Monday, September 21, 2015

¿Crisis del Estado Constitucional democrático o Democracia en peligro?

De manera intermitente aparecen comunicados de supuestos defensores de la Democracia, pero que son, paradójicamente, los responsables de la pérdida de su legitimidad. Es decir, son las oligarquías «partidarias» que, en el fondo defienden solo el procedimiento del «voto popular» (muchas veces fraudulento), para acceder al Poder y luego usufructuarlo en función a sus intereses particulares y no en beneficio del interés nacional. Esta vez han reaccionado, al parecer ante supuestos rumores de golpe, cuando son los que en el Poder y en sus propias organizaciones se comportan con una lógica ajena al principio democrático, comportamiento que, por lo demás, siguen algunas organizaciones de la llamada izquierda tradicional.
 
Crisis del Estado constitucional democrático
 
Soslayar la existencia de este comportamiento ajeno al principio democrático, desvía la atención del problema que realmente existe en la democracia en nuestro país. Los que lo hacen, implícitamente aceptan que el marco constitucional de la democracia no está en crisis. Más allá, entonces, de los rumores, en nuestro país, hay una crisis del Estado constitucional democrático. Aunque crisis similar existe en muchos otros países, en el nuestro adquiere connotaciones especiales por el grado generalizado de corrupción en todos los niveles de la institucionalidad democrática. Por lo tanto, la fórmula de la legitimidad democrática «se halla sumida, como dice Eloy García, en un gigantesco proceso de degeneración en el que sin que medie un rechazo frontal de la idea que la fundamenta, las cosas no son lo que dicen ser».  
 
La fórmula de legitimidad está alejada de la realidad política y social. Por ejemplo, esta fórmula no incluye el respeto a los derechos de las comunidades nativas y a la preservación ecológica de su ambiente y territorio, ni hace de la consulta previa y la licencia social para la ejecución de  proyectos extractivos, los fundamentos de la legitimidad de la democracia. La ruptura entre la teoría y la práctica del constitucionalismo democrático es tal que el principio democrático ha sido abandonado no solo por los gobiernos y representantes elegidos con el «voto popular», sino también por los «partidos políticos». Los gobiernos operan abiertamente burlando la separación de poderes, penetrando y corrompiendo al poder judicial, y vulnerando las aspiraciones de la comunidad nacional que los eligió. En otras palabras, la praxis «política» de los elegidos es un activo desconocimiento y transgresión del principio esencial de la democracia: «un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo». El desconocimiento deliberado de este principio de legitimidad de la democracia, al ser convertido en principio estructural del ejercicio del Poder, conduce a la corrupción.
 
«La corrupción --dice Eloy García, citando la Historia de Florencia de Maquiavelo—es un estadio sociológico de ruina o degradación de la naturaleza original de los ordini en que se articula una comunidad política. (…) La corrupción significa una escisión ontológica entre el ser y sus manifestaciones, inducida por la acción humana. Surge de una mutación del patrón que identifica la conducta social, provocada por un obrar cotidiano que no responde a las prescripciones de sus ordini. La existencia política no se reconoce en una manera de operar que, a la vez, no guarda correlato con lo que dice contener dentro».
 
Precisamente este tipo de conducta corrupta de los «elegidos» que se aleja del principio democrático, vacía de contenido a la democracia. Con el neoliberalismo se exacerba esta degeneración de la praxis política. Los estados, como diría Todorov, se ponen al servicio de la economía de «libre mercado, con lo cual lo único que queda de democracia es el nombre, porque ya no es el pueblo el que detenta el poder, sino las oligarquías económicas y políticas.   
 
Esta ruptura entre la teoría y la praxis ha propiciado la profesionalización de la política, dando lugar al surgimiento de una «clase política cuya sola existencia –dice Eloy García—ataca la esencia misma de la democracia, causa su degeneración y se convierte en el mayor enemigo de los principios que en teoría debieran inspirar el Estado Constitucional Democrático». Con el neoliberalismo se favorece aún más esta profesionalización. Se despolitiza y privatiza la vida pública, lo que acentúa la existencia de ciudadanos como sujetos pasivos de derechos. No hay reconocimiento de derechos diferenciales para comunidades diversas, ni respeto a la pluralidad cultural.
 
Los ejes de la reforma política
 
Si se parte de este diagnóstico, entonces no es difícil imaginar reformas político-constitucionales que reivindiquen el principio democrático que felizmente «continúa vivo y que es la sustancia de la fórmula de legitimidad democrática». Los ejes de estas reformas, son los siguientes:
 
1)     Como «la legitimidad democrática se expresa y compendia en la Constitución»,  hay que crear condiciones institucionales y legales mediante un cambio de la Constitución, para que la legitimidad del poder político provenga del pueblo. Ello implica, entre otras cosas, incorporar mecanismos explícitos de comunicación y control ciudadano sobre los elegidos por el voto popular.
 
