Saturday, February 28, 2015

El Salario Mínimo es un salario de interés público

Otra vez está en discusión si se debe aumentar o no el salario mínimo. Por mandato constitucional (artículo 24) el Estado es el que se encarga de su regulación con participación de las organizaciones de los trabajadores y empleadores. Hay, además, leyes que encargan su determinación al Consejo Nacional del Trabajo, donde participan el gobierno, los gremios empresariales y las confederaciones de trabajadores. Por último, existe una fórmula para su regulación periódica que toma en cuenta la productividad y la inflación. Sin embargo, toda esta institucionalidad es boicoteada por el propio gobierno y los gremios empresariales. 
 
Por qué debe aumentar el salario mínimo
 
El salario mínimo debió haberse aumentado ya. El último aumento se hizo en el 2011, y en los cuatro años que han pasado la inflación fue de 11.2%. Esto quiere decir que el actual salario mínimo ha perdido 11.2% de capacidad de compra. Por lo tanto, es de justicia que este salario aumente para restaurar su capacidad de compra.
 
En estos últimos cuatro años también aumentó la productividad en algo más de 12%. Esto quiere decir que disminuyó el costo unitario de producción (o lo que es lo mismo, aumentó la ganancia del capital) en un porcentaje similar. En consecuencia, el salario debe aumentar, para que ese incremento de la productividad no se vaya todo a manos del capital.
 
Los que dicen que el aumento del salario mínimo es inoportuno debido a la actual desaceleración económica, sin duda piensan que toda la producción es para exportación y que, por lo tanto, no importa que se mantenga o reduzca el salario. Es salario es visto solo como costo de producción. No toman en cuenta que el salario es también parte de la demanda.
 
Cuando aumenta el salario, aumenta el gasto (la demanda) en bienes y servicios, porque los trabajadores no atesoran el dinero en el bolsillo. ¿Quiénes producen los bienes y servicios que compran los consumidores? Las empresas. Por lo tanto, cuando sube el salario mínimo, lo más probable es que haya un incremento de la demanda de aquellos bienes y servicios que se producen para el mercado interno. Así, el aumento de la demanda puede más que compensar el incremento del costo de producción, ayudando a la reactivación de la producción para el mercado interno.
 
La baja productividad de los trabajadores
 
Es verdad que en un amplio sector de la economía hay trabajadores de baja calificación y baja productividad. Pero esta situación no es de exclusiva responsabilidad de los trabajadores. Las empresas pueden aumentar la productividad mediante la innovación y la capacitación de sus trabajadores. Si no lo hacen o no lo han hecho, no pueden argumentar que es inoportuno subir el salario mínimo. Además, la productividad en promedio aumentó. Es importante que el aumento del salario se vea como un incentivo para que las empresas innoven, hagan cambios técnicos y desarrollen programas de capacitación de sus trabajadores. Asimismo, las empresas, sobre todo las medianas y pequeñas, deben proponer fórmulas para que baje el costo de financiamiento de sus inversiones. Este es el costo que les agobia más que el costo del trabajo.
 
Por último, el hecho de que en nuestro país predomine un alto porcentaje de empresas «de 1 a 10 trabajadores» de baja productividad, es resultado de la manera cómo crece la economía. Tenemos un estilo de crecimiento impulsado por la demanda externa de minerales y secundado por la expansión de actividades terciarias de baja productividad. Ese estilo del crecimiento tiene que cambiar, para que las empresas tengan la oportunidad de crecer, de ampliar su tamaño, de innovar y hacer cambios técnicos. Este cambio implica atender la agricultura e impulsar la industrialización. La industrialización y la diversificación productiva que el país necesita, debe partir de la agricultura y del desarrollo agroindustrial.
  
 
El salario digno es de interés público
 
El salario mínimo nace en 1962 como un instrumento de política de redistribución de ingresos. Cuando aumenta el salario mínimo, los salarios más bajos de la estructura salarial empiezan a subir, con lo cual la dispersión salarial disminuye. Y, cuando esto pasa, mejora el ingreso promedio de los trabajadores. Por eso el salario mínimo es un auténtico instrumento de redistribución de ingresos.
 
