Saturday, May 31, 2014

Diversificación productiva: fallas de mercado y entorno internacional

La diversificación productiva debe tener como propósito endogenizar el crecimiento económico para integrar el país y resolver sus problemas estructurales. Lo que el país produce y vende en los mercados internacionales, pero también en el mercado nacional, revela el tipo de estructura productiva que tiene y la manera como crece y acumula capital. Estructura productiva y estilo de crecimiento explican lo que ocurre con la productividad promedio y con las productividades sectoriales. Lo que produce y vende con esta estructura y estilo de crecimiento revela, además, si el país tiene capacidad para alcanzar el nivel de la tecnología de los países más desarrollados. Por lo tanto, cuando la estructura y el estilo de crecimiento no favorecen a la producción de transables (agricultura, agroindustria y manufactura) y se crece con el liderazgo de los sectores no-transables de baja productividad y de la exportación de minerales,  se refuerza este rasgo estructural con todos sus efectos negativos sobre el empleo y la productividad, se mantiene la desconexión de la economía con la geografía y demografía,  y se acrecienta la vulnerabilidad externa de la economía. Por eso, la política de diversificación debe orientarse a transformar esta estructura y a endogenizar el estilo de crecimiento y acumulación de capital.  

Las fallas de mercado y la política de diversificación

Hacer dependiente la política de diversificación de las fallas de mercado es reduccionismo puro. Si bien se orienta a superar algunos problemas críticos de los países subdesarrollados (insuficiencia de oferta y calidad educativa, déficit de infraestructura, gastos públicos reducidos en investigación y desarrollo, ausencia de programas de mejoramiento de la calidad de la mano de obra, etc.),  deja de lado otros temas, igual o más importantes, como son las fallas estructurales de la economía (la ausencia de mercados internos, las desarticulaciones y heterogeneidades tecnológicas entre sectores, la desconexión de las poblaciones de la sierra y de la selva de la economía moderna, el atraso de la agricultura, etc.). Este enfoque reduccionista es, por esta razón, funcional al modelo económico neoliberal.

El enfoque de diversificación para endogenizar el crecimiento económico, es mucho más amplio.  Enfocarse sólo en las fallas de mercado tiene, además, otros problemas. Para empezar no hay fallas donde no hay mercados; hay que crearlos para integrar el país y para que el tipo de trabajo que realizan las personas exprese el grado de su conexión con la sociedad. De otro lado, el enfoque de las fallas de mercado supone que los modelos de mercados competitivos son básicamente correctos. Estos modelos hacen énfasis en la conducta de los agentes orientada a la maximización de beneficios, y no toman en cuenta que hay otros objetivos de la empresa privadas, como el aumento de su participación en el mercado, o la existencia de inversionistas que privilegian el corto plazo en la evaluación de sus posibilidades de beneficios (véase, por ejemplo, Nelson y Pack, 1998). Además, el enfoque de las fallas de mercado es supply side. No basta con enfrentar los problemas de oferta de factores, de insumos y de tecnología. Hay que resolver también los problemas de demanda de estos factores. Y en este tema, ciertamente, tiene papel importante la intervención del Estado.

Por último, como señalan Hausmann y Rodrik (2003), hay fallas del propio sector privado como el denominado problema del autodescubrimiento, y que es el caso que explica por qué las inversiones privadas para diversificar la economía no se expanden por la sierra y la selva del país. Los inversionistas vacilan en invertir en nuevas actividades porque temen asumir todos los costos de un fracaso posible o terminar compartiendo las ganancias con competidores que aparecieron después. Por eso, dicen Hausmann y Rodrik, se requiere que el Estado intervenga limitando la competencia en las nuevas actividades. 

El entono internacional y la política de diversificación

La política de diversificación no puede ser la misma de la época de la sustitución de importaciones. Otro era el entorno internacional en el que operaban los gobiernos y las empresas. El actual entorno internacional de mercados libres es funcional al estilo de crecimiento que reproduce los problemas estructurales de la economía. Por lo tanto, la política de diversificación productiva debe privilegiar el contexto nacional. Hay que integrar la economía y sociedad, reduciendo al mismo tiempo su vulnerabilidad externa. 

La propuesta de vincular la economía a las cadenas de valor y de comercio internacional, no es, por lo tanto, la solución a los problemas de la economía peruana. No resuelve, por ejemplo, el problema de la dependencia de la economía de las fluctuaciones en los mercados internacionales.

