El papel social del
Estado republicano
Las relaciones e instituciones sociales se
construyen. Es posible, por lo tanto, construir una sociedad sin grandes asimetrías
de poder y generando las condiciones materiales para una «existencia social
autónoma de los individuos o libres de dominación social». En el plan LGT se
propone instaurar un Estado con deberes públicos, ejercidos
por autoridades legítimas. Un deber público fundamental de este Estado es,
entonces, «erradicar las causas de la dominación social». Tiene que impedir,
por ejemplo, que los recursos que permiten el acceso a la propiedad se concentren
en pocas manos, generando marginación y exclusión social.
Sin embargo, como este Estado, de acuerdo a la concepción de la democracia, se rige por la voluntad general de los integrantes de toda la comunidad política, tienen que existir canales adecuados para el ejercicio del control de las instituciones por parte de los ciudadanos. El objetivo de erradicación de la dominación social por el bien del conjunto de la sociedad, no es compatible con un Estado detentado y usufructuado por grupos de poder que luego convierten «el orden social en una oligarquía o en una tiranía plutocrática». La institución política del Estado y su aparato gubernamental, no pueden convertirse en espacios de dominios de poder de grupos que los utilizan para su propio beneficio.
El mercado es una
institución social
En el plan LGT el mercado es concebido como
una institución social. El mercado, o los mercados, de las economía
capitalistas, son evidentes escenarios de asimetrías de poder y, por ello,
fuentes de conflicto. El neoliberalismo ha exacerbado estas asimetrías: ha
acrecentado la desigualdad en la distribución de los ingresos y recursos, al oponerse
al papel regulador del Estado con políticas orientadas a desmantelar los
estándares regulatorios en casi todos los mercados.
Los mercados de las economía capitalistas
han dado lugar, pues, a la aparición de marginados o excluidos de la «vida
social». «El hombre lleva su nexo con la sociedad en el bolsillo», decía el
joven Marx. Los menesterosos, los pobres, los desdichados, es decir, los que no
tienen dinero en el «bolsillo», son los desconectados con la «sociedad». Y los
que tienen esa conexión, han convertido las relaciones entre las personas en
relaciones alienadas, intermediadas por cosas.
Pero los mercados como institución social
pueden cambiar de naturaleza. Pueden ser rediseñados y regulados de tal manera
que no hayan grupos de poder que lo utilicen para su propio beneficio,
desapareciendo así las causas de la dominación social. Los mercados pueden
operar reproduciendo y fortaleciendo la independencia material de todos los
individuos de la sociedad y, en consecuencia, la inclusión social. Se puede
cambiar su actual diseño que favorece a los grupos de poder, internos y
externos, para que sus beneficios de una asignación descentralizada de bienes y
recursos, «no erosione la posición social de los individuos como actores
económicos libres».
Este planteamiento Smithiano tiene que ser
rescatado por las izquierdas. El mercado –que también es usado por las
derechas, como dice Casassas-- «puede alimentar el encuentro entre individuos
libres y civilmente independientes, encuentros que pueden asegurar: el
mejoramiento de las condiciones de vida que todo ser humano aspira y que este
mejoramiento material ocurra en una comunidad plural, diversa y en ningún caso
en una sociedad socialmente fracturada». La mano invisible de Smith «guía a la sociedad
hacia la máxima libertad y felicidad cuando la comunidad es una sociedad de
individuos libres e iguales».
A modo de conclusión
En el plan LGT se dice que «cambiar la estrategia de
desarrollo neoliberal por otra que implique la construcción de una economía
nacional de mercado, requiere un nuevo entorno político y social, una nueva coalición
de poder, que asegure la construcción de la Nación y la práctica de una
democracia republicana». Como dijimos desde el inicio de esta serie, en el «contexto político» se
configuran las instituciones económicas. Por lo tanto, para transformar el país desarrollando
mercados, teníamos que advertir que era y es necesario partir de la
identificación de quién o quienes detentan ahora el poder del Estado. Una nueva
coalición de poder que construya legítimamente instituciones políticas
inclusivas, puede dar lugar a la generación de instituciones económicas también
inclusivas, y dar inicio de este modo al círculo virtuoso
de crecimiento y desarrollo.
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