La controversia sobre el salario mínimo (así como sobre el salario digno) es una controversia sobre el interés privado versus el interés público. Los que están en contra de su incremento, creen que la promoción del interés privado de las empresas es la mejor manera de asegurar el interés público. Afirman que el aumento del salario mínimo genera distorsiones en los precios y afecta el empleo. Así, lo que es malo para el interés privado, es malo para el interés público.
 
Esta posición privatista no toma en cuenta que la existencia del salario mínimo previene la explotación extendida de los trabajadores con baja calificación, por parte de empresas que cuentan con mayor poder de negociación sobre los salarios. Tampoco toma en cuenta que los salarios dignos alientan el esfuerzo y, por lo tanto, la productividad de los trabajadores. Asimismo, cuando aumentan los salarios, aumenta el poder adquisitivo de los trabajadores y, por lo tanto, la demanda agregada.
 
A modo de conclusión
 
La actualización periódica del salario mínimo, es de interés público. Su efecto positivo sobre el salario promedio, es un indicador de mejora del bienestar económico de los trabajadores. Cuando las empresas pagan menos que el necesario para la subsistencia de los trabajadores, afectan la futura capacidad productiva de la sociedad. Por eso un salario digno es simplemente un salario de interés público.
 
 
Publicado en el Diario UNO, el sábado  28 de febrero.
 
 
 

Saturday, February 21, 2015

Cambiar de modelo económico neoliberal o estancarse

Según el INEI, la tasa de crecimiento del PBI en 2014 fue de solo 2.35%, menos de la mitad de la tasa de crecimiento que se registró en 2013. Se podrá decir que la política fiscal no contribuyó a detener la desaceleración porque se generó superávit fiscal en los años 2011-2012, pero no es su causa principal. En el 2013 el superávit  fue menor a 1% y es probable que en 2014 se registre un déficit. Tampoco se le puede achacar como causa de la desaceleración a la política monetaria. Es verdad que el Banco Central inició la disminución de su tasa de referencia recién a fines de 2013, pero el hecho es que los créditos en moneda nacional siguen creciendo a tasas cercanas al 20%.
 
No se puede negar que las demoras en la aplicación de políticas contra-cíclicas y su propia orientación, han tenido su cuota en la desaceleración del crecimiento, pero su causa más importante se encuentra en el estancamiento de la economía internacional y en la incertidumbre que acompaña a su recuperación en los próximos dos o tres años. Por lo tanto, ya terminó el ciclo largo de altos precios de las materias primas que exportamos. En la década de los años noventa este ciclo de altos precios duró apenas 5 años, pero el que acaba de terminar tuvo una duración de cerca de diez años. El actual gobierno desaprovechó esta tremenda oportunidad con la traición a su propuesta de transformar el estilo de crecimiento neoliberal.
 
El descuido de la oferta para el mercado interno
 
La economía creció entre 2002 y 2014 a una tasa promedio anual de 5.9%, pero en lugar de resolverse los problemas estructurales de la economía, se exacerbaron: alta tasa de informalidad (73.7%); subdesarrollo del agro que emplea a cerca de la tercera parte del total de trabajadores, pero que participó en la generación del PBI con solo 5.34% en 2014; aumento de la participación de los sectores terciarios de baja productividad, como los sectores de comercio y servicios que explican el 60.2% del PBI; deterioro de la manufactura con la reducción de su participación en la generación del PBI a 15%; un vector de exportaciones altamente especializado en productos primarios con un porcentaje (75%) similar al de las décadas de los años cincuenta y sesenta; y, una espectacular penetración de importaciones que representa más del 180% de la producción de la manufactura.  
 