De otro lado, la literatura sobre el tema de las cadenas revela que hay una relación desigual entre las empresas internacionales grandes y las empresas pequeñas de países como el nuestro. Las primeras «deciden donde comprar, donde invertir, y donde localizar la actividad industrial»; por lo tanto, el rendimiento de los pequeños productores depende de las decisiones de las grandes empresas. Y, lo que es más grave, estas grandes empresas determinan las políticas económicas y de comercio de nuestros países.  

A modo de conclusión

El actual entorno internacional pone límites a la política de diversificación. Para contrarrestarlos hay enraizar los motores del crecimiento en los mercados internos, sin olvidar que en el contexto internacional actual el tipo de cambio es uno de los principales instrumentos de la diversificación productiva.

 
Publicado en el diario La Primera el sábado 31 de mayo.

Saturday, May 24, 2014

Diversificar para endogenizar el crecimiento económico

En nuestro artículo anterior resumimos las estrategias de transformación productiva que hacen énfasis en factores de oferta y descuidan la fuente de demanda e ingresos. La estrategia sustitutiva de importaciones de la Cepal de los años cincuenta y sesenta, dejó en manos del Estado el factor desencadenante de la demanda. El agotamiento del proceso sustitutivo ocasionó una crisis fiscal y de balanza de pagos debido a la pérdida de competitividad de la producción nacional. La estrategia exportadora de los «tigres asiáticos» de los años ochenta también fue sustitutiva de importaciones, pero ubicó la fuente de demanda en el mercado de los Estados Unidos. El boom exportador terminó con la pérdida de dinamismo de esta economía. Las dos estrategias, que fueron experiencia histórica, le asignaron un papel predominante al Estado no solo en el campo de las políticas públicas de incentivos, sino también en la propia actividad empresarial.
 
En la ruta neoliberal: renuncia al crecimiento endógeno
 
La estrategia del M. Porter para cambiar el carácter primario exportador de la economía peruana, plantea diversificar su aparato productivo y la composición de sus exportaciones mediante el desarrollo de cadenas productivas y clusters. Aunque se trata sólo de una propuesta, hay que mencionar que, a tono con las políticas de desregulación y liberalización del comercio, su fuente de demanda se ubica en los mercados internacionales. Y, al igual que la estrategia de los «tigres asiáticos» y la estrategia exportadora del Consenso de Washington, hace énfasis en el abaratamiento del costo de trabajo y la desregulación de los mercados para «ganar competitividad». Todas las políticas se centran en factores de oferta.
 
Hacer dependiente la estrategia del mercado internacional, es apostar por un crecimiento exógeno, subordinado  y vulnerable a sus fluctuaciones. El motor del crecimiento sigue estando en el mercado externo. Los argumentos y medidas que apoyan esta estrategia de diversificación son supply side; por lo tanto, al seguir la lógica neoliberal, no apuntan a cambiar el actual modelo económico. Los que defienden este tipo de estrategia proponen: a) corregir fallas de mercado (tecnológicas, de información y de coordinación) para pasar de un vector de exportaciones especializado en productos primarios a otro vector diversificado; b) aumentar la inversión asegurando su rentabilidad desregulando y reduciendo costos, entre los que se encuentra el costo del trabajo (de despido, de seguridad y salud); y, c) corregir fallas de Estado simplificando trámites, en particular, reduciendo el tiempo de los estudios de impacto ambiental en actividades extractivas, industriales y de comercio.
 
Superar el déficit de oferta y diversificarla requiere, sin duda, atender las fallas de mercado allí donde este existe, pero no son suficientes para cambiar el estilo de crecimiento. De otro lado, la desregulación y la reducción de los denominados costos laborales es un mecanismo espurio para aumentar la rentabilidad y la productividad de las actividades económicas. La productividad aumenta cuando aumenta la acumulación de capital y se expande la producción, impulsadas por mercados internos dinámicos. Cuando estos mercados no existen o están poco desarrollados, la inversión privada sesga su orientación generando heterogeneidades tecnológicas entre sectores, y desconexiones de la economía con la geografía y la demografía. En estas condiciones no aumenta sostenidamente la acumulación de capital por unidad de trabajo, lo que da lugar a la creación de actividades de autoempleo y a la expansión de empresas de baja productividad. 
 
La endogenización del crecimiento económico
 
Para desencadenar endógenamente la inversión y aumentar la acumulación de capital, hay que destrabar sus restricciones (de mercado, de financiamiento, etc.) y simultáneamente endogenizar la generación de demanda e ingresos. Esto es, desarrollar mercados internos para endogenizar el crecimiento, sin sacrificar, sino, por el contrario, aumentando y diversificando las exportaciones. No hay otra manera de cambiar el actual estilo de crecimiento y transitar hacia un nuevo patrón de especialización comercial.
 
