Lo que
está ocurriendo con el proyecto minero Conga evidencia el carácter
antidemocrático del poder minero y de los que ahora gestionan el poder político.
Pero no solo eso; también evidencia cierto complejo de inferioridad ante lo
extranjero. Se menospreció la evaluación del Estudio de Impacto Ambiental (EIA)
del proyecto minero Conga hecha por nuestros connacionales y se optó por un
peritaje extranjero que llegó a conclusiones similares, es decir, que el EIA aprobado
en 2010 tenía deficiencias notables. El propósito de este artículo es llamar la
atención sobre la importancia de la democracia para la definición del carácter
inclusivo del crecimiento. El crecimiento con instituciones y prácticas
antidemocráticas no puede ser inclusivo.
El extractivismo es antidemocrático
La
democracia no se define solo por la legitimidad constitucional-representativa, ni
sólo por la separación y el ejercicio autónomo de los poderes del Estado. Gobiernos legítimos, elegidos con el voto
popular, pueden seguir la práctica de someter a sus críticos u opositores, de
facilitar la concentración de la riqueza, de permitir la posición de dominio y
el abuso del poder, de discriminar y no tomar en cuenta a los pueblos
indígenas, y de despreciar las condiciones de vida y los niveles de ingreso de
los trabajadores. Y, en este caso, claro está, estamos frente a gobiernos
antidemocráticos; frente a gobiernos que no practican la democracia republicana
y que, por lo tanto, no evitan el dominio de unos sobre otros ni les importa la
pérdida del ejercicio de la libertad por la ausencia de
condiciones materiales de existencia.
Las
instituciones políticas no democráticas son oligárquicas, concentran el poder
en «pocas manos» y evitan la aplicación de restricciones al ejercicio de este
poder. Estas instituciones políticas son las que generan instituciones
económicas funcionales a los intereses de la oligarquía, es decir, son las que
extraen recursos del resto de la sociedad para su propio beneficio. En nuestro
país, la presencia de este tipo de instituciones políticas y económicas
«extractivas» --como las denomina Acemoglu--, ha sido una constante desde la
colonia. Este «extractivismo» siempre fue rentista y poco innovador; se mantuvo
sobre la base del aprovechamiento de la renta de los recursos naturales por las
respectivas oligarquías que se sucedieron en el tiempo. Nos hizo –en momentos
distintos de nuestra historia—un país guanero, salitrero, cauchero, azucarero,
algodonero, «productor» de anchoveta, petrolero y minero, es decir, un país
primario exportador que miraba sólo a los mercados externos. El «extractivismo»
creó un Perú Oficial que marginó,
excluyó y empobreció al Otro Perú de
la sierra, de la selva y de las barriadas de la costa del país.
El crecimiento inclusivo no es «extractivista»
El
candidato Ollanta Humala en su Compromiso
con el pueblo peruano de marzo de 2011, decía: «Las sociedades democráticas
se fundamentan en el pluralismo. Ese pluralismo que es bastante extendido y
rico en nuestro país, supone la existencia de diferentes puntos de vista (…).
La democracia será más fuerte en la medida en que esa diversidad, que es
también un derecho, esté reconocida por todos y garantizada para todos». Su
rechazo a la sociedad monocorde y su adhesión al pluralismo –que sin duda
compartía con sus escribidores--, situaba al candidato en el lado de los que
promueven las instituciones políticas inclusivas.
Las instituciones
políticas «inclusivas», son plurales y participativas, distribuyen el poder
ampliamente en la sociedad, promueven la imposición de restricciones al
ejercicio del poder para evitar el abuso y la corrupción, y practican el
control constitucional de los gobernantes. Este tipo de instituciones políticas
generan --según Acemoglu— instituciones económicas «inclusivas» que distribuyen
los recursos de manera más equitativa, limitan los monopolios, crean incentivos
a la innovación y al cambio tecnológico,
promueven la diversificación del aparato productivo, dan lugar a nuevas y más
modernas empresas, se crean industrias, fábricas, aumenta el empleo y los
salarios, y se elimina la práctica rentista.
En suma,
la redistribución de los recursos e ingresos y la diversificación productiva
son fundamentales para impedir la constitución de oligarquías y, fortalecer la
democracia y las instituciones políticas
«inclusivas». El crecimiento económico
inclusivo y las instituciones políticas «inclusivas» generan un proceso
reforzado de innovación política y económica: el fortalecimiento de la
democracia es acompañado por el progreso tecnológico. Como dice Acemoglu, economías basadas en la represión salarial y de la mano de obra y en sistemas tales como la
esclavitud y la servidumbre, no
son muy innovadoras.
A modo de conclusión
El candidato
Ollanta Humala hizo una propuesta de Crecimiento
Inclusivo en su Compromiso con el
pueblo peruano que incluía la regulación ambiental y la consulta previa.
Ofreció adoptar políticas públicas orientadas a diversificar nuestra economía y
a incorporar mayor valor agregado a lo que producimos, para que el crecimiento
--hoy basado en los altos precios de las materias primas--, no esté sujeto a los
vaivenes del mercado internacional. Asimismo, ofreció fortalecer los mercados
internos y «sustentar la inversión privada, nacional y extranjera, en una
verdadera revolución de la educación y en inversión en tecnología e innovación».
Artículo publicado en el diario La Primera, el sábado 28 de abril.
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