Wednesday, May 10, 2017

Ministro Thorne: no espere un milagro, prenda el motor industrial


El ministro de Economía Alfredo Thorne en su reciente presentación ante la comisión de producción del congreso, dijo que «será un gran milagro si la economía llega a crecer 3% este año». Luego, suelto de huesos, anunció sus proyecciones de crecimiento de 4.5% para 2018 y de 5% para los años 2019 a 2021. Lo más probable es que no se produzca ese «gran milagro» y que tampoco se cumplan sus proyecciones optimistas.

El ministro ya se acostumbró a los retrocesos, generando un backward path dependency del cual, creo, ya no podrá liberarse. No bajará el IGV; la presión tributaria no volverá al  16.1% del PBI que alcanzó en 2015; no aumentará la formalización; no habrá un crecimiento este año de 3% sino cercano al 2%; tampoco se crecerá por encima de 4% en los años siguientes y, sin duda, no se cumplirán sus metas respecto a la reconstrucción. El ministro tiene la contabilidad física de los daños de El Niño Costero, pero no ha hecho el cálculo detallado de los costos de la «reconstrucción con cambios».  La improvisación del gobierno, del cual es parte el ministro, es impresionante.
 
Las «fuentes» del crecimiento según el ministro

El ministro dice que la economía peruana no tiene «suficientes fuentes de crecimiento de largo plazo sostenibles y que la minería no puede ser el único sector que dinamice la economía». Sin embargo, en el «Informe de actualización de proyecciones macroeconómicas» publicado por el MEF el 30 de abril, no hay una sola propuesta de construcción de alguna fuente interna de crecimiento que, por lo menos, morigere su dependencia de la producción y exportación de productos primarios. La volatilidad del crecimiento es causada por la volatilidad de los términos del intercambio; además, como muestra la evidencia empírica, el crecimiento impulsado por el aumento de los términos de intercambio, tiene un efecto des-industrializador (Williamson 2006, 2012; Jiménez, 2017).

El ministro apuesta por un crecimiento de la inversión pública de hasta 15% en los años 2017 y 2018, años en los cuales el déficit fiscal alcanzaría el 3% y 3.5% del PBI, respectivamente. Después le seguiría un ajuste; es decir, una reducción de la tasa de crecimiento de esta inversión hasta 5% en 2019 y 4.5% en los años siguientes, para así converger a un déficit de 1% del PBI en el año 2021.  El Ministro cree, entonces, que la inversión pública cumplirá su papel en la reconstrucción solo hasta el año 2018. Por el lado de la inversión privada tampoco hay explicaciones de su recuperación, pues esta ha decrecido desde el año 2014 a una tasa de 4.2% promedio anual. Sin cambios notables en el entorno internacional, se espera que la inversión privada crezca desde 5% en 2018 hasta 6.5% en 2021, solo por el «efecto reconstrucción». ¿Cuál será el señuelo que atraerá a la inversión privada? ¿Las APP  y las «obras por terrenos»?  

Del impulso primario exportador se pasa al «efecto reconstrucción» para justificar sus proyecciones optimistas. La inversión privada pasaría a explicar un poco más de 1% del crecimiento proyectado para los años 2018 a 2021. Por lo tanto, en correspondencia con el impulso al crecimiento por el «efecto reconstrucción», el sector que liderará el crecimiento será el sector construcción, ahora alicaído por  los escándalos de corrupción de Odebrecht, pero que es el que crecería a tasas relativamente más altas según las proyecciones del MEF.

La importancia del motor industrial

La única manera de lograr una fuente de crecimiento sostenible a largo plazo, es sustituyendo el liderazgo de los sectores volátiles, como la minería y la construcción, por la industria manufacturera.  Esta industria, como dice Rodrik, tiene características que la distinguen de otras y le otorgan un papel decisivo en el proceso de crecimiento: «En primer lugar, la manufactura tiende a ser tecnológicamente un sector dinámico. De hecho, [...] la actividad manufacturera exhibe convergencia incondicional de la productividad laboral, a diferencia del resto de la economía. En segundo lugar, la manufactura ha absorbido tradicionalmente cantidades significativas de mano de obra no calificada, algo que la distingue de otros sectores de alta productividad como la minería o las finanzas. En tercer lugar, la manufactura es un sector comercializable (tradable sector), lo que implica que no enfrenta las restricciones de demanda de un mercado doméstico poblado por consumidores de bajos ingresos. Se puede expandir y absorber a los trabajadores incluso si el resto de la economía se mantiene tecnológicamente estancada. En conjunto, estas características hacen de la manufactura la escalera perfecta para las economías en desarrollo» (Rodrik, 2016: 3).

Ni la minería ni la construcción multiplican en ingreso y el empleo como lo hace la manufactura. Esta es la única que, cuando se expande, lo hace generando rendimientos crecientes estáticos y dinámicos. «Los rendimientos estáticos se refieren principalmente a las economías de escala internas a la empresa, mientras que los rendimientos dinámicos se refieren al aumento de la productividad derivado del aprendizaje [learning by doing], el cambio tecnológico "inducido" y las economías externas del propio proceso de producción la producción» (Libanio, 2006: 4).

A modo de conclusión

En un estilo de crecimiento liderado por la manufactura, la productividad y el progreso técnico son endógenos. Cuando se expanden los mercados aumenta la posibilidad de incorporar nuevos métodos y medios de producción que dan lugar a un aumento de la productividad del trabajo. Se producen innovaciones tecnológicas en los procesos productivos y «procesos graduales de aprendizaje por el ajuste de tecnologías que permiten optimizar el uso de los recursos, o por la agregación de pequeñas innovaciones que se adelantan en las empresas para adaptar tecnologías en la generación de nuevos productos bajo condiciones locales» (Villamil, 2003: 153).



Publicado en el Diario UNO, el domingo 7 de mayo

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