Saturday, June 13, 2015

Los daños del neoliberalismo peruano

El neoliberalismo atraviesa por una «coyuntura crítica» (véase David y Ruth Collier, 1991). El enfriamiento económico y la crisis política e institucional, han configurado un escenario de ruptura del equilibrio que existía entre el poder político y económico y que, por lo tanto, abre la posibilidad de cambios significativos en la economía y en la política. El proceso electoral que se avecina estará así dominado por la discusión sobre la insostenibilidad del modelo económico neoliberal, con la participación de expresiones políticas nuevas que pondrán en entredicho a las viejas estructuras partidarias. Se trata de un momento de cambio decisivo porque recién, después de veinticinco años, son evidentes los daños causados por el neoliberalismo en la economía y en la sociedad.
 
Los daños en la estructura económica
El reciente crecimiento de cerca de una década y los cuatro años de crecimiento en los noventa, tuvieron como fuente a factores externos y no a factores internos: aumento de los precios de las materias primas, crecimiento de los países desarrollados y condiciones financieras favorables. El neoliberalismo nos inserta a la economía internacional desmantelando, fundamentalmente, los estándares regulatorios existentes en el comercio exterior y en el mercado de trabajo. Este tipo de inserción nos mantiene como productores de materias primas, dadas nuestras ventajas comparativas, sobre todo naturales.
No fueron las políticas monetaria y fiscal, ni la cambiaria, las que explicaron el crecimiento. Tampoco fueron las privatizaciones que encarecieron los precios de los servicios públicos.  La apreciación monetaria que generó el boom primario exportador, en ambos períodos, y la apertura comercial, ayudaron a combatir la inflación, pero dieron lugar a una espectacular penetración de importaciones en el mercado interno.   
Como el boom fue el resultado de factores externos, la recesión y el enfriamiento económico (como el actual), también fueron el resultado de los mismos factores externos, pero con signo contrario: disminución y/o estancamiento de los precios de las materias primas, estancamiento económico de los países desarrollados y condiciones financieras desfavorables.
Las políticas neoliberales, entonces, en lugar de sentar las bases para un crecimiento económico determinado por factores o fuentes internas, debilitó esta posibilidad. Largos periodos de caída del tipo de cambio real hicieron perder competitividad a las actividades productoras de transables o comercializables, como las actividades manufactureras y agroindustriales. La estructura de precios relativos configurada en veinticinco años de neoliberalismo, favoreció el crecimiento de las actividades terciarias de no-transables (servicios y comercio), que acompañó al boom de las actividades primario-exportadoras. Las actividades terciarias y la construcción emplean al grueso de los trabajadores de baja calificación y productividad. En consecuencia, el crecimiento económico neoliberal no se basó en aumentos sostenidos de la productividad, sino en las ventajas naturales de las materias primas (sobre todo minerales).
En resumen, el neoliberalismo dañó la estructura productiva. La hizo menos industrial y agrícola y más productora de servicios de baja productividad. El crecimiento de la capacidad productiva per cápita se rezagó frente al crecimiento de la PEA. Por eso fue incapaz de resolver  el problema de la informalidad.
Los daños institucionales  
Pero el neoliberalismo no solo dañó la capacidad de la estructura productiva para crecer mediante aumentos en la productividad. También dañó las instituciones. Quizás sería mejor decir que fortaleció a  las instituciones extractivitas, a las instituciones que favorecen el rentismo y no la innovación, a las que debilitan la democracia y facilitan la corrupción. Estas instituciones no son débiles, sino todo lo contrario. Pero, son las instituciones que acompañan al extractivismo económico.
¿Cómo llegamos a esta situación? Las instituciones extractivistas no son nuevas en nuestro país. Pero, con el neoliberalismo se han hecho corrosivas, a tal punto que han puesto en cuestión a la democracia constitucional liberal. Son el resultado de las políticas neoliberales que se introdujeron en nuestro país con los paquetes de ajustes patrocinados por el FMI y el Banco Mundial desde fines de los años setenta, pasando por los ochenta y hasta los noventa.
Las políticas de austeridad, obligaron a recortar el gasto (en los presupuestos de educación, salud, seguridad, defensa, etc.) y a reducir el personal (comprando sus renuncias) de la administración gubernamental del Estado. Los recortes de gasto también afectaron el mantenimiento de la infraestructura económica y social (carreteras, hospitales, escuelas, universidades públicas, etc.). Estas políticas de austeridad  --las mismas que ahora pretenden imponerle a Grecia--, sirvieron para pagar los servicios de la deuda externa del país. Dañaron la capacidad del Estado para proveer seguridad y educación de calidad, y menoscabaron la independencia del poder judicial durante las discusiones presupuestales.
Además, el neoliberalismo, en su expresión política, fomentó el individualismo y la despolitización, privatizó la función pública y propició la penetración del poder económico en las funciones de gobierno. A todo esto se sumó la crisis de los partidos que desprovistos de ideologías después de la caída del muro de Berlin, se convirtieron en estructuras formales de poder y de usufructo del poder (ejecutivo y legislativo) por las oligarquías partidarias que compiten periódicamente con ese fin.
A modo de conclusión
Con una estructura productiva dañada y con instituciones que conspiran contra la propia democracia, contra el principio de que el origen del poder político proviene  de la comunidad de ciudadanos, ya no es posible apostar por la sostenibilidad del modelo neoliberal.
 
 
Publicado en Diario UNO, el sábado 13 de junio-

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