Según una encuesta reciente el 91% de
los peruanos opina que el modelo económico debe ser cambiado. El 29% considera
que debe ser modificado totalmente y el 34% que debe ser modificado en gran
parte. Ambos suman 63%. El 28% cree que debe ser modificado en algunas cosas y
solo el 3% opina que debe mantenerse igual (Gestión, 22/03/2016). Veinticinco
años de neoliberalismo no han servido para resolver los problemas fundamentales
de la economía (sus desarticulaciones sectoriales y regionales; la
insuficiencia de empleos adecuados y, su consecuencia, la informalidad; y, la
desigualdad en la distribución del ingreso, entre otros). Esta es la razón por
la cual una gran mayoría de peruanos está por el cambio del modelo
económico.
Como opera el modelo económico
neoliberal
El estilo de crecimiento económico que
experimentó el Perú en los años 2003-2013 está asociado a las políticas que privilegiaron
un patrón de comercio internacional basado en las ventajas comparativas en la
extracción y explotación de recursos naturales para su exportación. No se parte de la previa construcción de
ventajas dinámicas provenientes de la diversificación productiva y de la
producción con alto valor agregado y contenido tecnológico (como ocurriría con
desarrollo del agro y de la industria manufacturera), sino de ventajas
comparativas naturales
estáticas.
Cuando hay demanda por los productos
primarios y sus precios crecen, aumentan la inversión extranjera y las
exportaciones, en especial, las exportaciones no-tradicionales. Este impulso
externo estimula el crecimiento de la Inversión extranjera directa (IED), que
es, además, atraída por los gobiernos con ventajas sobre la inversión nacional.
El crecimiento de la inversión extranjera
directa y los flujos de capital internacional aprecian la moneda y, al mismo
tiempo, estimulan el incremento del crédito interno en moneda nacional y
también en moneda extranjera (debido a que los costos de financiamiento externo
son relativamente bajos). La expansión
del crédito doméstico impulsa la demanda interna y, por consiguiente, la
inversión privada en los sectores no-transables de construcción, comercio y
servicios, que son de baja productividad y de bajos ingresos, y donde se
encuentra el grueso de los trabajadores no calificados. Como se privilegia los
impulsos externos, el crecimiento neoliberal es contrario al aumento de los sueldos
y salarios porque --se dice-- reduce la «competitividad de las exportaciones».
El actual contexto internacional de
caída de los términos de intercambio y de estancamiento de la demanda, ha
puesto al descubierto el agotamiento de este estilo de crecimiento, que por la
forma como opera no genera desarrollo. No es un estilo de crecimiento endógeno
ni basado en la productividad.
Límites del actual
estilo de crecimiento
La estructura de precios relativos que
acompañó a este estilo de crecimiento, es contrario al desarrollo de las
actividades transables, en especial de la industria manufacturera. Es entonces desindustrializador
y ha generado una estructura productiva que se parece a la de hace 70 años, con
sectores que se mantienen desarticulados y mercados internos inexistentes o
poco dinámicos. La actual estructura productiva es, entonces, menos
manufacturera y agropecuaria, y más productora de servicios de baja
productividad. Este tipo de estructura productiva no ofrece oportunidades
suficientes de empleo a la fuerza laboral que anualmente se incorpora al
mercado
Es un estilo de crecimiento que
enfrenta un límite en el propio patrón de acumulación de capital y la
estructura productiva configurada en las dos décadas de neoliberalismo. Sin
impulsos externos, crecer solo con impulsos de demanda interna generaría
fuertes presiones inflacionarias y déficit importantes en la balanza comercial
y cuenta corriente de la balanza de pagos.
La estructura de precios relativos que acompañó el crecimiento redujo
relativamente la inversión en equipamiento, mientras aumentó la inversión en
construcción. Esto ha producido una
relativa reducción de la capacidad productiva per cápita con lo cual los
aumentos sostenidos del PBI per cápita con base en aumentos significativos de
la capacidad productiva, serían imposibles sin un aumento sustancial de déficit
comercial.
Pero, este estilo de crecimiento
también tiene una un límite social. El modelo neoliberal ha incubado conflictos
distributivo, regional y medio ambiental. No ha resuelto la desconexión de la
economía moderna con la geografía y la demografía; por el contrario los ha
exacerbado. Los enclaves mineros dañan el medio ambiente y las condiciones de
vida de las poblaciones circundantes. La
distribución del ingreso se ha hecho más desigual.
El neoliberalismo nos ha hecho
regresar al mismo sitio del que partimos hace 70 años, solo que «transfiriendo»
la población dedicada al agro tradicional hacia los sectores de servicios de
baja productividad, en gran parte de autoempleo e informales en las zonas
urbanas más importantes del país.
A modo de conclusión
Para que el Perú se desarrolle esta
estructura productiva tiene que cambiar. Hay que apostar otra vez por la
industrialización, pero de nuevo tipo, asegurando que las políticas
macroeconómicas, o de corto plazo, no se divorcien de las transformaciones institucionales
y estructurales que exige el desarrollo industrial y agrícola del país.
Publicado en el Diario UNO el sábado 2 de abril.
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