Entre los elementos que conforman esta estrategia, podemos listar los siguientes:
 
1)  Promover inversiones en la manufactura, la agroindustria y la agricultura, para cambiar la estructura productiva y las disparidades regionales mediante: la reducción de costos de los insumos de uso generalizado (cambio de la matriz energética y construcción del gasoducto del sur); reducción focalizada del déficit de infraestructura por parte del Estado; reducción del poder de mercado en la provisión de servicios públicos (electricidad, telefonía, transporte aéreo, etc.); y, políticas sectoriales específicas.
2)  Facilitar el financiamiento en soles en el mercado de capitales a pequeñas y medianas empresas;
3)  Desarrollar programas de capacitación y calificación laboral con participación directa del sector privado.
4)  Apoyo directo del Estado a actividades productivas que generen externalidades positivas en otras actividades.
5)  Reforma tributaria para mejorar los ingresos del Estado.
6)  Política de tipo de cambio real estable y competitivo.
7)  Políticas macroeconómicas contra-cíclicas y regla de oro para las inversiones públicas (endeudamiento solo para inversiones públicas).
8)  Política de redistribución de ingresos utilizando como instrumento el salario mínimo.        
 
A modo de conclusión
 
A esta estrategia hay que agregarle las reformas institucionales para asegurar el abandono del actual extractivismo político y económico.
 
 
 
 
Publicado en el diario La Primera el sábado 24 de mayo

Saturday, May 17, 2014

Recordando estrategias de transformación productiva

 En nuestra carta del 10 de marzo de 2011 enviada al entonces presidente del Acuerdo Nacional, Dr. Max Hernández, le recordamos las estrategias de transformación estructural que se habían aplicado en América Latina y en el Asia y que no podían reiterarse ni aplicarse en el Perú para cambiar su actual estilo de crecimiento primario exportador y construir una economía dinámica y diversificada, con un patrón de comercio distinto al actual y con mercados internos integrados y desarrollados. En lo que sigue resumimos estas estrategias.
 
Cuando se olvida lo viejo aparece como nuevo
 
La CEPAL de los años cincuenta y sesenta proponía, para desarrollarnos, un cambio estructural conducido directamente por el Estado, y entendido como diversificación y generación de actividades que fundamenten el crecimiento sobre la base de la productividad, mediante la sustitución de importaciones (ISI). Una estrategia supply side parecida fue formulada para nuestro país hace un poco más de tres años por Michael Porter. Él propuso desarrollar cadenas productivas y clusters sobre la base de nuestros «recursos naturales y de la amplia biodiversidad y ecosistemas». La única diferencia de su planteamiento con el de la CEPAL radicaba en el papel que le asignaban al Estado. El Estado intervencionista de Porter debía ser menos regulador y participar sólo en la elección de los sectores donde debía impulsar la formación de cadenas y clusters.
 
Ambos planteamientos, sin embargo, privilegiaban el lado de la oferta, y olvidaban el papel de la demanda. Si, en reacción contra el proteccionismo Cepalino, conviniéramos que la fuente de demanda debe estar en los mercados internacionales, entonces estaríamos otra vez apostando por un crecimiento exógeno, dependiente y vulnerable a sus fluctuaciones. A este impase se llega cuando no se endogeniza la demanda, pues ello permitiría superar la supuesta contradicción entre el crecimiento endógeno y la apertura de la economía.
 
Para Porter la desregulación y la liberalización del comercio son elementos importantes en su estrategia por la competitividad. Una estrategia parecida que privilegiaba la promoción de exportaciones (EPE), fue la de los «cuatro tigres asiáticos». Esta estrategia fue exitosa porque esos países tenían la demanda de los Estados Unidos y no tenían competidores. El crecimiento notable de la participación de sus exportaciones en el mercado de Estados Unidos, alcanzó su pico en el año 1988 (15.4%). Después disminuyó hasta situarse en los niveles que registró a fines de los años 1970 (9.4%). El mismo comportamiento registraron las exportaciones de Japón.
 
En el mundo globalizado actual, sin embargo, no es posible que todos los que siguen una estrategia exportadora sean ganadores, sobre todo con la actual competencia de China y otros países del continente asiático.
 
