Saturday, August 29, 2015

Las behetrías de las autoridades del BCR y del MEF

La mayor desaceleración de la economía China que parece haber obligado a sus autoridades a devaluar el yuan, ha acentuado el pesimismo sobre la recuperación de la economía internacional. Sus efectos inmediatos han sido la caída de los precios de los commodities y el desplome de los mercados financieros en casi todos los países del mundo. En el nuestro cayeron los precios de las acciones, en especial de las mineras que son las que predominan en el mercado. Se puede decir, entonces, que la evidencia de la caída del crecimiento chino, ha exacerbado la incertidumbre sobre el futuro del crecimiento de la economía mundial.
 
Los pronósticos del crecimiento económico
Si bien las autoridades económicas de nuestro país redujeron su pronóstico de crecimiento para este año una cifra menor al 4%, siguen sosteniendo que el crecimiento en el año 2016 se situaría alrededor de 5%. Este optimismo parece sustentarse en las altas tasas de crecimiento del subsector minero registradas en los meses anteriores.  Por ejemplo, en el mes de junio pasado la minería metálica creció a la tasa de 14.15%. Sin embargo, se trata de un optimismo mal fundado porque estas tasas de crecimiento son resultados rezagados de las inversiones que se hicieron en el periodo de crecientes precios de los metales.
El escenario ahora es otro. Los precios de los commodities están cayendo; ya no crecen. Por ejemplo, los precios de nuestras exportaciones (que en gran porcentaje corresponden a minerales), se han reducido, de enero de 2013 a junio de 2015, en 25.9%. En ese mismo período los términos de intercambio disminuyeron en 16.9%. Esto explica por qué desde 2014 las inversiones privadas ya no crecen. Disminuyeron en 1.7% en el año 2014 y en el primer semestre de este año decrecieron a la tasa de 6.4%. Si a todo esto le sumamos la mayor desaceleración de la economía china, las tasas de crecimiento de nuestra economía, en este y en el próximo año, se situarán muy por debajo de los pronósticos oficiales.
Las reacciones de las autoridades económicas
La economía sigue enfriándose. El sector manufacturero, por ejemplo, está decreciendo desde hace catorce meses. Y ¿cómo están enfrentando el MEF y el BCR este enfriamiento económico? De manera extraña, por no decir absurda. Empecemos por el MEF. Entre las medidas más llamativas que adoptó esta institución se encuentran la reducción de la «tramitología» y la reducción del impuesto a la renta de las empresas, ambas, según se señala, para estimular las inversiones privadas. Pero, como acabamos de ver, estas inversiones siguen cayendo desde 2014. Lo inverosímil, sin embargo, es que el MEF descuidó irresponsablemente la inversión pública. En lugar de expandirla con infraestructura focalizada para estimular el crecimiento del agro y la manufactura, la dejó caer en 2.4% en el año 2014 y en 19.5% en el primer semestre de este año. A esto hay que agregarle que la reducción del impuesto a la renta, que favorece más a la grandes empresas, contraerá la presión tributaria en cerca de 1.5% del PBI.
Aquí no terminan los absurdos del MEF. Cuando «sorprendidos» por el repunte del precio del dólar el «sentido común» recomienda desdolarizar las deudas, el MEF nos hace saber que el 17 de este mes colocó el denominado Bono Global 2027 por  US$ 1,250 millones a 12 años con una tasa de rendimiento de 4.15%. Esta colocación fue realizada por los bancos de inversión Citigroup y JP Morgan que, como se sabe, cobran una importante comisión por hacerlo.
Suelto de huesos el MEF afirmó que el dinero recaudado servirá para financiar el presupuesto público del 2016.  Con ello nos advirtió que la recaudación fiscal del año será insuficiente para financiar el presupuesto de 2016. También nos hizo saber que no le importa dolarizar la deuda pública y que tampoco le preocupa que aumente el peso de la deuda pública externa que en la actualidad asciende a  51.3% del total. Con un tipo de cambio al alza, lo que ha hecho el MEF significará mayores desvíos de ingresos del tesoro al pago de los servicios de la deuda pública externa.
Por el lado del BCR, lo primero que hay que recordar es que este fomentó la dolarización de los créditos desde el año 2006 y dejó que nuestra moneda se apreciara sistemáticamente hasta inicios de 2013. Desde julio de 2006 a enero de 2013, los tipos de cambio reales bilateral y multilateral disminuyeron en 27.0% y 14.6%, respectivamente. El BCR también bajó la meta de inflación a 2% (+/- 1%).
El presidente del BCR está enredado en su laberinto. Dijo que no le preocupaba la caída del tipo de cambio, sino su rebote. Desde el 30 de abril de 2013 al 20 de agosto de este año, ha «perdido» el 45.1% (US $ 22,305 millones) de sus reservas (posición de cambio) en su intento de impedir el aumento del precio del dólar. En los últimos 10 meses ha «perdido» un promedio mensual US $ 1,300 millones. A este ritmo le quedan reservas solo para 21 meses. No obstante que a la venta de dólares le ha sumado otras medidas, el alza del tipo de cambio sigue imparable. Ya alcanzó la cifra de 3.3 soles por dólar y es muy probable que el año termine con un tipo de cambio de 3.5 soles. De otro lado, la inflación aumenta en pleno enfriamiento. Se encuentra cerca del 4%, por encima del límite superior del rango meta.
En lugar de bajar la tasa de interés para combatir el enfriamiento, el BCR ha bajado el encaje, pero al hacerlo ha dejado que la tasa de interés interbancaria se aleje de su tasa de interés de referencia. La tasa interbancaria se encuentra en 5% mientras que la tasa de referencia se mantiene en 3.25% desde enero de 2015. En el fondo, lo que el BCR pretende es subir la tasa de interés porque le preocupa la creciente presión al alza del precio del dólar y su efecto sobre la inflación; más aún si, como se ha anunciado, la Reserva Federal de los Estados Unidos aumenta su tasa de interés en setiembre próximo provocando una mayor salida de capitales de economías como la nuestra.
En efecto, Velarde acaba de declarar que «están evaluando cuándo es el momento oportuno para retirar el estímulo monetario», es decir, para subir la tasa de interés de referencia. Esta es una señal de desesperación. Cuando aún no hay signos de una evidente recuperación económica, el Presidente del BCR nos dice que están estudiando la posibilidad de pasar a una política monetaria contractiva.
A modo de conclusión
Las autoridades económicas nos están conduciendo a una «tormenta perfecta».
 