2)     Reivindicar el principio de la participación política, desarrollado ciudadanos como sujetos activos de derechos y deberes. No puede haber ciudadanos súbditos, ni gobernantes soberanos ni representantes elegidos que practican la impostura.  El ciudadano, como propietario de su soberanía, debe tener canales para asegurar su participación activa en la discusión y toma de decisiones que atañen a la colectividad, a su vida en sociedad.
 
3)     Transformar el modelo neoliberal. Se tiene que crear un contexto económico y social que haga posible la justicia, libertad, la preservación ecológica, y que funde la legitimidad de la democracia en la licencia social para explotar los recursos naturales.
 
A modo de conclusión
 
Específicamente, las medidas de reforma política (véase nuestro artículos del 14/03/2015 y del  y 21/03/2015), serían:
 
a.   Fortalecer a los partidos sin quitarle poder a los ciudadanos.
b.   Desprofesionalizar la política, y fortalecer la ciudadanía y la política. 
c.   Fortalecer la independencia de los poderes del Estado e introducir el control constitucional de los elegidos.
d.   Institucionalizar la vigilancia permanente de la ciudadanía a sus representantes.
 
 
 
Publicado por el Diario UNO, el sábado 19 de setiembre.

Saturday, September 12, 2015

El BCRP sube su tasa de interés en pleno enfriamiento económico

Desde abril de 2013 el Banco Central (BCRP) ha utilizado el 46.8% de sus reservas (posición de cambio) para frenar el alza del tipo de cambio. Esta reducción de sus reservas se aceleró en los últimos meses.  De octubre de 2014 a la fecha, el BCRP ha «perdido» un promedio de US $ 1,380 millones mensuales. A este ritmo, el total de reservas que le queda (US$ 26,305 millones) le alcanzarían solo para 19 meses.  

La actual presión al alza del precio del dólar es un «hecho estilizado» de la economía peruana. Como somos un país primario exportador, cuando los precios de las materias primas que exportamos ya no crecen, el precio del dólar aumenta porque no solo ya no entran dólares a la economía, sino que se van del país porque las condiciones financieras internacionales se tornan desfavorables para nosotros. Lo contrario ocurre en épocas del auge primario exportador. Ahora bien, cuando el tipo de cambio sube de manera importante, impacta sobre los precios, es decir, la inflación aumenta. Y esto es lo que ha pasado recientemente: la inflación al 15 de agosto pasado fue de 4.06%, situándose muy por encima del límite superior de su rango meta. 

Las equivocaciones del directorio del BCRP

El impacto de la coyuntura externa sobre el tipo de cambio puede variar en intensidad dependiendo de las medidas que tome el directorio del BCRP, no solo en materia cambiaria sino también monetaria y crediticia. ¿Qué hizo el directorio del  BCRP para que en la actual coyuntura de enfriamiento económico haya decidido subir su tasa de interés de referencia de 3.25 a 3.50%? Aunque ya hemos tratado sobre las decisiones contraproducentes que tomó el actual directorio del BCRP, haremos un breve resumen de lo que hizo:

Primero, desde el año 2007 promovió la dolarización de los créditos bancarios. No mantuvo los encajes a los préstamos externos de la banca comercial que habían sido introducidos por el directorio anterior; estos préstamos son utilizados por los bancos para otorgar créditos en dólares en el mercado interno. Por haber promovido este «carry trade» en el sistema bancario, los créditos en dólares del sector privado han llegado hasta cerca del 15% del PBI. Entonces, el alza del tipo de cambio, hace peligrar la estabilidad de la banca debido a que hay una parte importante de los créditos en dólares que se otorgaron a empresas y familias que tienen ingresos en soles.

Segundo, desde agosto de 2006 el directorio del BCRP dejó caer sistemáticamente el precio del dólar. Eran años de apogeo del modelo primario exportador: los precios de los minerales que exportamos crecían y las condiciones financieras nos eran favorables. La abundancia de dólares que había en el país presionaba a la baja del tipo de cambio. Desde el 1 de agosto de 2006 al 30 de abril de 2013, el BCRP acumuló reservas por un monto promedio de solo de US $ 500 millones mensuales. El Sr. Velarde, presidente del BCRP, decía que no le importaba la apreciación de la moneda, sino el rebote del tipo de cambio. Así dejó caer el tipo de cambio haciéndoles perder competitividad a las actividades manufactureras y de exportación no-tradicional. Fueron años de una masiva penetración de importaciones que redujeron el mercado interno de las actividades agropecuaria e industrial. La consecuencia es que ahora el rebote del tipo de cambio le está haciendo perder reservas al BCRP en un monto promedio de US $ 1380 mensuales. El peligro, entonces, es que, si todo sigue igual, el BCRP puede llegar a julio de 2016 con un monto de reservas aproximadamente igual al monto (US $8,078 millones) con el que Julio Velarde empezó su gestión el 1 de agosto de 2006. Las expectativas devaluatorias crecen en proporción inversa a la caída de las reservas del BCRP.