Liberalización comercial y abaratamiento de los costos laborales
 
La estrategia Cepalina (ISI) era lógicamente incompleta: hacía énfasis en la construcción de una oferta industrial diversificada para el mercado interno, pero no explicaba la fuente ni el tamaño de la demanda agregada. La crisis de esta estrategia no condujo a superar esta carencia, sino al desmantelamiento de la protección y a la liberalización del comercio. En cambio, la estrategia de los «tigres asiáticos» (EPE), que también fue de sustitución de importaciones, sí tuvo desde el inicio una demanda bien identificada.
 
El éxito de los «tigres asiáticos» persuadió a otros países a seguir su estrategia exportadora. En los años 1990 algunos países la incorporaron como parte de las políticas del Consenso de Washington. Se mantuvo la propuesta central de diversificar la oferta exportadora, concentrando las ventas en determinados mercados externos (Estados Unidos y/o países de la OCDE) de donde provendría la demanda sostenida para las exportaciones; pero, también se hizo énfasis en la promoción de la inversión extranjera, en los tratados comerciales y en el abaratamiento del costo de trabajo (la desregulación del mercado laboral) para «ganar competitividad».
 
La aparición de China reveló la fragilidad de la estrategia liderada por las exportaciones. El aumento notable de las exportaciones chinas desplazó las exportaciones de los otros países asiáticos. La misma suerte están corriendo hoy los países subdesarrollados que continúan compitiendo por los mercados de Estados Unidos y Europa. Pero, lo que importa destacar es que, en esta carrera, todos los países, incluido el nuestro, tratan de ganar competitividad desmantelando los estándares regulatorios de las condiciones de trabajo, de los regímenes tributarios y del medio ambiente.
 
A modo de conclusión
 
Cuando no se imagina la posibilidad de desencadenar endógenamente la inversión y el cambio técnico, se opta por el recurso fácil de mirar solo hacia afuera. Mientras no cambien las condiciones en las que se desenvuelve la inversión privada nacional, las empresas --micro, pequeñas y medianas-- que orientan su producción hacia los mercados externos y que producen con bajísima productividad, seguirán buscando ganancias de competitividad abaratando el costo del trabajo (salarial y no salarial) y demandando regímenes tributarios y crediticios especiales. Ya somos testigos de las consecuencias de esta estrategia. La actual manera de crecer ha acrecentado la vulnerabilidad externa de nuestra economía y está alimentando el conflicto social (el PBI y las exportaciones reales per cápita crecieron de manera notable en la última década, mientras los salarios reales promedio se mantuvieron estancados).
 
 
 
 
Publicado en el diario La Primera el sábado 17 de mayo,
 

Saturday, May 10, 2014

¿Trampa del ingreso medio o trampa del milagro peruano?

Hoy nadie de la existencia de un proceso de desaceleración del crecimiento de la economía peruana. Lo que se está discutiendo, en consecuencia, es si se puede evitar que se frene el crecimiento y caer en la denominada trampa del ingreso medio. Sin embargo, para ponderar la pertinencia de las respectivas propuestas de política, es importante saber porqué se está enfriando la economía y si el límite que impide la sostenibilidad del crecimiento está en el propio patrón de acumulación de capital y en la estructura productiva configurada en las dos décadas de neoliberalismo.
 
Deterioro de las condiciones externas y enfriamiento
 
La economía peruana se está enfriando por la desaceleración de los precios de las materias primas, el estancamiento de la economía internacional y el endurecimiento de las condiciones de financiamiento externo como resultado del cambio en la política monetaria de los Estados Unidos. Este deterioro persistente del entorno internacional ha puesto en evidencia, además, el límite que el propio estilo de crecimiento tiene para sostenerse en el tiempo en las condiciones externas actuales.
 
El enfriamiento de la economía, por lo tanto, puede devenir en una senda de crecimiento lento o desembocar en estancamiento, con las consecuencias negativas que tendría para el empleo, la reducción de la pobreza y la recaudación fiscal. Esta posible situación es denominada por algunos economistas la trampa de de ingreso medio y que yo llamo, por razones intrínsecas al propio modelo económico, la trampa del milagro económico peruano.
 
El motor del alto crecimiento económico de la última década se ubicó, no en los mercados internos del país, sino en los mercados internacionales: el aumento de la demanda externa (impulsado por el crecimiento de China), y el creciente aumento de los precios de los minerales. Este milagro peruano se produjo en un contexto de apertura comercial y financiera, (con varios tratados de libre comercio y condiciones blandas de financiamiento externo).
 
