Las marchas y logros del movimiento
juvenil en la actual «coyuntura crítica» por la que atraviesa el país han creado, decíamos en nuestro artículo del 14-03-2015,
un «momento democrático» que abre la
posibilidad de rescatar el sentido original de la política entendida como lazo
de conexión social e instrumento de justicia. Es un «momento» que crea la oportunidad
de «desprofesionalizar la política», promoviendo la participación activa de los
ciudadanos en los asuntos públicos y legitimar la democracia emancipándola del
dominio del individualismo y del interés privado.
Crisis de legitimidad de la democracia
liberal
Hay crisis de legitimidad debido al funcionamiento
de la democracia liberal divorciado del principio
democrático de participación de los ciudadanos en las decisiones políticas. Sus
instituciones y la llamada «clase
política», actúan en contra de la esencia de la democracia como «el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo». Los gobiernos
y representantes elegidos, no rinden cuentas de sus acciones y quedan fuera del
control de los ciudadanos. Las expresiones de esta crisis de legitimidad pueden
resumirse en:
1)
La práctica de una concepción individualista
de la política y de la sociedad fomentada por el discurso liberal y neoliberal
que reivindica el espacio privado frente a la acción política para ejercer la
libertad y los derechos individuales, sin interferencias ajenas. En estas
condiciones, como nos recuerda Abellán
López, la democracia liberal no requiere de ciudadanos con virtudes cívicas y
activa participación política;
2)
La práctica oligárquica de los partidos
políticos. Estos fueron concebidos «como los cauces fundamentales de
representación, mediación y participación política». Pero, según Katz y Mair, se
han convertido en «partidos cartel» porque: no dependen de su base militante; no
tienen posturas ideo-políticas definidas; dependen de líderes caudillos; practican
la componenda y la repartija; rechazan las elecciones primarias internas; y,
dependen de empresas y grupos económicos;
3)
La práctica de una representación que aleja a
la ciudadanía de la participación política. La democracia moderna es
representativa, pero una representación desvinculada del control de la
ciudadanía es un sustituto de la democracia que le quita soberanía al pueblo, a
los electores; y,
4)
La reducción del congreso en «órgano que
sirve de correa de transmisión y caja de resonancia del poder ejecutivo y,
particularmente, del presidente», como señala Rodríguez Guerra. Esto desvirtúa
el objetivo de la división de poderes del Estado en legislativo, ejecutivo y
judicial, para que se limiten mutuamente.
El
contenido de la reforma política
Para recuperar el sentido del proyecto
democrático, las medidas de reforma política deben apuntar a solucionar los
cuatro problemas mencionados. Medidas de este tipo, entre otras, son las
siguientes:
1)
Fortalecer a los partidos sin quitarle poder
a los ciudadanos:
§ Eliminar el voto
preferencial. Este voto desdeña al partido y es contrario al principio de
rotación. En su lugar debe incluirse el voto por una lista del partido,
confeccionada en elecciones internas, y solo después el elector puede votar por
el candidato de su preferencia y que se encuentra en dicha lista.
§ Financiamiento
uniforme a los candidatos de los partidos durante la campaña electoral. Se debe
constituir un Fondo Público, administrado con tal fin por el organismo
electoral competente, con reglas para la rendición de cuentas y sanciones a sus
infractores. Un porcentaje de este financiamiento puede destinarse al partido
para gastos de administración durante el período electoral.
§ Todo partido
debe tener candidatos para no perder su inscripción. Esto evitará la existencia
de los «vientres de alquiler».
2)
Desprofesionalizar la política, y fortalecer
la ciudadanía y la política:
§ Eliminar la
reelección inmediata del cargo de congresista, al igual que de los cargos de presidentes
regionales y alcaldes; y, fijar un
máximo de dos mandatos para estos cargos y el de Presidente de la República. La
reelección frena la renovación de cuadros e impide el fortalecimiento de
la política.
§ Establecer
para los congresistas el derecho a desafiliarse del partido que traiciona sus
principios y el programa presentado en la campaña electoral. Este derecho se
funda en el respeto al elector o ciudadano.
3)
Fortalecer la independencia de los poderes
del Estado y la democracia:
§ Pérdida del mandato
cuando un congresista es nombrado ministro por el poder ejecutivo. Su objetivo
es fortalecer la independencia de poderes.
§ Control
constitucional del poder ejecutivo mediante la evaluación del informe anual del
Presidente ante el pleno del Congreso. Esta evaluación debe incidir en las
acciones de impacto nacional realizadas por el gobierno, las cuentas de los
gastos del poder ejecutivo y las propuestas de acciones para al año siguiente.
4)
La representación debe contribuir a que el
pueblo ejerza su soberanía:
§ Institucionalizar
la vigilancia permanente de la ciudadanía a sus representantes y canalizar las denuncias
de los casos en el que se «desvirtúa la promoción del interés general» y las
prácticas corruptas en el ejercicio del cargo.
§ Reforzar la
institución de la rendición de cuentas (semestrales o anuales) para erradicar
la corrupción, ante asambleas de los representantes con los electores.
§ Abolir la
inmunidad parlamentaria que fomenta la irresponsabilidad de los representantes.
A modo de conclusión
Estas y otras medidas deben situar a
la democracia en la ruta del
republicanismo hasta anclar en una nueva constitución, sin olvidar que
devolver el protagonismo de la vida política al ciudadano –como dice Andrés de
Francisco—no es posible si no se garantiza la existencia social de los
individuos. El pensamiento republicano es contrario a la concentración del poder
y a la usurpación del espacio político por las oligarquías.
Publicado en el Diario UNO el sábado 21 de marzo.
2 comments:
Muy buena pagina los felicito.
Los felicito, muy buen blog.
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