Tercero, Julio Velarde, desde que asumió la presidencia del directorio del BCRP, promovió la reducción de la meta y el rango meta de la inflación. De 2.5% (+/-1%) lo bajó a 2% (+/-1%). El límite superior del rango meta de la inflación antes era de 3.5% y ahora es de 3%.  Esta disminución no fue un simple error, sino falta de conocimiento de los factores que determinan la inflación en una economía con desarticulaciones sectoriales, tecnológicamente  heterogénea, y con una estructura productiva sin liderazgo de las actividades manufactureras. Chile tiene un rango meta de 2% a 4%. La consecuencia de esta decisión es que ahora la inflación está muy por encima del límite superior del rango meta. 

El miedo del BCRP a devaluar

Las equivocaciones mencionadas anteriormente configuraron, en pleno enfriamiento económico, una situación que explica el miedo del BCRP a devaluar. Este miedo le ha obligado a subir su tasa de referencia, en pleno enfriamiento económico. En lugar de aplicar una política contra cíclica, el BCRP ha decidido frenar aún más el crecimiento económico, retirando los estímulos monetarios para expandir la demanda interna. Ha preferido frenar el alza del precio del dólar, a costa de frenar más con ello el crecimiento económico.

Lo que debe quedar claro al lector es que el propio directorio del BCRP generó, con sus propias decisiones, su miedo a devaluar. ¿Fue correcta la decisión de aumentar su tasa de interés de referencia? La regla dice que se debe elevar la tasa de interés cuando la inflación aumenta por presiones de demanda. Lo que hay ahora es una inflación (por encima del límite superior del rango meta) provocada básicamente por la devaluación. Si no se hubiera bajado el rango meta de inflación, su miedo a devaluar sería menor. Lo mismo ocurriría ni no se hubiera alentado la dolarización de los créditos bancarios, pues no habría el problema de «hoja de balance» debido a que habría continuado la desdolarización iniciada por el directorio de 2001-2006.

A modo de conclusión

Retirar los estímulos monetarios en pleno enfriamiento económico es un error supino. No es verdad que ya se inició la recuperación de la economía.  Los sectores primarios crecen por las inversiones que se realizaron cuando los precios de la materias primas estaban altos. La inversión privada está cayendo y el retiro de los estímulos económicos no ayudará a su recuperación. Con el recrudecimiento de la desaceleración de la economía China y cuando la FED decida subir su tasa de interés, el escenario externo adverso será peor para la economía peruana.  En estas condiciones era mejor permitir una devaluación gradual de la moneda y, simultáneamente, aumentar la inversión pública y adoptar medidas para una rápida desdolarización de los créditos.
 
 
 
Publicado en el Diario UNO, el sábado 12 de setiembre

 

 

 

 

 

Sunday, September 06, 2015

La coyuntura crítica actual y las oportunidades perdidas


Nuestro país, como ya argumenté en artículos anteriores, se encuentra nuevamente en una «coyuntura crítica». Por un lado, hay evidencia acerca del agotamiento del modelo neoliberal primario exportador y, por otro, también hay evidencia de una crisis de la institucionalidad de la democracia. La desaceleración del crecimiento del PBI y del empleo urbano en empresas de 10 o más trabajadores, y las restricciones estructurales para reactivar y sostener el crecimiento en el actual contexto internacional, junto a las prácticas corruptas en el ejercicio de la función pública, la penetración del poder económico y político en los poderes del Estado, y la presencia de oligarquías políticas que alejan cada vez más a la ciudadanía de sus representantes, están configurando procesos sociales y políticos, ciertamente contradictorios, que pueden generar transformaciones más o menos profundas de la economía y sociedad, o, como ya ocurrió en el pasado, que pueden frustrar estas transformaciones y perpetuar el  dominio de las oligarquías políticas y económicas, renovadas o remozadas.
 