Durante ese entorno externo favorable, aumentaron la inversión extranjera directa y los flujos de capital internacional que estimularon, ambos, el notable crecimiento del crédito interno en moneda extranjera y en moneda nacional.
 
Los precios relativos del milagro peruano
 
El alto crecimiento con apertura comercial y financiera, fue acompañado, entonces, por una significativa apreciación cambiaria en términos reales. No solo entran capitales por el crecimiento de las exportaciones primarias (que ocasionan enfermedad holandesa), sino también porque aumentan las inversiones foráneas en cartera y porque los bancos se endeudan en el exterior para prestar en el mercado doméstico en dólares.
 
Se modifican así los precios relativos en contra de los sectores que producen bienes transables o comercializables a nivel internacional, como la manufactura y la agroindustria. Las exportaciones no-tradicionales sufren una pérdida de competitividad notable. Entre agosto de 2006 y abril de 2013, el tipo de cambio real multilateral se redujo en 16.1%.
 
El otro efecto fue el incremento espectacular de las importaciones. En 2013 las importaciones totales fueron equivalentes al 168% de la producción manufacturera, y al 111% de la producción manufacturera y agropecuaria, en conjunto. Aunque aumentaron las exportaciones, no se puede decir que el crecimiento económico fue exportador, porque sus efectos fueron contrarrestados por el desplazamiento de la producción de bienes transables que originó el creciente aumento de las importaciones.
 
La trampa del milagro económico peruano
 
En resumen, el crecimiento económico fue liderado por las exportaciones primarias y por los sectores no transables de  comercio, servicios y construcción. Los tres sectores absorben el 63.5% del empleo, mal remunerado y de baja productividad, y explican el 74.2% del PBI. Si le adicionamos la Agricultura, que en lo fundamental es todavía tradicional, los cuatro sectores explican el 81.3% del PBI y emplean al 87.7% de los trabajadores.
 
Cuando el motor externo no funciona bien o se apaga, se debilita el liderazgo de los sectores no transables que en 2013 explicaron cerca del 90% del crecimiento del PBI (5.0%). El alto crecimiento ya no se puede sostener sin el motor externo. Además, como, en promedio, creció más la inversión en construcción que en equipamiento y maquinaria, se produjo una relativa reducción de la capacidad productiva per cápita. Por lo tanto, aumentos sostenidos del PBI per cápita mediante aumentos significativos de la capacidad productiva, serían imposibles sin un aumento significativo del déficit comercial y, por lo tanto, del déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos. El propio estilo de crecimiento ha generado su trampa.
 
A modo de conclusión
 
Dos propuestas de política están en discusión. Una, que no ubica el freno al crecimiento en el patrón de acumulación y la estructura productiva, y que propone, entre otras medidas, eliminar las «rigideces» en el mercado laboral, flexibilidad  cambiaria y, mejorar el clima de negocios reduciendo el grado de involucramiento del Estado en la economía. Para los que sostienen esta propuesta, las políticas contra-cíclicas son contraproducentes. Y, la otra, que es la nuestra, propone cambiar el motor del crecimiento, diversificando el aparato productivo, cambiando la matriz energética y dejando que tipo de cambio aumente hasta recuperar los niveles de competitividad que viabilicen la expansión de la manufactura y la agroindustria, y aplicando políticas fiscal y monetaria contra-cíclicas.
 
 
Publicado en el diario La Primera el sábado 10 de mayo

Saturday, May 03, 2014

¿Qué le preocupa al ministro Luis Miguel Castilla?

Hace aproximadamente diez días el ministro Castilla se quejó en público de la «política cambiaria» del Banco Central (BCR). Dijo que la falta de flexibilidad del dólar impedía que la desdolarización de la economía se acelere. Aunque la dolarización de los créditos se redujo notablemente en la última década hasta el 41% en la actualidad, este porcentaje sigue siendo muy riesgoso para el sistema financiero, nos recordaba Castilla. La falta de flexibilidad habría impedido que las empresas y familias prefirieran endeudarse en moneda nacional y no en moneda extranjera.
 