 
Publicado en el diario UNO, el sábado 29 de agosto. 

Saturday, August 15, 2015

Repensando la política económica para el Perú del siglo XXI (Final)


El crecimiento económico reciente, al igual que el que se registró en los años noventa, fue impulsado por el auge de la demanda externa y de los precios de los commodities. Extraer y exportar minerales es lo que mejor “sabíamos hacer” según el libreto neoliberal. No fue, por lo tanto, un crecimiento sostenible y endógeno (impulsado por fuentes internas). Fue un crecimiento que mantuvo un alto porcentaje de trabajadores y empresas informales de baja productividad; que exacerbó las brechas de productividad con el reforzamiento de la especialización en la producción y exportación de minerales; que afectó a la industria; y, que expandió los sectores terciarios donde se concentran los  trabajadores de baja calificación.
 
Este estilo de crecimiento ha vuelto a poner en evidencia el problema que explica el subdesarrollo en economías como la nuestra: la orientación sectorial de las inversiones privadas. Estas no se dirigen espontáneamente a desarrollar actividades productivas (agroindustriales e industriales) a lo largo y ancho del país.
 
La importancia de la industrialización
 
La industrialización es un proceso de “expansión del rango de bienes producidos” que ocurre con aumentos sostenidos de la productividad (rendimientos crecientes) y el incremento simultáneo de la relación capital-trabajo. Esta es una característica que no tienen otras actividades económicas (Allyn Young, 1928). La industrialización es un proceso de transformación estructural caracterizado por el nacimiento y expansión de nuevas industrias, con productividades cada vez mayores, y la transferencia simultánea de mano de obra desde las actividades tradicionales o de menor productividad hacia actividades más productivas y modernas que implican la utilización de “más capital en relación con el trabajo” (Rodrik, 2013 y Young, 1928).
 
No hay diversificación productiva exitosa sin industrialización. La expansión de la industria impulsa el crecimiento de la economía en su conjunto mediante los cambios que origina en la estructura de la producción y de la demanda, e influye en el crecimiento de productividad de las actividades no industriales y, por lo tanto, en la tasa global de crecimiento de la productividad y del empleo (Kaldor, 1966).
 
Los límites del proceso de industrialización no están por el lado de la oferta de factores productivos, sino en la expansión del mercado. En los inicios del proceso se utilizan técnicas conocidas, pero que no eran rentables “a una escala más baja de producto”, y se van incorporando técnicas nuevas derivadas de las invenciones e  innovaciones que aparecen con la expansión del mercado. “Las técnicas más intensivas en capital se vuelven rentables en la medida en que la escala del producto se incrementa” (Ros, 2013).  De aquí se sigue que “la industrialización puede tener lugar en presencia de un bajo nivel de capacidades fundamentales: las economías pobres pueden experimentar transformación estructural incluso cuando las habilidades son bajas y las instituciones débiles” (Rodrik, 2013).
 
