Diversos políticos y economistas, entre ellos sorprendentemente al Ministro PPK, sostienen que la economía crece porque se mantuvo “lo bueno de Fujimori”. El propósito de este artículo es mostrar que esto no es verdad, en otras palabras, mostrar que el crecimiento económico de los últimos tres años se debe, por el contrario, a la aplicación de una política económica radicalmente distinta de la fujimorista. En primer lugar, hay que recordar que la crisis financiera de los años 1997-1998 puso en evidencia el carácter insostenible del modelo neoliberal y de sus políticas macroeconómicas. Esta crisis financiera, que produjo una recesión de cuatro años, junto a corridas y quiebras bancarias en los años 1999-2000, ayudó a terminar con el fujimorismo. El notable efecto nocivo que tuvo esta crisis sobre el producto, el empleo, la banca y las finanzas públicas, se debió precisamente a la política monetaria del fujimorismo que fomentó la dolarización de la banca comercial con la aplicación de encajes efectivos diferenciales (0% para las líneas de créditos externas y cerca de 44% para los depósitos domésticos en dólares). Esta política acrecentó la vulnerabilidad de la economía ante shocks externos adversos porque promovió la dolarización de las deudas privada y pública, estimuló la expansión de las líneas de créditos externas y desalentó el desarrollo del mercado doméstico de capitales.
El gobierno actual cambió radicalmente esta política. Para empezar, la autoridad monetaria aumentó la tasa de encaje marginal de 20 a 30% para los depósitos en moneda extranjera y las líneas de crédito a corto plazo del exterior. También disminuyó la remuneración al encaje de dichos depósitos. Por otro lado, desde el año 2002, introdujo un nuevo esquema de política monetaria que incluye: a) metas explícitas de inflación para anclar las expectativas inflacionarias de los agentes económicos; b) una regla monetaria donde el instrumento tasa de interés es administrado ante desvíos de la inflación de su valor meta o ante la brecha del producto efectivo respecto al potencial; y, c) un régimen de tipo de cambio relativamente flexible bajo libre movilidad internacional de capitales, con intervenciones esterilizadas de compra-venta de dólares para morigerar la volatilidad del tipo de cambio. Como resultado de esta nueva política, la tasa de interés overnight bajó, desde un nivel cercano al 19%, a 3% promedio anual y, ciertamente, disminuyó significativamente su volatilidad. También aumentaron las RIN. Mientras la economía no tenga un mercado doméstico de capitales en soles plenamente desarrollado, se debe acumular reservas para protegerla de shocks externos adversos. En otras palabras, mientras las deudas pública y privada no estén totalmente desdolarizadas, el tipo de cambio no puede actuar como un pleno absorbedor de shocks en situaciones de alta volatilidad.
Recientemente la calificadora Standard & Poors ha señalado que con una deuda pública dolarizada, el país nunca podrá obtener grado de inversión. La volatilidad y la vulnerabilidad fiscal de un país provienen de la deuda predominantemente en moneda externa y no sólo de su nivel respecto al PBI. La dolarización aumenta el riesgo de enfrentar una repentina pérdida de flexibilidad y solvencia fiscal. Lo mismo sostiene Moodys cuando refiriéndose a la calificación de los bancos locales, asocia la dolarización de las deudas privadas con la fragilidad financiera y la vulnerabilidad de la economía.
También cambió la política fiscal fujimorista. Esta fue procíclica. Pero lo que hay que destacar es que el fujimorismo enfrentó el proceso electoral del año 2000, elevando el déficit fiscal hasta 3% del PBI, lo que fue aplaudido por los mismos que ahora hablan de farra fiscal. Nótese que el déficit actual es de 1% del PBI y, sin duda, estará alrededor de este porcentaje en el año electoral 2006. Debemos recordar también que el fujimorismo respondió a la crisis recesiva de los años 1998-2001, disminuyendo el encaje de los depósitos domésticos en dólares, en un contexto de creciente morosidad y de urgencia de los bancos por repagar su deuda externa de corto plazo; y que provocó una recesión dentro de la recesión con nuevas quiebras bancarias, al retirar los depósitos del gobierno del sistema bancario para enfrentar el déficit fiscal exacerbado por el efecto negativo de la recesión.
En consecuencia, sin el cambio radical de las políticas fiscal y monetaria fujimoristas, y sin la reducción de aranceles a los bienes no producidos en el país, el crecimiento económico actual no habría sido posible. Este crecimiento está liderado por las exportaciones no tradicionales y por la demanda interna. No es el patrón de crecimiento fujimorista liderado por la entrada de capitales con un enorme déficit externo, desindustrializador y reprimarizador.
Gestión, Diario de Economía y Negocios
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