¿Por qué en una coyuntura caracterizada por fuertes presiones al alza del tipo de cambio, el ministro Castilla sugiere que se deje flotar libremente al dólar?
La behetrías mentales de Castilla
La crítica de Castilla es inverosímil si se tiene en cuenta que la tasa de variación anual del crédito en moneda extranjera al sector privado, en marzo de este año, fue de 1.4%, mientras que la del crédito en moneda nacional fue de 25%. La desaceleración del crédito en moneda extranjera es notable desde marzo de 2013, mes en el que registró una tasa de variación anual de 12.5%. Por el contrario, hay una aceleración del crédito en moneda nacional; pero, el crédito total al sector privado ya no crece a las tasas de hace más de dos años (alrededor de 20% anual). La tasa de variación anual del crédito total al sector privado fue, en el último mes de marzo, de 14.5%.
Con la significativa desaceleración del crédito en moneda extranjera y el mayor crecimiento del crédito en moneda nacional, es claro que se reducirá el porcentaje de dolarización de las colocaciones del sistema financiero. El ministro está confundido. Hace exactamente dos años, en abril de 2012, cuando el crédito en moneda extranjera crecía a la tasa anual de 15.1%, el ministro Castilla decía: «Los peruanos necesitamos aprender a vivir con una moneda fuerte, no se puede ir contra la tendencia». El tipo de cambio había disminuido a 2.60 soles por dólar y el BCR hacía pocos esfuerzos para evitar esta apreciación monetaria y la consiguiente pérdida de competitividad de los exportadores. 
El ministro critica la política cambiaria del BCR, justo cuando el crédito en moneda extranjera se desacelera y se registran fuertes presiones al alza del tipo de cambio, ¿Acaso le está pidiendo al BCR que deje de intervenir en el mercado cambiario; que no mantenga el tipo de cambio en 2.80 soles por dólar, es decir, que lo deje subir?
«En las últimas crisis –dijo Castilla-- el MEF fue el que pagó la factura». En el escenario actual de franco enfriamiento de la economía, el ministro le pide al BCR que comparta la factura de la desaceleración del crecimiento dejando subir el tipo de cambio. ¡De pronto cree en el papel expansivo del aumento del tipo de cambio o le preocupa la caída de la posición de cambio del BCR: US $ 9,450 millones entre abril de 2013 y febrero de 2014, mayor que la que se registró entre abril de 2008 y febrero de 2009: US $ 8,113 millones! Pero, solo Dios sabe lo que piensa este ministro.
El piloto automático le pasa la factura
Es claro que el piloto automático no sirve para remontar el actual enfriamiento económico. Castilla lo sabe. Él debe estar preocupado porque ya no puede aumentar más la inversión pública para contrarrestar la drástica reducción de la tasa de crecimiento de la inversión privada. Si esta inversión no crece a la tasa de 6%, el PBI no crecerá este año a la tasa de 5.5%.
Castilla reclama unir esfuerzos, porque «cuando hay una crisis no hay tiempo de pensar y reflexionar». Pero él no hizo gran cosa para evitar el enfriamiento económico. Ha mantenido el gasto en educación y salud prácticamente en los mismos porcentajes del PBI que alcanzaron en  los últimos años del gobierno anterior. No hizo nada para evitar la sistemática apreciación monetaria y la consiguiente pérdida de competitividad de las exportaciones, con lo que dificultó aún más la diversificación productiva. En 2011 dejó caer la inversión pública en 18%. Esta inversión, como porcentaje del PBI, bajó de 5.9% en 2010 a 4.5% en 2011; y, recién en 2013 aumentó a 5.8%. En este año se pretende lograr una inversión pública equivalente a 6.2% del PBI.
Por otro lado, la deuda pública en moneda extranjera representa el 45% del total. Es, por lo tanto, una deuda expuesta al riesgo cambiario. Él tampoco aceleró su desdolarización. Si el BCR deja de intervenir en el mercado cambiario, el tipo de cambio superaría los 3 soles por dólar, elevando así el costo en soles de la deuda pública. Este mayor costo reduciría los recursos para inversión y gastos sociales. «El mayor riesgo para el sistema financiero –dijo Castilla-- es el riesgo cambiario»; pero le faltó agregar que este sigue siendo también el mayor riesgo de las cuentas fiscales.
A modo de Conclusión
Castilla se confió en el piloto automático. No hizo nada para reducir la vulnerabilidad externa de la economía y enfrentar en mejores condiciones los efectos del estancamiento de la economía internacional y de la disminución de los precios de los commodities. La economía peruana se ha hecho más dependiente de importaciones. En 2005 las importaciones representaban el 77.6% de la suma total de la producción manufacturera y agropecuaria. Este porcentaje subió a 95.8% en 2010 y a 110.3% en 2013. Esta creciente dependencia impide sostener el crecimiento (o enfrentar el enfriamiento de la economía) con impulsos de demanda interna.



Publicado en el diario La Primera, el sábado 3 de mayo.