Saturday, September 28, 2013

El Salario en el Modelo Económico Neoliberal

La integración del país a la economía global basada en las «ventajas comparativas», según el recetario neoliberal, conduce a privilegiar el mercado externo perjudicando al mercado interno. Los países como Perú que adoptaron este recetario, redujeron los costos unitarios de producción mediante la represión salarial y la «flexibilidad» del mercado de trabajo, con el objetivo de ganar competitividad de precios en los mercados internacionales. Sin embargo, lo que supuestamente se ganaba con el freno salarial, se perdía con la caída del tipo de cambio real.

Represión salarial y mercado interno

El resultado del estancamiento de los salarios reales y de la apreciación monetaria fue contraproducente. Por un lado, la contracción del mercado interno originada por la reducción del costo del trabajo, más que compensó el efecto positivo esperado de esta reducción sobre las exportaciones no-tradicionales y sobre la inversión orientada a la producción nacional.  Y, por otro, las ganancias de participación de las exportaciones no-tradicionales en los mercados internacionales fueron más que compensadas por la espectacular penetración de importaciones y la consiguiente pérdida de mercado interno para la producción nacional.
Una distribución de los ingresos que perjudica a los trabajadores, no dinamiza la economía interna. «El descuido del mercado interno –dice Bhaduri--, conduce a una visión especial de la productividad laboral que se centra en la obsesión por reducir el costo del trabajo y limitar el crecimiento de los salarios. Con ello se busca aumentar su productividad para mejorar la competitividad internacional de la economía». El resultado es nocivo para la producción nacional y la sostenibilidad del crecimiento económico.
Por el contrario, sueldos y salarios razonablemente satisfactorios para los trabajadores dan lugar a un mercado interno más amplio para la expansión del empleo y la productividad. El aumento del ingreso de los trabajadores estimula el desarrollo del mercado interno y este desarrollo estimula los aumentos de la productividad y, por lo tanto, el crecimiento de los salarios. La posibilidad de este círculo virtuoso está ciertamente condicionada a la  aplicación de políticas industriales que cambien el actual estilo de crecimiento primario exportador.
Evidencia empírica de la represión de los ingresos laborales
La distribución de la PEA ocupada por tamaño de empresa revela el empobrecimiento relativo de parte importante de los trabajadores. El 72.0% tiene ingresos de «0 a 999» soles y el 73.5% se encuentra en empresas de «1 a 10 trabajadores», donde el ingreso promedio mensual no llega a los mil soles. Sólo el 14.3% de la PEA ocupada tiene ingresos de «1,500 a más» soles.
Los sueldos y salarios reales en el sector privado crecen hasta mediados de la década de 1970, después descienden y sufren una caída espectacular con la hiperinflación, que se frena recién en 1993. En los años siguientes el salario real promedio se mantuvo en un valor equivalente a sólo el 37.2% del registrado en 1987. Los sueldos reales promedio también tienen un comportamiento parecido (véase Grafico 1). Otro tanto ocurre con la remuneración mínima. Su valor real crece hasta los primeros años de la década de 1970 para luego mostrar una tendencia decreciente que termina en 1993; después no recupera el valor real que registró en 1987. Durante 1990-2000 se mantuvo en un promedio equivalente al 37,2% de su valor de 1987 y subió a 58.1% en el período 2001-2011.
Gráfico 1
El neoliberalismo también estanca el ingreso de los trabajadores del sector público. La remuneración real promedio de estos trabajadores se mantiene prácticamente constante durante el período neoliberal: sus valores promedio de los periodos 1995-2000 y 2001-2011 equivalen al 34.7% y al 36.9%, respectivamente, de su valor registrado en 1987 (véase Gráfico 2).
La masa de trabajadores del sector público y privado, que se constituyó en parte importante de la demanda durante los años de industrialización por sustitución de importaciones hasta su agotamiento a mediados de la década de 1970, dejó de ser un factor dinamizador del mercado interno.

 Gráfico 2
A modo de conclusión
Según el Banco Mundial (2010) «los altos costes salariales no laborales y el salario mínimo obligatorio, en particular, promueven la informalidad de la mano de obra». Los funcionarios de este banco deberían leer a John Bates Clark (1847 – 1938), autor de la teoría de la distribución del ingreso basada en la productividad marginal. Clark dice que «La disciplina del hambre incapacita al trabajador para hacer una negociación exitosa, y si el empleador está en total libertad de contratar a trabajadores, que en estas condiciones podrían individualmente ofrecerse a trabajar, él puede conseguirlo por muy poco» (J. B. Clark, «The Minimun Wage», 1913, p. 292). El otro Clark, el institucionalista John Maurice Clark (1884 – 1963) dice: «una industria que no paga un salario digno, realmente está pasando parte de sus costos a otras industrias, dado que estas otras industrias terminarían pagando los gastos de subsistencia de los trabajadores mal pagados, si es que finalmente lo hacen. Y si no lo hacen, hay una pérdida de capacidad productiva que cae como una carga generalizada en la sociedad, a menudo afectando a las futuras generaciones» (J. M. Clark, «Social Control of  Business»,1929, pp.451-452).

 
Publicado en el diario La Primera, el sábado 28 de septiembre.

3 comments:

Mario Enrique said...
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Mario Enrique said...
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Mario Enrique said...

Desde la arrogancia de los exclusivismos, por conocimientos académicos, no puede triunfarse contra modelos económicos igual de arrogantes y exclusivistas, aunque sean dominantes aún.