Las coyunturas críticas son momentos decisivos en los que aparece como oportunidad la posibilidad de abolir la «ley de hierro de la oligarquía», es decir, el gobierno de una minoría conservadora, cuya composición puede mutar en el tiempo, pero que, como señala su autor Robert Michel, busca expandir y mantener su poder «a cualquier precio, incluso abjurando de su principios e ideales primigenios». La «ley de hierro de la oligarquía» no es exclusiva de las autocracias, pues también se da, como en el caso de nuestro país, en las democracias, donde operan organizaciones y partidos políticos también oligárquicos. Estas oligarquías partidarias usan sus organizaciones para llegar al núcleo del poder y usufructuarlo de acuerdo a sus intereses particulares. En consecuencia, las oligarquías políticas dañan la democracia porque practican el clientelismo, favorecen la existencia de caudillos y bloquean el desarrollo de la ciudadanía.
 
Las oportunidades perdidas
 
En los últimos cincuenta años, el Perú ha pasado por varias coyunturas críticas. Todas fueron aprovechadas por las fuerzas conservadoras para bloquear las posibilidades de transformación social, política y económica. Mencionemos solo tres de ellas.
 
La primera ocurrió en la segunda mitad de la década de 1950, década que termina con la crisis económica de 1958-1959. De esa coyuntura surge el movimiento político, nacionalista y progresista, liderado por Belaúnde Terry que, elegido democráticamente, gobierna el país de 1963 a 1968.  En 1959 se había promulgado la ley de industrialización y el gobierno de Belaúnde adoptó las banderas de la integración nacional, la reforma agraria y la diversificación productiva. Este proyecto transformador fue bloqueado por una fuerza política retardataria desde el congreso de la república: la llamada coalición APRA-UNO, es decir, una amalgama del partido del dictador Odría y el aprismo convertido ya en una fuerza retardataria.
 
La segunda ocurre durante la «catástrofe económica» provocada por el primer gobierno aprista de Alan García. Las fuerzas progresistas y de izquierda, divididas, hacen posible el triunfo de Alberto Fujimori. Este traiciona rápidamente sus ofertas electorales, sumándose al coro del neoliberalismo que recorre, patrocinado por el FMI y el Banco Mundial, toda la América Latina. Con las fuerzas progresistas y de izquierda, divididas y algunas expulsadas del poder, luego de un golpe de Estado, Alberto Fujimori convertido en caudillo y coludido con el poder económico, sigue un régimen de «neoliberalismo de Estado», y entroniza, como lo hizo Alan García, la corrupción como forma de gobierno. En una década de «fujimorato», la economía creció solo durante cuatro años.
 
La tercera coyuntura crítica ocurre durante 1998-2001 y se inicia con los efectos en la economía interna de la crisis asiática y rusa. Son años lucha política de todas las fuerzas progresistas y de izquierda que hace posible la elección democrática de Alejandro Toledo, después de un breve gobierno de transición todavía dominado por el libreto económico neoliberal. Las oligarquías se recomponen y reubican en el núcleo del poder. Las fuerzas progresistas y de izquierda dejan «solos» a los profesionales que desde el BCR y el MEF hicieron reformas para, desde la política macroeconómica, iniciar el cambio del modelo de crecimiento económico neoliberal. Toledo, quien hizo poco para impedir la penetración neoliberal en su gobierno, fue sustituido, mediante elección democrática, por Alan García, quien inicia su segundo gobierno desandando lo poco que se había avanzado por la ruta de la soberanía nacional y del progreso social. Otra vez el aprismo reaccionario, bloquea el cambio, ahora con su modernización neocolonial del «perro del hortelano».
 
Alan García tuvo suerte en su segundo gobierno. La economía creció en piloto automático con un entorno externo sumamente favorable. García, que también hizo de la corrupción una forma de gobierno, solo se dedicó a concesionar el territorio nacional a las inversiones extranjeras dirigidas a la explotación de los recursos naturales. Respetó escrupulosamente el libreto neoliberal: nombró en el MEF y el BCR a profesionales afines con ese libreto. El presidente del BCR designado por García sigue en el cargo hasta ahora y su viceministro, que fue ungido ministro por Humala, renunció recién hace un año. Humala siguió fielmente el librero neoliberal y la política del «perro del hortelado».
 
A modo de conclusión
 
Ni durante el gobierno de García ni en el de Humala, que aún no termina, las organizaciones progresistas y de izquierda se reagruparon y fortalecieron, para enfrentar exitosamente las elecciones. Las peleas entre la cúpulas de las actuales dos organizaciones, Únete y Frente Amplio, con responsabilidades compartidas, puede ahora ser la causa de una nueva frustración de nuestro pueblo. Existe, entonces, el peligro de que «ley de hierro de la oligarquía» continúe en nuestro país.  
 
 
 
 
Publicado en el Diario UNO, el sábado 5 de setiembre