Ejes de la política industrial para un nuevo estilo de crecimiento
 
El desarrollo industrial requiere la intervención directa del Estado para asegurar que la transformación productiva sea un proceso secuencial de generación de actividades económicas con relaciones capital-trabajo cada vez mayores. Este proceso debe basarse en el desarrollo de mercados internos, sin descuidar las exportaciones. Ahora bien, una de las características de la economía subdesarrollada como la nuestra es que tiene mercados internos reducidos y poco dinámicos, allí donde existen. Por lo tanto, la política industrial debe incorporar la creación de mercados con intervenciones del Estado específicas.
 
En los lugares donde los mercados son inexistentes o larvados, predomina la actividad agropecuaria tradicional. Por esta razón, la industrialización debe comenzar con la modernización de este sector y de las condiciones de vida de la población del campo, desarrollando mercados mediante inversión pública en infraestructura. Mejor, si esta inversión (que puede asociarse con la inversión privada), se focaliza a  partir de un ordenamiento territorial que dé lugar a un nuevo esquema de regionalización. La construcción represas y de canales de riego, silos, carreteras, electrificación, agua y desagüe, etc., son fundamentales para aumentar la productividad agropecuaria y generar condiciones de atracción de inversiones privadas para el desarrollo agroindustrial e industrial. En los años 2001-2006 la inversión en infraestructura como porcentaje del PBI solo llegó al 1.5%, mientras que en Chile fue de 5.2% 
 
De otro lado, las actividades industriales existentes y la aparición de otras nuevas, necesitan un tipo de cambio real que abarate el precio relativo de sus exportaciones y les permita competir con las importaciones. Un tipo de cambio real estable y competitivo “es esencial para el crecimiento en una economía abierta, de mercado y en desarrollo” (Ros, 2013). Aparte de la inversión en infraestructura, este es el otro eje de la política industrial porque también genera condiciones de rentabilidad para que aumenten las inversiones privadas en las actividades industriales (que son en esencia transables). Además, un tipo de cambio real competitivo “es una forma de subsidiar todos los sectores no tradicionales (mayormente transables), sin costos administrativos y sin propiciar comportamientos de búsqueda de rentas y corrupción” (Frenkel, 2014 y Rodrik 2003).
 
A modo de conclusión
 
Sobre los principios e institucionalidad de la política industrial puede verse nuestros artículos del 01/12/2012 y del 24/08/2013, publicados en este mismo diario. Hay otras medidas complementarias a las anteriores como el cambio de la matriz energética y construcción del gasoducto del sur; la disminución del poder de mercado en la provisión de servicios públicos; el financiamiento en soles en el mercado de capitales a pequeñas y medianas empresas; y, el desarrollo de programas de capacitación y calificación laboral con participación directa del sector privado.
 
 
 
 
Publicado en el Diario UNO, el sábado 15 de agosto
 

Sunday, August 02, 2015

Repensando la política económica para el Perú del siglo XXI (IV)

 
Al igual que las políticas monetaria y cambiaria, la política fiscal es fundamental para lograr el objetivo de construcción de motores internos de crecimiento económico. La cuenta corriente de la balanza de pagos, la inflación, los niveles de actividad y de empleo, así como la composición de la población ocupada y de la producción, son afectados por los tres tipos de políticas, en este sentido, todas están relacionadas entre sí.
 
El esquema institucional vigente de la política fiscal
 
En los años 2001-2004 se realizaron importantes cambios en el esquema institucional de política fiscal. En el año 2003 se creó el Programa de Creadores de Mercado de Deuda Pública con varios objetivos: a) mantener un perfil de deuda pública sostenible incrementando notoriamente el peso de la deuda en moneda local; b) desarrollar el mercado de capitales en soles con la generación de una curva de rendimientos (de los bonos de la deuda pública con plazos de vencimiento distintos) referencial para las emisiones en la misma moneda local; y, c) mejorar la eficiencia de la política monetaria con el aumento de la competencia en el mercado financiero originado por la expansión del mercado de capitales en soles.
 
