«Nos
preocupa más un fuerte rebote del dólar que la apreciación del sol», dijo
recientemente Julio Velarde, presidente del Banco Central, refiriéndose a la
posibilidad de un alza abrupta del tipo de cambio. En realidad, para ser consecuente, debió
decir, «Me preocupa el fuerte rebote del dólar más que la apreciación del sol
que yo estimulo y tolero». Velarde ha hecho, sin duda, una increíble confesión
de parte. Es verdad que la apreciación del sol se debe al debilitamiento del dólar a nivel global, a la política devaluatoria del Banco
Central norteamericano, al
recurrente superávit comercial de nuestro país y al creciente influjo de capitales
por razones especulativas (ver mi artículo del 12-05-2012); pero, también se
debe a las tímidas intervenciones esterilizadas del Banco Central en el mercado
cambiario que no frenan la recurrente caída del tipo de cambio.
Mal de muchos, consuelo de tontos
Velarde prefirió irse al FLAR, para no acompañar
la reforma de las políticas monetaria y cambiaria de los años 2002-2003.
Discrepaba de sus promotores, los otros directores
del Banco central de ese entonces. Parte de la reforma fue la incorporación de
la regla de intervenciones esterilizadas del Banco Central con el objetivo de
atenuar las fluctuaciones del tipo de cambio o impedir depreciaciones o
apreciaciones significativas. Velarde retorna como presidente del Banco Central,
nombrado por García, para gestionar reglas de política monetaria y cambiaria
que no promovió ni hubiera promovido, y después fue ratificado en el cargo nada
menos que por Ollanta Humala.
Ni a él ni a Castilla le importa que la
apreciación del sol conspire contra el crecimiento económico. La apreciación
aumenta los costos en dólares de las empresas exportadoras de productos no
tradicionales y abarata los productos manufacturados importados. Estos efectos
negativos de la apreciación sobre la producción nacional no-primaria
exportable, son agravados por el actual entorno de crisis internacional.
Velarde dice que la “apreciación este año –es
decir, en los tres o cuatro meses anteriores-- ha sido más bien lenta en
comparación con otros mercados, como el chileno o el colombiano». Pero no dice
que en los cerca de diez meses que lleva de ratificado por Humala, ha permitido
que los tipos de cambio reales, multilateral y
bilateral, caigan en 7.7% y 4.8%, respectivamente; y que los en los cinco años y diez meses
de su gestión ha dejado que los tipos de
cambio reales, multilateral y bilateral, caigan en 14.4% y 23.5%,
respectivamente.
Por lo demás, es un consuelo de tontos
constatar que otras monedas se han apreciado más que la nuestra respecto del
dólar. Pues, lo que importa saber es si nuestros tipos de cambio reales con los
países que él menciona (Chile y Colombia, por ejemplo) han bajado o han subido.
Velarde no proporciona esta información. Lo curioso, sin embargo, es que la
producción manufacturera que exportamos a nuestros vecinos, se ha reducido notablemente
en el primer trimestre del año, según el INEI (ver mi artículo del 19-05-2012).
El rebote del dólar no es independiente de la
apreciación del sol
Julio Velarde acaba de explicitar una
política cambiaria consistente con la política devaluatoria del Banco
Central norteamericano, al decirnos que «no le preocupa la apreciación de
nuestra moneda». ¿Puede la política explicita de dejar que se
siga apreciando el sol, dar lugar a una apuesta contra el Banco Central que
termine generando una fuerte y abrupta depreciación de la moneda? No es difícil imaginar la respuesta del actual
presidente del Banco Central. Él dice «No nos preocupa la apreciación ahora sino
un fuerte rebote (del dólar) más adelante». Lo que no entiende Velarde es que
la magnitud del rebote de dólar «más adelante», está en relación directa a la
magnitud de la apreciación de nuestra moneda ahora. Cuanto mayor es esta apreciación, mayor es la
devaluación esperada. Por lo tanto, si le preocupa esta devaluación (de «más
adelante»), le debe preocupar la apreciación ahora.
Así como cree que
el instrumento más adecuado para combatir la inflación es la magnitud del
agregado monetario o el encaje que influye en esta magnitud, también cree que
el tipo de cambio se determina como el precio de cualquier bien, por la oferta y la
demanda de divisas («la caída del dólar frente al sol –dijo-- se
debe a factores estacionales). Este enfoque de equilibrio de flujos es incapaz de
explicar lo que pasa ahora con el tipo de cambio. La creciente movilidad
internacional de capitales y el creciente papel de las expectativas en la toma
de decisiones de los inversionistas que operan en los mercados financieros, obligan
a considerar que el tipo de cambio se determina como el precio de un activo
financiero, de cualquier activo financiero que está influido por las expectativas.
En consecuencia,
la apreciación monetaria aumenta la tasa de depreciación esperada porque el
tipo de cambio se aleja de su valor esperado, con lo cual se incentiva la
adquisición de activos externos.
A modo de conclusión
Si al directorio
del Banco Central le preocupa la posibilidad de un fuerte rebote del dólar, este
tiene que adoptar una política activa contra la apreciación del sol. Es decir,
el Banco Central debe intervenir más resueltamente en el mercado, comprando
dólares y esterilizando sus efectos monetarios, para reducir la tasa de
depreciación esperada, es decir, para acercar el tipo de cambio a su valor
esperado.
Publicado en el diario La Primera, el sábado 26 de mayo.
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