 
 
A pesar de los 16 años de alto crecimiento (1993-1997, 6.8%; 2002-2008, 6.6%; y, 2010-2013, 6.7%) en los 24 años de neoliberalismo, se redujo sistemáticamente la participación de la oferta o producción orientada al mercado interno en la demanda interna (véase gráfico). En el período 1950-1989, esta participación se mantuvo, con fluctuaciones,  en un promedio de 86%. En 1990 alcanzó el 87%, pero después cayó sistemáticamente hasta 73% en 2013. Nunca antes se había registrado un porcentaje similar. En el período anterior al neoliberal, los porcentajes más bajos fueron de 82.3% en 1967 y de 82.1% en 1974. Además, hay que considerar que dentro de la oferta productiva orientada al mercado interno se reduce la participación de los sectores manufactura y agropecuario, mientras aumenta la participación de los sectores comercio y servicios. Es claro, entonces, que las políticas orientadas a la expansión de la demanda interna, sin cambios simultáneos en la oferta productiva para el mercado interno, darán lugar al aumento del déficit en la cuenta de la balanza de pagos y también a presiones inflacionarias.
 
La propuesta de diversificación productiva neoliberal
 
El plan de diversificación productiva oficial no tiene sentido en el actual escenario de estancamiento de la economía internacional. No toma en cuenta el efecto de las reformas y políticas neoliberales en la estructura productiva del país. Es una propuesta de cambio para que nada cambie como en la novela «El Gatopardo» de Lampedusa. Veamos por qué. Este plan tiene tres ejes. El primero es poner la economía en cadenas de valor internacional, apostando nuevamente por el papel de los mercados externos en pleno estancamiento de la economía internacional y descuidando el desarrollo de mercados internos. Y, precisamente porque apuesta por los mercados externos, su segundo eje hace énfasis en la necesidad de bajar los costos laborales, flexibilizar el mercado de trabajo, flexibilizar permisos y trámites. Esta es la razón, por ejemplo, de por qué los neoliberales del gobierno se oponen al incremento del salario mínimo.
 
Finalmente, su tercer eje se resume en un conjunto de medidas administrativas para aumentar la productividad. Sus autores no entienden que la productividad es un fenómeno macroeconómico resultado de cómo crece y opera la economía. Si se crece deteriorando la oferta orientada al mercado interno y a una tasa menor que la fuerza laboral, como ha ocurrido en los últimos 24 años, no hay manera de evitar que un alto porcentaje del empleo sea informal y de baja calificación, y de que se ubique en sectores terciarios de baja productividad.
 
A modo de conclusión
 
La diversificación productiva para iniciar el cambio del modelo neoliberal es la industrialización a partir de la agricultura, de su modernización y del desarrollo de la agroindustria. Para ello, las políticas orientadas a la expansión de la demanda interna (inversión pública en infraestructura y financiamiento, por ejemplo), deben orientarse a apoyar este tipo de industrialización y de diversificación de la oferta productiva para el mercado interno. Es la manera, además, de iniciar el cambio del marco institucional actual; de retirar las reglas de la globalización neoliberal del espacio que ocupan en las decisiones de  política de nuestro Estado Nacional.
 
 
 
Publicado en el Diario UNO, el sábado 21 de febrero.

Saturday, February 07, 2015

Los riesgos que trae crecer expandiendo la demanda interna

El gobierno insiste en aplicar medidas de recorte de derechos y beneficios sociales para reducir costos laborales y, de este modo, supuestamente estimular la inversión y, por lo tanto, el crecimiento de la producción y el empleo. Así, a pesar de haberse derogado --por presión de los jóvenes-- la llamada ley Pulpín, la Comisión de Trabajo y Economía del Congreso acaba de aprobar la propuesta del Ejecutivo de reducción de 10 a 5 el porcentaje de los trabajadores para facilitar los ceses colectivos. También ha aprobado «no considerar como remuneración computable el bono de desempeño no menor al 20% de la remuneración anual del trabajador», lo que significa que no se tomará en cuenta para el cálculo de las gratificaciones, CTS, EsSalud y pensiones de jubilación. Con la misma lógica, los neoliberales del gobierno se oponen al aumento del salario mínimo. Creen que bajando los costos laborales (política del cholo barato), las empresas competirán mejor en los mercados internacionales aumentando, consecuentemente, la producción exportable y el empleo.
 
El legado de las políticas neoliberales
 
Las políticas neoliberales no han resuelto los problemas estructurales de la economía.  Liberalizaron los mercados financieros y promovieron la libre movilidad internacional de capitales; liberalizaron el comercio exterior; privatizaron indiscriminadamente las empresas públicas; y, adoptaron medidas de creciente flexibilización del mercado de trabajo, estimulando una competencia espuria entre países similares al nuestro. Pero, los problemas estructurales siguen: aumentó la vulnerabilidad externa de la economía, se debilitó la capacidad de la industria manufacturera, se descuidó el desarrollo del agro,  y se terciarizó la economía aumentando el empleo precario y de baja productividad.
 
