios dentro de la economía mexicana. La producción de estos bienes, para que consecuentemente la de los respectivos bienes finales sea competitiva, precisa del mercado libre.
Las coorporaciones multinacionales son, como nos recuerda un economista americano, los principales defensores del libre comercio, sobre todo entre países vecinos. Esto sin duda no lo puede explicar la teoría neoclásica liberal.
Ciertamente, el objetivo final del TLC es aumentar el ingreso y el empleo en los socios comerciales. Pero, dada la situación descrita anteriormente, no es seguro que el comercio libre con los EE.UU. sea, en términos netos, beneficioso para México, sobre todo si se piensa que el perfil de su aparato productivo será definido por el mercado dominado por las multinacionales. Por lo demás, habrá un costo cuya magnitud estará en directa relación con su grado de "subdesarrollo" económico y tecnologico, que se expresará en mayor destrucción de actividades industriales y agropecuarias debido a su incapacidad de competir sin protección alguna y, consecuentemente, en desempleo. Es probable, sin embargo, que con el tiempo este específico costo sea compensado por el crecimiento del ingreso y del empleo asociado a las actividades exportadoras.
No obstante todo lo anterior, es importante señalar que el libre comercio no fue ni es una condición necesaria para que los bienes producidos en México accedan al mercado norteamericano. El TLC es sobre todo un seguro, un economista mexicano, para que ese acceso no sea bloqueado por los competidores que operan dentro de la economía norteamericana.
Una vez rechazada políticamente la posibilidad de desarrollo desde dentro, posibilidad que no tenía por qué ser el retorno al modelo sustitutivo espúreo, México pudo haber buscado la liberalización del comercio mundial en el marco del GATT y no mirar sólo a los EE.UU. Pero esta ultima opción, como se comprenderá, no podía se pensable ni posible, dado el fracaso de siete años de negociaciones de los EE.UU. en la ronda del GATT.
EE.UU.: Exportación de capital productivo
En lo que concierne a los EE.UU. el mercado mexicano es poco significativo. Se dice que este adicionará menos del 4% del mercado ya existente en los EE.UU. Por lo tanto, el mayor interés de este país no está por el lado del comercio sino por el lado de la inversión y de la producción industrial de sus multinacionales, en especial en el sector automotriz.
Pero, si bien es cierto que el crecimiento de las exportaciones al mercado abierto mexicano tendrá también efectos positivos en los EE.UU., el tralado de la producción a México, a pesar de sus costos, es importante para iniciar la reestructuración de su capital productivo. Este país necesita relanzar su economía sobre nuevas bases: debe recomponer su capital físico con la ayuda de la multinacionales, para iniciar un nuevo ciclo de acumulación. El TLC le permitirá abrir más filiales en México, acceder a un mercado de trabajo barato, desarrollar esquemas de financiamiento especiales, aumentar la producción barata de bienes intermedios, aprovechar los recursos petroleros, junto con la disminución de la presión de la migración ilegal desde México hacia los EE.UU.
La reedición de los Bloques
Por último, la opción por el bloque económico, es decir, por un área de libre mercado entre pocos países, es, no cabe duda, opuesto al libre comercio mundial. Los socios optan por alguna protección contra los que no son socios. Recuérdese que el ideal del GATT es el libre comercio mundial, aunque este no rechaza la formación de bloques y especifica que la protección contra los no socios no sea en promedio mayor que el existente anteriomente.
Pero, no puede negarse que el TLC puede debilitar aun más la estructura multilateral del GATT. Puede, asimismo tener un efecto favorable si son bloques abiertos, porosos. Pero, ¿quién puede asegurar que así será en una economía internacional dominada por las multinacionales que rivalizan por los mercados tanto por el lado de la oferta como por el lado de la demanda?.
EE.UU. opta por el bloque por razones económicas. En materia comercial, Canadá absorbe el 22% de sus exportaciones, ligeramente inferior al monto exportado a la Comunidad Europea, mientras Japón sólo absorbe el 12%. En materia productiva, las condiciones para la exportación de capitales están dadas. La integración industrial y el comercio intra-industrial con Canada tienen ya larga historia. Con México, la integración y complementación industrial, es el resultado notorio de la última década neoliberal en el que tuvieron activa participación las multinacionales.
Versión original publicada en la Revista Actualidad Económica
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