Saturday, February 21, 2015

Cambiar de modelo económico neoliberal o estancarse

Según el INEI, la tasa de crecimiento del PBI en 2014 fue de solo 2.35%, menos de la mitad de la tasa de crecimiento que se registró en 2013. Se podrá decir que la política fiscal no contribuyó a detener la desaceleración porque se generó superávit fiscal en los años 2011-2012, pero no es su causa principal. En el 2013 el superávit  fue menor a 1% y es probable que en 2014 se registre un déficit. Tampoco se le puede achacar como causa de la desaceleración a la política monetaria. Es verdad que el Banco Central inició la disminución de su tasa de referencia recién a fines de 2013, pero el hecho es que los créditos en moneda nacional siguen creciendo a tasas cercanas al 20%.
 
No se puede negar que las demoras en la aplicación de políticas contra-cíclicas y su propia orientación, han tenido su cuota en la desaceleración del crecimiento, pero su causa más importante se encuentra en el estancamiento de la economía internacional y en la incertidumbre que acompaña a su recuperación en los próximos dos o tres años. Por lo tanto, ya terminó el ciclo largo de altos precios de las materias primas que exportamos. En la década de los años noventa este ciclo de altos precios duró apenas 5 años, pero el que acaba de terminar tuvo una duración de cerca de diez años. El actual gobierno desaprovechó esta tremenda oportunidad con la traición a su propuesta de transformar el estilo de crecimiento neoliberal.
 
El descuido de la oferta para el mercado interno
 
La economía creció entre 2002 y 2014 a una tasa promedio anual de 5.9%, pero en lugar de resolverse los problemas estructurales de la economía, se exacerbaron: alta tasa de informalidad (73.7%); subdesarrollo del agro que emplea a cerca de la tercera parte del total de trabajadores, pero que participó en la generación del PBI con solo 5.34% en 2014; aumento de la participación de los sectores terciarios de baja productividad, como los sectores de comercio y servicios que explican el 60.2% del PBI; deterioro de la manufactura con la reducción de su participación en la generación del PBI a 15%; un vector de exportaciones altamente especializado en productos primarios con un porcentaje (75%) similar al de las décadas de los años cincuenta y sesenta; y, una espectacular penetración de importaciones que representa más del 180% de la producción de la manufactura.  
 
 
 
A pesar de los 16 años de alto crecimiento (1993-1997, 6.8%; 2002-2008, 6.6%; y, 2010-2013, 6.7%) en los 24 años de neoliberalismo, se redujo sistemáticamente la participación de la oferta o producción orientada al mercado interno en la demanda interna (véase gráfico). En el período 1950-1989, esta participación se mantuvo, con fluctuaciones,  en un promedio de 86%. En 1990 alcanzó el 87%, pero después cayó sistemáticamente hasta 73% en 2013. Nunca antes se había registrado un porcentaje similar. En el período anterior al neoliberal, los porcentajes más bajos fueron de 82.3% en 1967 y de 82.1% en 1974. Además, hay que considerar que dentro de la oferta productiva orientada al mercado interno se reduce la participación de los sectores manufactura y agropecuario, mientras aumenta la participación de los sectores comercio y servicios. Es claro, entonces, que las políticas orientadas a la expansión de la demanda interna, sin cambios simultáneos en la oferta productiva para el mercado interno, darán lugar al aumento del déficit en la cuenta de la balanza de pagos y también a presiones inflacionarias.
 
La propuesta de diversificación productiva neoliberal
 
El plan de diversificación productiva oficial no tiene sentido en el actual escenario de estancamiento de la economía internacional. No toma en cuenta el efecto de las reformas y políticas neoliberales en la estructura productiva del país. Es una propuesta de cambio para que nada cambie como en la novela «El Gatopardo» de Lampedusa. Veamos por qué. Este plan tiene tres ejes. El primero es poner la economía en cadenas de valor internacional, apostando nuevamente por el papel de los mercados externos en pleno estancamiento de la economía internacional y descuidando el desarrollo de mercados internos. Y, precisamente porque apuesta por los mercados externos, su segundo eje hace énfasis en la necesidad de bajar los costos laborales, flexibilizar el mercado de trabajo, flexibilizar permisos y trámites. Esta es la razón, por ejemplo, de por qué los neoliberales del gobierno se oponen al incremento del salario mínimo.
 
Finalmente, su tercer eje se resume en un conjunto de medidas administrativas para aumentar la productividad. Sus autores no entienden que la productividad es un fenómeno macroeconómico resultado de cómo crece y opera la economía. Si se crece deteriorando la oferta orientada al mercado interno y a una tasa menor que la fuerza laboral, como ha ocurrido en los últimos 24 años, no hay manera de evitar que un alto porcentaje del empleo sea informal y de baja calificación, y de que se ubique en sectores terciarios de baja productividad.
 
A modo de conclusión
 
La diversificación productiva para iniciar el cambio del modelo neoliberal es la industrialización a partir de la agricultura, de su modernización y del desarrollo de la agroindustria. Para ello, las políticas orientadas a la expansión de la demanda interna (inversión pública en infraestructura y financiamiento, por ejemplo), deben orientarse a apoyar este tipo de industrialización y de diversificación de la oferta productiva para el mercado interno. Es la manera, además, de iniciar el cambio del marco institucional actual; de retirar las reglas de la globalización neoliberal del espacio que ocupan en las decisiones de  política de nuestro Estado Nacional.
 
 
 
Publicado en el Diario UNO, el sábado 21 de febrero.

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