Específicamente, en veintitrés años de políticas neoliberales, no se avanzó casi nada en la diversificación productiva; la manufactura perdió participación en la generación del PBI y del empleo; no se redujo la informalidad (73.7% de los trabajadores son informales); se descuidó el desarrollo de los mercados internos; los salarios reales se mantuvieron prácticamente estancados; se manutuvo un vector de exportaciones dominado por la producción primaria (un promedio de 75% del total); se favoreció al capital extranjero dirigido a las actividades extractivas con contratos de estabilidad tributaria que lesionaron la soberanía nacional; no se redujeron los costos medioambientales de la explotación de recursos primarios; se siguen vulnerando los derechos de las comunidades para favorecer al capital transnacional con la explotación de los recursos naturales; no se promovió la innovación, el cambio técnico ni el desarrollo del capital humano; en fin, se creció impulsado por la demanda externa y expandiendo las actividades de servicios de baja productividad. 
 
Por todas las razones anteriores, y dado el contexto externo caracterizado por el estancamiento económico que no se revertirá a corto plazo, el abaratamiento de los costos laborales sólo agrava la situación de crisis porque azuza los conflictos sociales.
 
Los riegos de crecer expandiendo la demanda interna
 
Como ya no se puede crecer sobre la base de la producción primaria que se orienta a los mercados internacionales, otros economistas sugieren expandir la demanda interna mediante políticas fiscales y monetarias. Con este tipo de políticas se estimularía el crecimiento de los sectores no extractivos como la manufactura y el comercio.
 
Si bien esta opción es teóricamente válida, no toma en cuenta los efectos que el estilo de crecimiento primario exportador produjo en la estructura productiva y, en particular, en la capacidad productiva manufacturera, y tampoco considera los efectos en el mercado interno de la masiva penetración de importaciones.
 
Utilizando series con el nuevo año base 2007, encontramos que la participación de las importaciones en la demanda interna casi se duplicó en el periodo 1991-2013; pasó de 15% a 27%. En el periodo precedente, esta participación registró su máximo valor de 18% en 1974, año pico del ciclo económico. De otro lado, la elasticidad producto de las importaciones aumentó de 1.1 a cerca de 2 durante los años del neoliberalismo. Asimismo, el ratio de importaciones de bienes y servicios a producción manufacturera aumentó de 66% en 1987, a 132% en 1997 y a 186% en 2013. Si a la producción manufacturera se le suma la producción de los sectores pesca y agropecuario, dicho ratio aumentó de 50% en 1987, a 93% en 1997 y a 132% en 2013.  Por último hay que tomar en cuenta que el estilo de crecimiento de las últimas dos décadas produjo un estancamiento de la capacidad productiva per cápita: el stock de capital per cápita aumentó 43.5% en el periodo 1960-1980 y solo 26.9% en el periodo 1990-2013.
 
De acuerdo con estos indicadores, los impulsos de demanda interna, con exportaciones que no aumentan a ritmos anteriores debido al estancamiento de los mercados internacionales, harán crecer las importaciones y, en consecuencia, el déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos; además, de generar presiones inflacionarias debido a la reducida capacidad de respuesta de la oferta agropecuaria y manufacturera. La tasa de utilización de la capacidad productiva de la manufactura no primaria registró un promedio de 62.9% en el periodo 2006-2009 y de 71.7% en el periodo 2010-2013.
 
A modo de conclusión
 
Para sostener el crecimiento económico a tasas de 4% a 5%, expandiendo la demanda interna mediante las políticas fiscal y monetaria, deben –reiteramos lo que hemos señalado en otros artículos-- «identificarse medidas que  aumenten simultáneamente la demanda y la oferta productiva, cuidando de no generar presiones inflacionarias ni incrementos sustanciales en el déficit externo».
 
 
 
 
Publicado en el diario UNO el sábado 07 de febrero.