El Programa de Creadores de Mercado puesto en marcha en marzo de 2003, permitió reperfilar la deuda pública reduciendo riesgos de refinanciamiento, pre-pagar la deuda pública externa o en moneda extranjera y disminuir significativamente el ratio de deuda pública/PBI. También se creó la curva de rendimientos en soles, que es una referencia indispensable para la emisión de deuda en moneda local por parte del sector privado. El consecuente desarrollo del mercado de capitales en soles permitiría transformar los ahorros domésticos disponibles en inversión productiva doméstica de mediano y largo plazos; pero, además, permitiría combatir la dolarización de la economía. El objetivo último de estas transformaciones era lograr que el crecimiento económico sea realmente liderado por el sector privado nacional en una economía menos vulnerable y volátil.
 
También se modificó la ley de Prudencia y Transparencia Fiscal de 1999 que limitaba absurdamente el incremento del gasto no financiero real del gobierno a 2% anual y el déficit fiscal anual del sector público consolidado a 1% del PBI. La ley que la sustituyó fue la de Responsabilidad y Transparencia Fiscal promulgada en el año 2003. Posteriormente esta sufrió otras modificaciones y se le puso el nombre de ley de Fortalecimiento de la Responsabilidad y Transparencia Fiscal. Sin embargo, ninguna de sus modificaciones incorpora una regla contracíclica que tome en cuenta la trayectoria del superávit primario que hace sostenible la deuda pública
 
La gestión reciente de la política fiscal
 
Si bien aumentaron las emisiones del sector privado en el mercado doméstico de capitales, estas no fueron, todas, en moneda nacional. Los dos últimos gobiernos promovieron las emisiones privadas de deuda en dólares así como la posibilidad de que otros países de la región andina financien sus inversiones en el mercado local y en moneda extranjera. Tampoco se promovió la emisión de deuda de las pequeñas y medianas empresas en el mercado de capitales.
 
Desde el segundo gobierno de García se promovió la integración de los mercados de capitales de Perú, Chile y Bogotá, de tal forma que inversionistas chilenos, colombianos y peruanos pueden negociar en los tres mercados de manera simultánea. Esta integración desnaturaliza el objetivo de convertir el mercado de capitales en soles como el mecanismo de superación de la restricción de financiamiento de los inversionistas privados nacionales, porque desincentiva la participación de pequeñas y medianas empresas locales frente a empresas de Chile y Colombia consideradas menos riesgosas por su grado de desarrollo e historial crediticio. Las emisiones de las empresas peruanas requieren en muchos casos de garantías para bajar su costo financiero.
 
Por último, en la década 2003-2013, la política fiscal siguió basándose en la fijación de metas de déficit, con lo cual los ajustes pro-cíclicos se hacían mediante las variaciones de la inversión pública. Así se descuidó la inversión en infraestructura económica y social. Los gastos en salud y educación se mantuvieron relativamente estancados. Aumentaron recién en este año. Durante los diez años de alto crecimiento, los gobiernos privilegiaron la generación de superávit primarios, los mismos que alcanzaron un promedio de 2.6% del PBI, no obstante que el ratio de deuda/PBI había disminuido significativamente. Los cálculos del déficit estructural también muestran que la política fiscal de este período fue fundamentalmente contractiva.
 
Reforma de la  política Fiscal
 
Las siguientes propuestas de reforma están orientadas a mejorar la eficiencia de la política fiscal, para promover tanto la estabilidad macroeconómica como la transformación de la estructura productiva y del actual estilo de crecimiento. Estas reformas son:
 
1)  Implementar una regla explícita contra-cíclica utilizando la trayectoria del superávit primario que hace sostenible la deuda.
2)  Reformar la estructura tributaria para hacerla más progresiva y, de esta manera, facilitar la aplicación de la regla contra-cíclica.
3)  Implementar la “regla de oro” de la inversión pública según la cual el endeudamiento debe destinarse sólo a financiar el gasto de inversión y no el gasto corriente (véase F. Jiménez, 2008).
4)  Priorizar la inversión en infraestructura pública en el contexto de un ordenamiento territorial que dé lugar a un nuevo esquema de regionalización.
5)  Reformar el mercado de capitales haciéndolo predominantemente en moneda local y para facilitar la emisión de deuda por parte de las empresas privadas pequeñas y medianas. El desarrollo y profundización del mercado de capitales en soles, mediante un mayor impulso y promoción del Programa de Creadores de Mercados, debe convertirse en un mecanismo de endeudamiento alternativo al sistema bancario.
 
A modo de conclusión
 
La inversión pública en infraestructura económica y social, en países como el nuestro, es el mejor mecanismo de atracción de la inversión privada nacional. 

 
 
 
 
 
 
Publicado en el Diario UNO, el sábado 1 de agosto