Martin Tanaka (LR: 06-1013), afirma
que el problema no está tanto en las políticas neoliberales del Consenso de
Washington sino en el “fundamentalismo” en su implementación. «Vistas las cosas
así –dice--, me parece que en Perú el neoliberalismo ha tenido éxitos evidentes
(crecimiento, reducción de la pobreza sin aumento de la desigualdad), que han
permitido que muchos peruanos sean más ciudadanos (conscientes de sus derechos
y deberes), aunque su aplicación haya sido escamoteada por sus componentes
autoritarios y corruptos y ciertamente también por la debilidad de nuestras
instituciones y valores republicanos».
Extractivismo neoliberal, poder
económico y corrupción
Tanaka no refuta mis argumentos. Se le
ha mostrado que el crecimiento reciente no es inédito; que cualquier tipo de
crecimiento reduce la pobreza monetaria; que el atraso cambiario y la
espectacular penetración de importaciones han afectado la competitividad y
mercado interno de la manufactura; que se ha crecido con sueldos y salarios
estancados y que, por lo tanto, ha aumentado la desigualdad; que se cercenaron
los derechos laborales de los trabajadores; que la política de gasto afectó la
calidad e infraestructura de la educación, la salud y la seguridad social; y,
que el crecimiento reciente no habría
sido posible sin altos precios de los minerales y sin una demanda externa
sostenida. Nada de esto puede ser considerado un éxito y, sin embargo, Tanaka
insiste en que los «éxitos del neoliberalismo son evidentes».
La apertura comercial indiscriminada,
la apreciación monetaria y el contexto externo favorable acentuaron la
especialización de la economía peruana en la producción y exportación de
minerales, que “resultó” ser su principal ventaja
comparativa. Se siguió la pauta neoliberal según la cual los países se
especializan, no se diversifican. Ahora somos un país menos industrial y
agrícola, y más exportador de minerales y productor de servicios de baja
productividad. Pero, si se para el «motor externo», se para el «carro» del
crecimiento. Por otro lado, el extractivismo primario exportador opera porque
existen instituciones políticas extractivistas donde campea la corrupción.
Estas instituciones facilitan la penetración del poder económico privado en
todas las esferas de la administración gubernamental del Estado.
El extractivismo, el poder económico y
la corrupción son enemigos del republicanismo. «La república –dice Pocock-
resulta por completo imposible allí donde las oligarquías, los gentiluomini, adquieren demasiado poder.
Con el poder de estas oligarquías, no puede haber gobierno libre». Cuando Tanaka
dice que «los éxitos del neoliberalismo fueron escamoteados por sus componentes
autoritarios y corruptos y ciertamente también por la debilidad de nuestras
instituciones y valores republicanos», no parece entender que esos «componentes
autoritarios y corruptos» son los que debilitan a las «instituciones y valores
republicanos». Al respecto, Pocock, comentando los Discursos de Maquiavelo, dice: «Las instituciones dependen de la
atmosfera moral y las mismas leyes que operan el bien en un pueblo no corrupto,
producen efectos contrarios a los deseados cuando la corrupción se ha impuesto».
Entonces, en una atmósfera corrupta, las instituciones públicas son penetradas
por el interés privado; los gobernantes y políticos practican la impostura; las
deberes públicos en los distintos poderes del Estado, se negocian; y, la ley no
impide la arbitrariedad y los privilegios.
El neoliberalismo es anti-republicano
El neoliberalismo ha erosionado los
fundamentos institucionales de la ciudadanía
al desmantelar los estándares laborales y sociales básicos, y al fomentar la
concentración del poder económico privado y su injerencia en el gobierno
«disputándole al Estado su inalienable derecho a definir la utilidad pública».
Con el neoliberalismo la democracia «representativa» se
ha convertido en
caricatura: «gobiernan los que no ganan las elecciones» (problema del
agente-principal).
Por lo tanto, decir que «los éxitos
del neoliberalismo han permitido que muchos peruanos sean más ciudadanos», es
suponer «que es imposible percibir la luz, sin antes percibir la oscuridad». No hay manera de mostrar que el neoliberalismo
ha ampliado la ciudadanía entre los peruanos. Se desmantelaron los derechos de
los trabajadores, se generalizaron las prácticas clientelares en la competencia
política, no hay derecho universal a la educación y la salud, se criminaliza la
protesta social, no se respeta los derechos de los pueblos cuando se hacen
concesiones mineras o petroleras y, los gobiernos elegidos practican la
impostura y sirven a los grupos de poder.
El neoliberalismo, además, ha
despolitizado y privatizado la vida pública. El interés privado domina sobre el
interés público («la actividad pública es un instrumento al servicio de los
fines privados»); hay asimetrías de poder en los mercados; no hay virtud cívica
(los comportamientos individualistas menoscaban el «compromiso con el bien
público»); no hay igualdad jurídica; y, los mecanismos de control de los
gobernantes y la independencia de los poderes del Estado han sido dañados por
la corrupción y los caudillos.
A modo de conclusión
Lo que hay de ciudadanía y virtud
cívica en nuestro país, se desarrolla contra la fuerza y resistencia del
neoliberalismo, contra el mercado desregulado y el interés privado que «arrinconan
a la virtud y a la solidaridad».
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