El
año 2012 terminó con un crecimiento del PBI de 6.3%. En los últimos ocho años el
PBI ha crecido a una tasa promedio anual de 6.98%. Este crecimiento sostenido se
produjo en un entorno macroeconómico de baja inflación. Por eso, políticos y
economistas con poco conocimiento de la historia económica y de las teorías del
crecimiento y del desarrollo, consideran que este desempeño del PBI ha sido el
mejor de la historia contemporánea de
nuestro país. Llegan incluso a afirmar que este desempeño ha sido el
resultado de la aplicación de «buenas políticas» y no de la «suerte de haber
contado con un contexto externo con precios de los minerales muy altos.
El estilo de crecimiento actual
Para
empezar, como ya lo hemos dicho en otra oportunidad, el período 1959-1967 es
otro período de alto crecimiento económico. El PBI crece en esos ocho años a la
tasa promedio anual de 7.2%. Pero, como veremos más adelante, el estilo de
crecimiento actual es totalmente diferente: es menos industrial y más dependiente
de importaciones. El neoliberalismo ha consolidado una estructura productiva de
servicios de baja productividad y primario exportadora.
El
impulso del crecimiento proviene de los altos precios de los minerales y es
liderado por los sectores de producción de no transables: Comercio, Servicios y
Construcción. Como puede verse en el Gráfico 1, estos sectores, junto con el de
Hidrocarburos, crecen en los últimos doce años por encima del PBI. La Manufactura
y la Agricultura, sectores fundamentales para la diversificación productiva, se
rezagan. Como crecen menos, pierden peso en la estructura del PBI.
Este
cambio estructural provocado por las políticas neoliberales comienza en los
años de la década de los noventa. En el Gráfico 2 se puede apreciar que el
liderazgo del crecimiento lo tienen los sectores de Minería metálica y
Construcción. Son años de bajo crecimiento económico: el PBI crece de 1990 al
2000 a una tasa promedio anual de 3.97%. Entre el 2000 y el 2012, la tasa de
crecimiento promedio anual del PBI fue de 5.82%.
El importante crecimiento de la Minería Metálica entre 1990 y 2000, comparado con el de los últimos doce años, se explica básicamente por los precios de los minerales: el valor de las exportaciones de estos productos es mucho mayor que el registrado en la década de los noventa. De otro lado, es importante destacar que la manufactura crece por debajo del PBI e incluso de la producción del sector Comercio. Es claro, además, que con la apertura comercial y los tratados de libre comercio, la producción del sector Agrícola, así como de la Manufactura, va perdiendo importancia en la última década.
En
resumen, las políticas neoliberales han consolidado una estructura productiva
poco diversificada y donde la producción de los sectores Comercio, Servicios y
Construcción representa el 70.5% del PBI. Cerca del 60% de los trabajadores
están empleados en estos sectores que, en general, son de baja productividad.
Este tipo de trabajadores de baja calificación y productividad aumenta al 88.1%
del total, si se incluye al sector Agricultura, que sigue siendo
fundamentalmente tradicional. El milagro económico, entonces, corresponde a un
estilo de crecimiento basado en exportaciones primarias y en la producción de
no transables de baja productividad; y, su impulso proviene de una demanda
externa que todavía mantiene a los precios de los minerales en niveles
históricamente muy altos.
Desindustrialización y dependencia de importaciones
El crecimiento del
período 1959-1967 fue liderado por la manufactura que se expandió sustituyendo
importaciones. En el año 1970, luego de ese intenso proceso sustitutivo, el
total de importaciones representaba el 34.4% de la producción manufacturera.
Este porcentaje subió a 54.9% en 1974 y durante los años del neoliberalismo esta
relación cambió notablemente: en el año 1997 el total de importaciones
equivalía al 92.3% de la producción manufacturera y en el año 2005 este
porcentaje se elevó a 101%. En la actualidad, según cifras preliminares del
INEI, el total de importaciones se aproxima al 140% del valor de la producción
manufacturera. Peor aún, el valor de las importaciones es mayor que el valor
conjunto de la producción agrícola y manufacturera.
El neoliberalismo nos
ha hecho mucho más dependientes de importaciones que en los años en los que
floreció la «teoría de la dependencia». Se ha producido en estas últimas dos
décadas un proceso inverso al de la sustitución de importaciones de los años
sesenta, proceso que se ha acentuado con la continua apreciación de la moneda local
desde el inicio del segundo gobierno de Alan García.
La sostenida apreciación
del sol, nos ha hecho perder competitividad con nuestros principales socios
comerciales de la región latinoamericana, como se muestra en el cuadro
siguiente.
«Los
países no se especializan, los países se diversifican». Esta es la recomendación de una buena
política económica que ninguno de los últimos gobiernos ha puesto en práctica. Sin
el impulso de la industrialización y del desarrollo agrícola no habrá empleo
digno ni crecimiento basado en la productividad. Sin industrialización tampoco
será posible superar la restricción externa que hoy se ha acentuado. Además, si
no nos industrializamos, seguiremos participando como productores de materias
primas en comercio internacional. Como
país minero que no aprovecha sus ventajas para industrializarse, seguiremos por
la ruta del extractivismo y no de la inclusión social.
Publicado en el diario La Primera, el sábado 6 de abril.
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